En la zona céntrica de la ciudad

No cesan los robos a plena luz del día


Ayer le tocó el turno a la tradicional Joyería Cristina, de calle Mendoza al 2600. Dos hombres muy bien vestidos ingresaron apenas pasadas las 16, redujeron al personal a punta de pistola, y se llevaron dinero y joyas. Este episodio se suma a varios anteriores y de características similares: el asalto a una aseguradora de calle 4 de Enero al 2900, a una pollería y a una óptica céntricas y la sucesión de robos en distintos locales de Panadería Colella.

Dos sujetos fuertemente armados protagonizaron ayer un asalto a mano armada en una tradicional joyería ubicada en el corazón de la zona céntrica, donde lograron hacerse de un botín de más de mil pesos en efectivo, varios paños con alhajas y teléfonos celulares.

El grave episodio ocurrió poco después de las 4 de la tarde y tuvo lugar en la joyería Cristina, un conocido negocio para todos los santafesinos, ubicado sobre calle Mendoza al 2600, a escasos metros de la peatonal San Martín.

Todo comenzó cerca de las 16, cuando dos individuos jóvenes, de aproximadamente 20 años, ingresaron al local y simularon estar interesados en adquirir algunos objetos. Para ello preguntaron el precio de unas alianzas.

Acto seguido, ambos rufianes sacaron a relucir armas de fuego y dieron a conocer el verdadero motivo de su presencia. Sin más encañonaron a los dos empleados y a los integrantes de un matrimonio, propietarios del comercio.

En contados segundos, los delincuentes pasaron al otro lado del mostrador y desde allí comandaron los movimientos. Bajo amenazas de muerte, los sujetos obligaron a sus víctimas a dirigirse hacia la parte posterior del negocio.

Macabra sentencia

Una vez en dicho sector, los propietarios y los empleados fueron encerrados en un baño, ubicado en un primer piso, bajo precisas instrucciones para que nadie intente alguna maniobra extraña. "Si alguien se mueve, los matamos a todos", gritaron en macabra sentencia.

A partir de entonces, los ladrones tuvieron "campo orégano" para sus aspiraciones, aunque debían actuar de forma acelerada ante la posibilidad de que ingrese algún cliente.

Dueños del terreno, los cacos ubicaron una caja fuerte -la que estaba abierta- y se apoderaron de unos mil pesos, además de otros documentos al cobro. En su recorrida final, también se alzaron con cuatro paños muestrarios de alhajas de oro y los teléfonos celulares de sus víctimas.

Ya con el botín en su poder, los delincuentes salieron tranquilos del negocio y se perdieron entre la muchedumbre, que por esas horas caminaba por la peatonal San Martín.

Las apariencias...

Esta mañana, Julia Prono, propietaria de la joyería, contó a El Litoral que los delincuentes eran jóvenes, de buena apariencia y muy bien vestidos. "Estaban visiblemente nerviosos, apurados y se notaba que no conocían el local", dijo.

"El robo ocurrió minutos después de que abrimos las puertas al público -agregó-, por eso no había otros clientes. Sólo estábamos mi marido, dos empleadas y yo".

Situación crítica

Lo dicho en párrafos anteriores exhibe con real crudeza varias cuestiones que hacen a la seguridad: la tranquilidad con la que se mueven los delincuentes -en cualquier zona y horario- y la situación de indefensión en que la que nos encontramos todos, comerciantes y vecinos de esta ciudad.

Sería en vano enumerar la cantidad de asaltos y robos que, sin distinción de hora y lugar, se consuman a cada instante en nuestro medio. No obstante muchos creen todavía que la tradicional peatonal San Martín era uno de los lugares más custodiados. Grave error.

Por sólo citar algunos ejemplos, se puede recordar que hace poco menos de un mes fue asaltada una pollería en la zona céntrica. También el robo que se consumó en edificio de la Bolsa de Comercio y las sustracciones de mercaderías en las ópticas Monte Carlo, entre otros casos.