Al Teatro Municipal
Por Silvana Montemurri

Te vi resurgir vestido de azul/ desde tu cielo, Orlandi, siempre tan fresco/ vigila el hogar./ Al amparo de angelitos y palomas/ te vi brillar, reír... y llorar.

Naciste con el rojo de la pasión/ el que aún permanece en aquellas voces y aplausos/ que como fantasmas se escuchan/ en el silencio de las cien madrugadas.

Y hoy ese color... ese color, vuelve./ Las gargantas del paraíso como bocas abiertas de asombro,/ se mantienen expectantes mirando el escenario/ que siempre se puebla, aun vacío.

Tito Schippa da el do de pecho y/ Julio Bocca pega un salto, bien alto/ para cambiar dos foquitos de la araña/ lo ayuda Jorge Donn que ya está arriba.

María Guerrero está en el camarín buscando/ dramáticamente un vestido que/ Fumanchú hizo desaparecer/ como por encanto.

Cuando Washington Castro levanta la batuta,/ Lola Flores y las hermanas Amaro danzan/ hasta que un tropezón de Pepe Arias las detiene/ y les pregunta por las manos de Eurídice.

Pugliese y Marta Argerich/ no pueden tocar el piano/ porque el negro Olmedo/ les hace cosquillas.

Piazzolla arruga el fuelle y se queda estupefacto/ ahí... en un rincón... Lola Membrives consuela a Edipo/ que se acaba de arrancar los ojos./ Mientras Sandrini exclama: "Pa' lo que hay que ver".

Sobre el borde del telón de amianto/ a caballito, Borges, Discépolo,/ Sábato y Julián Marías/ juegan al truco metafísico.

La Belfiore, la Rossetti y la Pavlova/ no pueden hacer el pas de deux/ porque Niní Marshall las imita/ y de la risa, no logran pararse en puntas.

El Profesor Taurus hipnotizó a todos/ menos a los niños cantores de Viena/ que juegan a los gorjeos escondidos/ en las escaleras de las gradas.

Sentados en la carpintería,/ Los Midachi y Les Luthiers/ discuten sobre quién llevó más gente./ ¿Quién llevó más gente? ¿Eh?

Drácula acaba de pegarle un susto/ A Ernesto Bianco y se le pasó la fiaca./ Narcisín y Pablo Podestá juegan al tatetí/ con los celofanes de las luces de colores.

Hay un murmullo que crece desde la platea alta./ Un muchacho ha enceguecido con un punzón a seis caballos,/ Nati Mistral lo abanica,/ López Lagar lo consuela.

Pierina Dealesi encuentra dos gorras verdes/ sobre la baranda del palco oficial,/ Alfredo Alcón le dice que íno las tire como boomerang/ porque vuelven!

Los solistas de Zagreb no están tan solos/ todos escuchan su repertorio hasta que.../ un estremecedor grito resuena/ y hace flamear las cortinas de los palcos.

Bernarda Alba aparece y proclama:/ "íMi hija ha muerto virgen!"/ Parravicini la mira.../ y larga una ensordecedora carcajada.

Aída y Don Giovanni sueñan en una noche de verano,/ Turandot mira el panorama desde el puente/ y el telón va cayendo lento, azul, lento, rojo, rojo,/ da la impresión que nunca va a tocar el piso.

De la trampa del mago/ una mano sale, rotunda y chasquea los dedos.../ y el telón vuelve a subir y a bajar, a subir y a bajar/ verde, rosa, rojo, verde, rosa, rojo.

Y allí, en un rincón.../ apoyada en la pared como una puerta de utilería/ observando la escena... estoy yo/ cien años... tan sólo una mirada.