La resolución 645 le quitará oferta al mercado de carne
Faltarían 175 mil cabezas
Se trata de 140 mil terneros, 25 mil vaquillonas y 10 mil novillitos. Significa un faltante del 16 % en cabezas del 10 % en toneladas, que se irá reduciendo mes a mes.

Imaginemos cómo sería la oferta de ganado en noviembre. Si se aplica la resolución 645, faltarán ese mes en la faena unos 140 mil terneros que, a razón de 130 kilos en gancho por animal, aportaban 18 mil toneladas peso res.

Pueden estar ausentes también otras 25 mil vaquillonas, que aportaban hasta ahora unos 145 kilos res cada una y que no darían el peso mínimo requerido. Además de otros 10 mil novillitos (150 kilos), que tampoco pesan los 300 kilos vivos.

En total, faltarían unos 175 mil machos y hembras, que suponen unas 23 mil toneladas de carne en gancho, que con respecto a una faena "normal" o "esperada" de 1,1 millón de cabezas con unos 219 kilos por animal faenado. Va a suponer un faltante del 16 % en cabezas y un 10 % en toneladas.

Este faltante irá reduciéndose con el paso de los meses, hasta casi desaparecer en el otoño próximo, cuando todos los animales que hoy no dan el peso mínimo de 300 kilos logren este umbral, sea a pasto o a corral.

Escenario

El gobierno deberá "sufrir" una demanda por carne vacuna muy firme en noviembre (Rusia estará comprando a pleno) y una demanda más firme aún en el último mes del año. En los últimos años, y con motivo de las fiestas de Navidad y de Año Nuevo, las ventas de carne vacuna se incrementan en las últimas semanas del año entre un 20 y 30 %.

Debe decirse que hoy son muchos más los que se apuran a vender antes del 1º de noviembre, que los que se preparan para tener novillitos y vaquillonas gordas para el momento de inicio de la vigencia de la 645, por lo que el faltante -por ventas adelantadas- puede ser aún peor.

En los feedlots, son muchos más los que están apurando el engorde para salir del negocio antes de noviembre y luego "desensillar hasta que aclare"; que aquellos que están ensayando una "frenada" recría o "no engorde", para llegar con lo que hoy está encerrado con el peso que marca el edicto a partir de noviembre.

El Gobierno, que está encantado con ocupar el centro de la escena (o el centro del ring) después de dos años de amagar con un plan ganadero que nunca salió, al parecer no estaría dispuesto a ceder en ninguno de los puntos relevantes de la medida.

Pro y contras

Algunos engordadores a corral (no todos) y frigoríficos han festejado esta medida. Piensan, a nuestro juicio erróneamente, que la resolución 645 les traerá mayor cantidad de clientes (a los corrales) y mayor cantidad de animales pesados exportables (a los frigoríficos).

Creemos que, efectivamente, crecerá el peso medio de faena unos 7 kilos, y que la producción de carne aumentará unas 100 mil toneladas anuales. Esto, en el corto plazo, y siempre y cuando todas las restantes variables del negocio ganadero no cambien.

Esta medida mellará la enorme confianza que tenían hasta hace un mes la mayoría de los operadores de la actividad ganadera sobre el futuro de este negocio.

Este volumen adicional de carne lo pagarán los criadores, especialmente los de zonas marginales, con un precio para sus destetes livianos muy inferior al actual. No sería raro, inclusive, que por la inercia positiva que tiene hoy la ganadería argentina, los efectos negativos de esta medida no puedan ser nunca evaluados. Estos se darán en el mediano y largo plazo; se enmascararán detrás otras medidas y otros vaivenes del mercado. La medida perturba un mercado que estaba en equilibrio, pero creemos que no tiene suficiente entidad para alterar la marcha del ciclo ganadero. Si iba a sobrar carne, igual va a sobrar; si va a faltar carne, esta medida no lo van a impedir.

Decisiones

Los funcionarios que idearon esta medida compulsiva, estarán para entonces lejos del escenario. En la mayoría de los casos que conocemos en los últimos 30 años, los funcionarios que aplicaron vedas, precios máximos o medidas similares luego se arrepintieron. Argumentaron que lo hicieron bajo la presión de las autoridades de Economía, a las cuales no siempre se les puede explicar la inutilidad de este tipo de resoluciones. Sea por ignorancia o por prejuicios contra el sector ganadero.

Hasta hace poco tiempo, desmentíamos a todos aquellos que decían que el Gobierno no tenía interés en apurar el acceso de nuestras carnes al mercado estadounidense porque iba a traer una suba en los precios del ganado y de la carne. Ahora, dudamos

Ignacio Iriarte