Cuadernos de cárceles

Del paisaje tumbero a su entramado


Desde mediados de este año, profesionales de la Dirección de Salud Mental de la provincia asisten a unidades carcelarias para brindar atención psicológica a los internos.

El proyecto incluye a las cárceles de Las Flores y de Mujeres. La primera cuenta con unos 577 internos, con edad promedio de 25 años. En la segunda conviven 56 mujeres, la edad promedio es la misma y algunas viven allí con sus hijos.

Nueve profesionales -Mariana Bonet Creus, Theda Borzone, Cecilia Collins, Ariel Fernández, Adriana Ferrer, Daniela Gigante, Florencia Jordán, Florencia Licheri y Paula Raviolo- asisten regularmente a estas instituciones.

Los psicólogos consignaron "tres momentos" de este trabajo: el primero, dedicado a la capacitación y al acercamiento a la institución carcelaria desde la teoría.

La segunda etapa consistió en atravesar los muros. Cabe mencionar que en Las Flores los consultorios consisten en dos pequeñas salas, destinadas para la pastoral, y otros dos consultorios armados dentro de la capilla, dos sectores divididos por biombos. En la Unidad de Mujeres, el consultorio es por momentos la enfermería, por momentos un aula de la escuela o una oficina del servicio social.

"Hacer el recorrido que conduce hasta los supuestos consultorios, atravesando los `laberintos' institucionales, se transforma en un hábito que convoca a pensar continuamente en el `adentro' y el `afuera", explicaron los profesionales.

El tercer momento es el de la supervisión, que se hace semanalmente. Se trata de una coordinación externa al equipo, que se lleva a cabo fuera de la institución carcelaria. La investigación, eje fundamental de esta supervisión, se hace a partir de las discusiones, los enigmas, las detenciones que la práctica va planteando. Con cierta periodicidad se va desprendiendo un escrito que se hace circular entre los miembros del equipo y que permite documentar algunos efectos de este proyecto.

ABRIENDO PUERTAS

"El objetivo es ir demarcando un saber, que se va creando y recreando fundamentalmente con la voz de los internos que, además de permitir un acercamiento a su subjetividad, permite ir construyendo un conocimiento sobre la institución y sobre el efecto de ésta en sus propias vidas", consignaron los psicólogos.

También mencionaron los interrogantes "imposibles de eludir desde el momento en que se acepta trabajar allí: `¿Qué lugar dar a lo que pensamos de la justicia e injusticia del tratamiento que reciben los internos? ¿A la pertinencia o no del sostenimiento de las cárceles como modo de castigo a los que cometen transgresiones a la ley? ¿Es posible ser `neutral' en este sentido? ¿Qué lugar queda para el mundo exterior, para otra legalidad en el ámbito de las instituciones totales? ¿Cómo se soporta `adentro' el `afuera'?".

"Una cuestión es llamativa en el desarrollo histórico del castigo: el pasaje de lo particular a lo universal. La prisión unifica, universaliza los delitos. La diferencia está dada por la duración de la privación, por el lapso en que la libertad y el tiempo de quien ha delinquido son regulados de manera absoluta.

"Algunos internos tienen miedo de salir en libertad; otros sostienen aún la pregunta: ¿por qué algunos conocidos que ya salieron, que me habían contado acerca de sus ganas de cambiar, vuelven a estar `adentro' al poco tiempo?

"Una escucha psicoanalítica se propone como modo de intervención en el entramado discursivo para desde allí poder construir un `saber' sobre uno mismo y sobre aquellas marcas que condicionan cierto juego de repetición inconsciente (la acción delictiva entre otras).

"Un entrecruzamiento con `la sociedad' se plantea necesariamente en esta práctica: de un lado, cierta `paz' cotidiana ciudadana, que se ve amenazada por momentos y reclama `seguridad'. Del otro, cárceles superpobladas -entre otros- por aquellos que quizás no pudieron `hacerse cargo' de ciertas marcas, que el entorno sociopolítico y económico colabora en sostener.

"Muchas veces se escucha decir que lo que sucede en la cárcel es una reproducción de lo que ocurre en la sociedad. Se trata, entonces, con este dispositivo, de permitir que distintos sujetos que están `adentro' tengan la posibilidad de responsabilizarse de sus propios decires y actos.

"Pero, ¿qué sucede respecto de esto en aquellos que habitamos `el afuera'? Quizás sólo la escritura permite hacer lazo con el Otro social que está involucrado en su `paz' cotidiana, ciudadana, con la existencia de un statu quo donde las cárceles y su multiplicación cumplen su función.

"Las voces del `afuera' muchas veces colocan a estos profesionales en difíciles posiciones: `¿Vos trabajas ahí, con la lacra social?' Devolver, dar, mandar un mensaje al Otro a través de un escrito abrirá un camino de lazo, de reenlace de eso que queda casi como en el lugar del desecho real y del que se ignora o se quiere ignorar muchas veces el grado de responsabilidad social, política, cultural y económica en juego".

DE LA REDACCION DE EL LITORAL