Un cinefotógrafo
El ojo de la cámara, el ojo del creador
Por Virginia Gutiérrez

¿Qué es una película sino una sucesión de fotografías? "La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo", dijo alguna vez Jean Luc Goddard. Es natural que en la gran mayoría de los cineastas convivan dos artistas: el realizador de cine y el fotógrafo. Porque en definitiva, ambos tratan de capturar una historia en un cuadro. Uno desde el estatismo, el otro desde el movimiento.

Existen grandes diferencias, pero al fin y al cabo, la luz que atraviesa el ojo de una cámara es siempre la misma. Lo que cambia, es el ojo del realizador.

Carlos Saura ha sabido llevar a la pantalla grande toda la magia de la fotografía porque, aunque él la defina como un "recurso" del séptimo arte, sus realizaciones la desnudan como una protagonista que eleva lo que llega a los espectadores. De hecho, la fotografía fue la que llevó a Carlos Saura al cine, dado que su afición por las fotos lo acercó a realizadores cinematográficos y terminó en el rodaje de "Los golfos" (1959), una de sus primeras películas.

El flamenco, sus artistas admirados y la España en guerra, han sido algunos objetivos de su objetivo. El año pasado editó "Flamenco", un libro que recoge sus mejores fotografías flamencas de los últimos cincuenta años. Pero, además, existen en su amplia filmografía distintos ejemplos que corroboran esta pasión de Saura.

En "Salomé", (España, 2002. Fotografía: José Luis Lópes Linares y Teo Delgado), la estética de las coreografías responde a una búsqueda por la cual la música penetra en la imagen y le da vida. Pero con sólo paralizar el movimiento y quitarle la música, aparece una fotografía nueva en cada escena, donde los cuerpos conforman una figura escultural y donde se perciben todos los cuidados técnicos y artísticos de un fotógrafo. La historia bíblica se vuelve fotografía en movimiento.

Durante el rodaje de su última producción, "Iberia", que finalizó en enero pasado, se dedicó a captar con su objetivo distintas escenas y momentos que, posteriormente, han sido aprovechados para hacer exposiciones en las principales ciudades españolas.

"Goya", su filme número 30, es un homenaje a su admirado artista, y revela fotografías inolvidables: el gran genio con sus pinceles y un gorro cubierto de velas, o la vida de los cuadros en un renovado surrealismo. Esta pasión se traduce visualmente en el celuloide, porque Saura y el director de fotografía italiano Vittorio Storaro, han construido una escenografía muy especial donde el color y la luz transmiten emociones. La dupla con Storaro ha sido un gran aporte en este abrazo de cine y fotografía en la carrera de ambos genios.

La relación cine-fotografía ha tenido diferentes opiniones en los teóricos de ámbito. Pero el trabajo de Saura muestra interesantes desplazamientos de uno y otro campo, en una misma obra de arte. La fotografía no es lo que sobra restando movimiento y sonido. De la misma manera, el cine no es la vida de la fotografía. Pero ambas son hijas de la misma luz y las mismas musas.