Kirchner-Bush
Lecturas opuestas de la reunión
. Elogios al margen, el presidente argentino se quedó sin la promesa de apoyo ante el FMI que esperaba de su par norteamericano. Pero, además, debió soportar públicas reprimendas sobre seguridad jurídica y corrupción. Desde el gobierno se difundió otra versión del encuentro.

Darío D'Atri (CMI)

Posiblemente, el gobierno argentino se equivocó al dejar trascender que el objetivo central de la reunión cumbre entre Néstor Kirchner y George W. Bush era conseguir el apoyo de Estados Unidos para la negociación que la Argentina se dispone a iniciar con el Fondo Monetario Internacional, pero ni en el peor de los escenarios imaginó que ese deseo se transformaría en la pesadilla que ayer se vivió en la breve presentación de ambos presidentes ante la prensa.

Nunca Kirchner escuchó de alguien tan poderoso, públicamente, y a escasos 60 centímetros de distancia, reclamos tan tajantes como los que espetó Bush entre sonrisas poco creíbles y gestos de cowboy que nunca se calla. "Coherencia en la legislación", "respeto de las reglas", "decisiones que atraigan inversiones" no sólo son la antítesis del apoyo que buscaba la Argentina de Estados Unidos, sino que se parecen demasiado al listado de inflexibles reclamos que el FMI, apalancado por el poderoso G-7, ha establecido como condicionamientos esenciales y previos a cualquier acuerdo que pueda firmarse entre Buenos Aires y Washington.

Argentina está ahora obligada a cerrar un acuerdo con el Fondo para refinanciar unos 5.000 millones de dólares que vencen desde enero próximo hasta fines del 2007. Pero el escenario planteado ayer tras el fracaso de la reunión Kirchner/Bush lleva a pensar que lo que se preveía como una negociación complicada se transformará en un desafío político más asociado a la puja de los organismos financieros y del propio G-7 contra la rebeldía kirchnerista que a las chances reales o no de cumplir ciertas metas económicas.

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Distensión y restricciones

Durante la semana, las señales ambiguas de distensión que generó la Casa Blanca pudieron haber alimentado la tentación del gobierno argentino en relación a las posibilidades de ese apoyo que ayer no llegó. Sin embargo, vale mirar el contexto restrictivo en que se mueve el propio Bush dentro del G-7, en el cual ya no existe margen para aceptarle a Estados Unidos posiciones favorables a la Argentina en contra de lo que piensa el resto de los socios de ese club de todopoderosos.

Al mismo tiempo, Argentina ya no es el país enfermo y fundido del 2003, cuando EE.UU. impulsó el último acuerdo alcanzado con el FMI, sino una nación con tasas de crecimiento asiáticas, que a los ojos del mundo tiene la obligación de sentarse a reconstruir el prestigio y la confianza que dinamitó con el default.

Ayer, George Bush le dijo a Kirchner, ante la mirada atónica de 150 periodistas del mundo, que la Argentina tiene que negociar sola ante el Fondo, además de cumplir las exigencias y reclamos mencionados anteriormente. Es, se mire como se lo mire, el peor resultado deseable del encuentro bilateral en el peor de los escenarios, el de una cumbre de presidentes que amplifica todo hasta el extremo de la sobresignificación.

Desde el próximo lunes, superados los desafíos que impone esta Cumbre de las Américas, Néstor Kirchner y Roberto Lavagna tienen el desafío doble de definir condiciones bajo las cuales un acuerdo con el FMI sea posible, y hacerlo sin contar, como hasta ayer, con la ilusión de que un espaldarazo de Washington sería el ancho de espadas que definiría la partida frente a Rodrigo de Rato.

Satisfacción oficial

Desde el gobierno nacional, aseguraron anoche que el encuentro del presidente Néstor Kirchner con su colega estadounidense George W. Bush "fue muy productivo", porque Washington prometió "seguir apoyando" a la Argentina ante el FMI, pero una vez planteada la estrategia ante ese organismo.

Fuentes oficiales dijeron que durante el encuentro "no se habló del tema Alca ni de Venezuela", aunque sí "de las asimetrías que complican la integración económica en la región".

Trascendió que Kirchner explicó a Bush cuál era la situación en Bolivia, donde restan celebrarse elecciones presidenciales, y le manifestó que hay dos candidatos que se encuentran en paridad.

Incluso, las mismas fuentes dijeron que en un momento dado Kirchner se refirió a la "hegemonía" estadounidense en la región, algo que Bush no recibió con buen grado, pero después el santacruceño le explicó: "Yo lo pienso así y prefiero hablar en esos términos y no como otros alcahuetes".

Los voceros aseguran que "no hubo ningún pedido" del mandatario argentino a su par norteamericano acerca de algún respaldo de Estados Unidos en las negociaciones con el FMI, aunque Bush -dijeron las fuentes- le dijo al santacruceño que "vamos a seguir ayudando", aunque primero debe mostrar la Argentina su estrategia ante el organismo.

En ese sentido, Bush destacó que "el avance económico genera mejores condiciones para negociar con el FMI" y que "es razonable lo que está planteando la Argentina".