Astrología
El arte del autoconocimiento
La astrología, esa ciencia antigua que ya utilizaron los egipcios y griegos hace siglos para predecir acontecimientos felices como el amor o nefastos como la guerra, se mantiene viva en nuestros días.

Para muchos, materia de charlatanes; para otros, una vía más de conocimiento no sólo de los sucesos que han de acontecer en nuestras vidas, sino también de nuestra propia personalidad y carácter. Lo cierto es que la astrología, esa ciencia de la que se valieron los griegos y los egipcios para profundizar sus saberes, todavía sigue vigente.

Las bases de la predicción astrológica se remontan al siglo II, con Claudio Ptolomeo, transcribiendo los párrafos más edificantes de su "Tetrabiblos", documento clásico de la tradición astrológica y donde se sustenta este arte sobre bases psicológicas, en cuanto se apoya sobre la naturaleza humana. Esta tradición tiene muy en cuenta las particularidades humanas, entre las cuales la "causa celeste" guarda una muy particular.

El dogma principal de la astrología señala que los designios del futuro se dibujan en el mismo instante en que comienza la vida, ya que en el germen se incluyen todas las potencialidades que se desarrollarán durante el transcurso de la existencia. Las líneas básicas del destino se dibujan, pues, en el comienzo natural de la vida, que es la concepción.

Como generalmente este dato es desconocido, los astrólogos se resignan a estudiar a partir del nacimiento. Sin embargo, al haber una continuidad en las influencias cosmológicas, éstas se ejercen sobre la semilla, el embrión y el fruto acabado. De tal manera que ese niño no nace y así lo han creído los astrólogos desde la antigüedad hasta que no se repite una configuración parecida o análoga a la que hubo en el momento de su concepción.

Las condiciones del individuo

Dos especialistas en la materia, Michel y Franoise Gauquelin, sostienen que la influencia astral también es hereditaria, es decir, que una misma configuración astral tiende a transmitirse de padres a hijos y determinada posición astral tiende a repetirse de generación en generación.

El nacimiento es la condición previa a todos los estados de nuestra vida y los determina de entrada; la cadena pasado, presente, futuro arranca de este punto inicial. A partir de aquí hay que saber conjugar todas las influencias susceptibles de ser interpretadas, como son las determinadas por la especie, el sexo, la raza, el clima, las costumbres públicas, el medio familiar, el marco económico, social, religioso, etc, que constituyen en primer lugar las condiciones generales del individuo, y, sobre todo, aparece además la personalidad innata de éste, distinta de todas las demás criaturas.

La vida se presenta así como una trayectoria, cuya fuerza, dirección e incidencias de movimiento dependen de este impulso inicial, aunque estas condiciones no fijen de forma irrevocable el destino, que en gran parte se va configurando por las presiones y circunstancias del medio exterior sobre el individuo.

Temperamento y carácter

En la medida que se puede predecir el futuro de un individuo astrológicamente, sin embargo, será el temperamento y el carácter el que constituye la naturaleza innata del individuo las que deben conducir el destino.

Según Ptolomeo: "Así, el cuerpo de una persona está condicionado de tal manera que las disposiciones de su alma serán tales y que le sucederá tal o cual acontecimiento, en razón de la cualidad del cielo y de forma conveniente a su temperamento, el cual le otorgará costumbres buenas o malas susceptibles de conducirle a la prosperidad o serle causa de desastres".

Y los planetas son los que ejercen la acción preponderante del cielo sobre el individuo. Que la astrología sea en primer lugar planetaria se debe también a esa primera y lejana idea que se ha formado el hombre: que el niño recién nacido tiene como patrón o señor de su destino al astro que, en ese mismo momento y en ese mismo lugar, nace también haciendo su aparición en el cielo, es decir, se eleva localmente por oriente en ese mismo momento. De ahí la importancia primordial de ese punto del horizonte oriental llamado al principio Horóscopo y ulteriormente Ascendente.

Si un planeta se eleva (cuando ningún astro surge, se toma en consideración el Ascendente) o culmina en el momento del nacimiento de un individuo se convierte o tiende a convertirse en el astro que va a definir su fisonomía, su comportamiento, sus facultades y aptitudes, sus afinidades electivas y, en consecuencia, su estilo de existencia.

Cuestión planetaria

De esta forma nació esa primera psicología diferencial de la historia que es la tipología planetaria, la cual ha construido una serie de siluetas arquetípicas relacionadas al planeta preponderante de una carta astral. De ahí una caracterología del lunar, del mercurial, del venusino, del solar, del marciano, del jupiteriano y del saturnino.

Así, el lunar, por ser la Luna el planeta preponderante y estar éste asociado a la infancia y a los instintos primarios, el personaje en cuestión se mostrará soñador, abandonado a sus estados anímicos o entregado a las emociones de su instinto.

El marciano, activo y agresivo, se hace cazador, deportista y hombre de armas, exponiéndose a las imprudencias, peligros, enemistades, duelos, procesos y accidentes; mientras que el venusino, receptivo y tierno, amante de la naturaleza, se inclina hacia el arte, la belleza y tiende a las alegrías del corazón.

El saturnino, por estar Saturno relacionado con la vejez, se mostrará con cerebro frío, inhibido, controlado, reflexivo, reservado, interiorizado. El jupiteriano es, por su prolijidad, expansivo, sensorial, consumidor y eufórico.

Esta tipología constituye la base, desde hace miles de años, del saber astrológico tradicional. La única diferencia con el astrólogo moderno, al menos el cultivado en este arte, es que éste ha enriquecido y dominado este bagaje confrontando sus datos con el conjunto de los conocimientos de la psicología moderna.

"Dime lo que eres y te diré lo que harás y en qué te convertirás", expresa la máxima, y la razón de la línea psicológica de la astrología, basada en la concentración planetaria en una carta astral. La vida del individuo se encuentra determinada en la medida que éste sufre su marco fisiopsicológico con sus pulsiones, deseos, razonamientos y aspiraciones.

Eligiendo destino

Al margen de las barreras económicas, escolares y mundanas de la promoción social, el nacimiento bajo una angularidad planetaria constituye un importante factor que conduce al éxito cuando el individuo se orienta conforme al tipo de profesión correspondiente al planeta que es angular en el nacimiento. La astrología se encarga de señalar las potencialidades de ese ser, muestra el campo abierto, en el cual encontrará las condiciones más aptas para desarrollar sus habilidades.

Existe también una disposición del individuo a hallarse en resonancia con el universo a lo largo del tiempo, en función del campo constitutivo de su naturaleza. De modo que determinado hecho de su existencia no sucede tampoco bajo cualquier cielo, sino bajo ciertas configuraciones que despiertan en él una función estimulante o descorazonadora, protectora o amenazante.

El objetivo de la interpretación astrológica es comprender al ser y ayudarle a elegir, para crear su propia armonía. "Siembra un pensamiento, recogerás un acto. Siembra un acto, recogerás una costumbre. Siembra una costumbre, recogerás un carácter. Siembra un carácter, recogerás un destino", (Aforismo del Raja Yoga).

Isabel Martínez Pita