Historia de fidelidades y traiciones

Templarios: aquellos castos banqueros


Mezcla de soldados y monjes, por casi 200 años ejercieron un enorme poder tanto en la Europa medieval como en el Oriente Medio. En ese poder acumulado estaba el germen de su destrucción: terminaron execrados por sus propios aliados y su enorme fortuna saqueda por los reyes.

En una oscura época donde el hambre y las pestes eran cosa habitual, surgió en el seno de Francia una orden de monjes soldados de élite, formada por hijos de nobles, con el cometido de defender a los peregrinos y apoyar a los cruzados en la lucha por Tierra Santa.

Corría el año 1118 cuando Hugues de Payns, Godofredo de Saint-Omer y otros siete caballeros más, fundaron la Orden del Temple, asociación religiosa que intentaba armonizar la vida claustral y ascética del monje con la profesión militar, Jacobo de Vitry, que fue obispo de Acre (S. XIII), nos agrega algún dato más acerca de los Templarios en su "Historia orientalis seu hierosolymitana".

"Se comprometieron a defender a los peregrinos contra los bandidos y ladrones, a proteger los caminos y a constituir la caballería del Rey Soberano... Observaban la pobreza, la castidad y la obediencia según la regla de los canónigos regulares... Al principio no fueron más que nueve... y durante nueve años, se vistieron con ropas seculares... Y como no tenían iglesia ni lugar en que habitar, el rey les alojó en su palacio, cerca del Templo del Señor... y por esa razón se les llamó más tarde templarios".

Balduino II, rey de Jerusalén era el soberano a quien se refiere el párrafo anterior; no solamente los alojó sino que fue uno de los mentores de la orden. Los templarios efectivamente estuvieron residiendo en una parte de su palacio (las caballerizas) pegado a la mezquita de Al-Aqsa, precisamente encima de las ruinas del templo de Salomón. Algo más tarde, los monjes custodios del Santo Sepulcro, les cedieron un terreno contiguo a esas caballerizas.

La gloria y el poder

En 1139 consiguieron una bula papal que les excluía de la jurisprudencia, tanto civil como eclesiástica, con lo que no volvieron a rendir cuentas ni a reyes ni a obispos, únicamente al Papa. Además de los testamentos y donativos que recibían, también estaban las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden. También podían recolectar dinero en todas las iglesias de occidente, una vez al año. Obtenían grandes beneficios comerciales con todo el excedente de sus granjas y encomiendas.

Hacia 1170, la Orden se extendía por toda Francia, Alemania, España y Portugal, y apenas 50 años más tarde era el imperio económico, militar, político, religioso y científico más importante de Europa.

Aparte del consabido poderío militar (30.000 hombres), desarrollaron un eficiente sistema bancario, logrando convertirse en los banqueros de gran parte de Europa y de sus reyes con un novedoso sistema de créditos y garantías. Estas garantías serían lo que hoy conocemos como cheques de viaje, puesto que consistían en un documento de autorización escrito y sellado por el cual el autorizado podía percibir la cantidad especificada en cualquier castillo templario; se crearon con el propósito inicial de salvaguardar a los peregrinos a Tierra Santa de los saqueadores.

El ocaso

En Francia, en 1314, más de 15.000 caballeros del Temple fueron arrestados, sin aviso y sin más razón que un mandato real, y condenados a la hoguera y sus bienes pasaron finalmente a la corona. Un fuerte aliado de Felipe IV, el visir Nogaret, maquiavélico personaje fue el que ideó el plan para la destrucción de la Orden. También se dio la circunstancia de que en un plazo de dos años murieron, misteriosamente, dos Papas (curiosamente enemigos del rey de Francia), y ocupó el trono papal Clemente V, una persona débil y manejable, que acató todas las pruebas presentadas contra los caballeros templarios: herejía, ritos blasfemos (como escupir y pisar la cruz en las iniciaciones de los caballeros), sodomía, adoración de falsos ídolos demoníacos como el misterioso Bafomet, etc.

Nunca se pudieron demostrar estas acusaciones, aunque se conservan testimonios de caballeros templarios confesando lo que sus verdugos querían, bajo el poder de tremendas torturas.

El Papa Clemente V suprimió la orden en 1312, después del dictamen emitido por el Concilio de Vienne (1311).

En Aragón, el proceso inquisitorial se saldó con la dispersión de la orden, después de proclamarse su inocencia en un Concilio celebrado en 1312 en Tarragona; en Valencia los bienes de la orden sirvieron para fundar la Orden de Montesa en 1317. En Cataluña y Aragón los bienes fueron a parar a los caballeros Hospitalarios y en Castilla a la corona.

El propio Jacques de Molay (XXIV Gran Maestre), fue quemado vivo el 19 de marzo de 1314, frente al gran monumento gótico de N™tre Dame. Allí se retractó públicamente de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamó la inocencia de la orden e invitó a los culpables de todo aquello a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios. Esta maldición se cumplió: el Papa Clemente V, Nogaret y Felipe IV murieron antes de finalizar el año, por causas naturales.

Los caballeros templarios jamás hubieran imaginado el final que les tocó vivir; jamás fueron concientes de todo el poder que tuvieron durante casi doscientos años; y esa sana inconciencia selló su destino. Aquellos pobres y castos caballeros eran demasiado honorables para existir en una Europa rebalsada de corrupción como era la Europa medieval... Bueno, eran demasiado honorables para existir en cualquier época.

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