Una herramienta de la gestión

"Es imposible vivir sin calidad"


Especialista español analizó la calidad de los laboratorios clínicos e instó a los bioquímicos a mejorar el control en los procesos.

Por Rodrigo Nocera - Prensa Institucional UNL

La normalización de los procesos de calidad en los laboratorios clínicos fue la premisa fundamental del español Camilo Fernández Espina en su ponencia en el III Encuentro Bioquímico del Litoral que tuvo lugar en junio en la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Fernández Espina es especialista en análisis clínicos, licenciado en Farmacia, profesor en varias universidades españolas y miembro numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia. Autor de cuatro libros y de numerosas conferencias en distintos países de habla hispana, Fernández Espina se dedica, entre otras tareas, a analizar la calidad en los laboratorios clínicos para su mejor aplicación.

Durante la conferencia que brindó en el Paraninfo de la UNL ("La calidad: de la novedad a la necesidad"), Fernández Espina expuso su posición sobre la evaluación de todos los procesos llevados a cabo en los laboratorios clínicos. El español también se refirió a la relación de los elementos que se conjugan en la gestión de los laboratorios para una mejora de la calidad clínica.

-¿Cómo se aplica la calidad en los laboratorios clínicos?-En primer lugar, hay que saber qué es la calidad y definirla, porque todo el mundo cree que es hacer lo mejor de lo mejor. Sin embargo, hay un refrán en España que dice que lo mejor es enemigo de lo bueno. Yo lo digo de otra manera: "lo conveniente es enemigo de lo mejor", y a este principio lo aplico a la calidad. El segundo punto es saber cómo tenemos que concebir, desarrollar, implantar y mantener la calidad, y cómo llevarla a la práctica. Lo que se hace en el laboratorio no es el resultado analítico, sino la información clínicamente útil, es decir, la que hace al médico tomar una decisión. Por eso, el cómo yo obtenga la cifra es un medio, pero no el fin. Por eso, los procesos se deben realizar con la mayor calidad posible. -¿Y cómo es la situación hoy?-En el laboratorio clínico se utilizan aparatos que no sabemos cómo funcionan, porque solamente lo manejan los ingenieros tecnológicos, y también utilizamos reactivos que hacen las casas comerciales, cuya fórmula es secreta. Entonces, hay que controlar la calidad de este proceso, y la función del bioquímico va más allá: tiene que controlar la calidad del proceso pre-analítico, analítico y pos analítico. En la medida en que el bioquímico controle estos pasos estaremos dando un buen servicio de calidad. -Usted realizó ponencias en varios países que tienen una realidad muy disímil en su espectro social, económico y político. ¿Las diferencias también se trasladan al tema de la calidad?-Es un tema que está costando, pero porque se plantea mal. Lo que más miedo me da de la calidad es que la calidad dé miedo. Lo que tenemos que conseguir es que la calidad no solamente no dé miedo, sino que resuelva los problemas profesionales. La calidad es una herramienta de la gestión del laboratorio, que como toda empresa de servicios, si no tiene una política de calidad correcta no crecerá. O sea que es imposible vivir sin calidad, totalmente imposible. Éste es un tema progresivo que cuesta mucho, y al final te das cuenta de que la calidad, desgraciadamente, empieza a aplicarse cuando es obligatoria, cuando lo exige el gobierno o los clientes, es decir, la sociedad. En los países desarrollados hay más exigencias de los clientes y usuarios de los laboratorios. -¿Y dónde reside el problema?-Los países hispanos somos muy buenos haciendo las cosas muy bien la primera vez, pero muy malos cuando tenemos que hacer lo mismo muchas veces de la misma manera. Y en calidad, precisamente, lo que hay que hacer es normalizar los procesos, controlarlos y hacerlos siempre de la misma manera. El sentido es que todos trabajemos lo mismo para que nuestros resultados sean comparables y para que el análisis que me haga en un laboratorio sea el mismo que me haga en cualquier otro. Para lograrlo, todo tiene que estar debidamente normalizado, y en eso los hispanos somos muy malos. Hacemos lo más difícil una sola vez pero una vez hecho nos ponemos la medalla y nos olvidamos de que hay que seguir haciéndolo todos los días. -¿Por eso es gestión de la calidad?-Exacto. Desde que se empezaron a realizar controles de calidad, se fue evolucionando hasta la actualidad en que se busca normalizar los procesos de manera que se hagan con el mínimo error posible. Pero eso no es suficiente, porque resulta que la parte de gestión del laboratorio no contempla eso y me tengo que pelear con el gerente del laboratorio o con los directores del hospital porque las gestiones que se hacen no son las correctas. Esto quiere decir que la calidad tiene que estar presente en la gestión de todo el laboratorio. Uno no puede tener su casa que huela bien si el de al lado no huele bien; es una cadena. -Las amenazas de las enfermedades en el siglo XXI, ¿afectan a la calidad de los laboratorios?-Ante todas estas nuevas patologías que se presentan, el laboratorio presta una ayuda imprescindible a los diagnósticos, al seguimiento y a la prevención en el campo de la salud. Entonces, lo primero que se busca es lo que se llaman marcadores, parámetros que sean capaces de brindar elementos para que los médicos puedan actuar y curarla o, por lo menos, aminorar su marcha hasta que se descubra una solución. De esta manera, el clínico accede a elementos de juicio para evaluar la validez de ese parámetro frente a la patología o al paciente que tiene adelante, más aún cuando en la actualidad están apareciendo nuevos parámetros que el clínico no conoce. Esto pasa, por ejemplo, con el sida: aparecen a cada momento marcadores para dar lugar a información para que el clínico pueda actuar cada vez mejor. -¿Cómo ve el futuro de la calidad de los laboratorios clínicos?-El que no entre por el aro de la calidad -como dicen en Andalucía- tiene menos porvenir que espía sordo. ¿Podríamos prescindir hoy de la informática? No. Pues esto es lo mismo. Es como si a usted que es periodista le digo que le voy a quitar la fuente de información, ¿cómo haría?