Sobre la crisis y la redención de una mujer
Por Juan Carlos Arch

La crisis de una mujer adicta a las drogas está en el centro de este relato con estructura de melodrama, pero contado desde la mirada atenta de un director que sabe envolver ese hecho con las claves de su tiempo, su cultura y una desesperación genuina instalada en la protagonista que, al comenzar el filme, pierde a su marido (una estrella de rock que muere por sobredosis de heroína), y también a su hijo de seis años, que vive con sus suegros y la cree responsable del deceso de su padre. Tras pasar seis meses en la cárcel a raíz de este hecho, al salir sólo tiene el deseo de cambiar de vida y recuperar a su hijo.

Se instala en París, donde trabaja en lo que encuentra, pero también esperanzada en cultivar su secreta vocación de cantante y su deseo de poder dejar las drogas. En todo este tiempo aparecerá en escena un personaje fundamental, su suegro, un hombre que trata de comprender todo y cuya mansedumbre es capaz de mover montañas. Este señor se las arregla para hacerle entender lo que es la vida sin decírselo y sin siquiera saberlo. Es simplemente estar con ella y amar a su nieto, así como a su enferma mujer y saber, además, que el tiempo existe y poco a poco nos lleva con él.

El talentoso realizador Olivier Assayas cuenta esta historia sin estridencias ni cúspides dramáticas. El filme es como un friso, como una tensión constante que se alimenta solamente de datos menores: encuentro de la protagonista con personas vinculadas al mundo que quiere dejar, un crispado deambular por escenarios extraños y ajenos puntillosamente seguidos por una cámara que hasta oculta su rostro, para detenerse en él cuando no tiene más remedio que rendirse cuentas ante sí misma. Assayas sigue linealmente este derrotero pero lo dota de un clima que elimina la evidente anécdota para sustituirla por un pathos real.

Maggie Cheung es una actriz notable que expresa su confusión y dolor sin gestos ni recursos lacrimógenos. Da su conflicto interior simplemente mirando hacia adentro, o diciendo las cosas precisas y necesarias, aun cuando, por fin, le ponen a su hijo delante. Su personaje recorre un camino hacia el llanto liberador, que se niega mientras vive su experiencia. A su lado, Nick Nolte (tal vez en el mejor trabajo de su carrera) aparece como el contenedor ideal, un hombre que habita siempre en el perdón. Cuando están los dos en pantalla, una rara poesía habita el filme.

Assayas ensaya de paso un apunte sobre la cultura libertaria del rock, que también coincide en una crisis. Muchas figuras aparecen en el film como ellos mismos, aunque esto no pase de un detalle oportuno. Pero "Clean" (limpio, título original) transita su metraje entre ese Canadá repleto de fábricas en donde se inicia, hasta la mítica San Francisco, donde muchas cosas parecen verse mas claras. Sin acentos moralizantes ni posturas intelectuales, el filme es el drama de una mujer y su tiempo y la límpida explosión de sus lágrimas.

"Clean"

("Clean", Francia, Canadá, Inglaterra, 2004); Dirección: Olivier Assayas; guión: Malachy Martin, Sarah Perry y O. Assayas; fotografía: Eric Gautier; música: Brian Eno, Davi Roback y Tricky; montaje: Luc Barnier; vestuario: Anais Romand; Intérpretes: Maggie Cheung, Nick Nolte, Mary Moulds, Beatrice Dalle, Jaén Balibar, Don McKellar, Martha Henry, James Johnston, David Roback, Tricky y Emikly Haynes; duración: 110m.; Presentada por Telexel en el América.

Puntuación: Muy Buena.