Mataron a golpes y balazos a un joven remisero

Furia homicida en el Camino Viejo

 El intento por hacer desaparecer el auto con sus huellas comprometedoras fracasó a orillas del río Salado. Foto: Luis Cetraro. 

El bárbaro crimen se consumó ayer a la tarde, pero pasado el mediodía de hoy no se habían practicado detenciones en el marco de la investigación policial. Tampoco aparecen testigos.

José Luis Pagés

A las 13.20 de ayer el joven Pablo Ernesto Sañudo (23) recibió una llamada en su teléfono celular. El remisero escuchó, cortó y con inocultable entusiasmo confió a uno de sus compañeros: "con este viaje estoy salvado".

Es decir que Sañudo salió dispuesto a cumplir con su rutina de trabajo y, presuntamente, en busca de un cliente habitual. No imaginaba entonces que iba en camino a una trampa mortal.

Media hora más tarde en la base de Remises Express alguien advirtió que algo anormal estaba ocurriendo, porque el equipo de radio de Pablo estaba en silencio y no contestaba a los llamados de la central.

Rápidamente la inquietud ganó espacio entre todos los remiseros de la red y, todos ellos sensibilizados por la ola delictiva que los aflige, salieron en busca del Fiat Siena y el chofer que misteriosamente había desaparecido de la frecuencia radial.

Pero no serían ellos quienes lo encontrarían. A las 15.20 un agente de la Seccional 7a. preguntó telefónicamente a Remises Express si Sañudo trabajaba para esa empresa y ante la respuesta afirmativa pidió que algún representante de la misma se presentara en esa dependencia.

Poco después los compañeros de trabajo de Sañudo serían llevados a reconocer un cadáver que yacía, con la cabeza destrozada en la banquina del Camino Viejo a Esperanza, un sitio desolado donde el único punto de referencia es un templete que levantó la familia de Vanesa Almeida, la niña que fuera asesinada en ese mismo lugar.

Los compañeros primero y los familiares del remisero un poco después, confirmarían horrorizados que, aquello que habían temido en un primer momento, era una dolorosa realidad. Sañudo, con el cráneo destrozado a golpes y, con al menos tres heridas de bala en su cuerpo, yacía sin vida en el lugar.

Minutos más tarde la policía daría con el remise que conducía el infortunado. El vehículo había sido llevado por el camino que corre paralelo al country Los Molinos para ser arrojado a las aguas del río Salado.

La intención de hacer desaparecer el vehículo con las comprometedoras huellas habría fracasado porque los asesinos no tuvieron en cuenta que es playo el sitio donde lo desbarrancaron. De tal modo el automóvil quedó a la vista, apenas con la trompa sumergida y clavada en el lecho barroso.

La imagen que ofrecía el vehículo se correspondía exactamente con el cuadro de extrema violencia observado en el Camino Viejo. No solamente el habitáculo estaba regado por la sangre de la víctima, también los laterales estaban salpicados por ella.

Por lo demás, la ventanilla trasera del lateral derecho estaba destrozada y todo sugería la brutalidad y la furia con que víctima y victimarios se enfrentaron.

En el lugar las fuentes policiales se limitaron a confirmar lo que estaba a la vista, pero agregaron que nada faltaba en el auto de Sañudo; no le quitaron el anillo de oro y tampoco el reloj. La ticketera estaba en su lugar, también la base de comunicaciones, objetos preciosos que no desperdiciaría ningún ladrón.

En cambio, un familiar del desaparecido transportista dijo que algo faltaba, y eso era -según el ticket hallado en el lugar del hecho-, el dinero del viaje presuntamente realizado.

Sañudo era un muchacho de elevada estatura y fuerte contextura física quien habría sabido defenderse solo en caso de ser atacado y eso parece haber ocurrido, aunque con suerte adversa para él, ayer a la tarde.

Según sus compañeros de tareas una sola persona nunca habría podido contra Pablo, "necesariamente los asesinos fueron dos", decían con insistencia mientras Mariela -la esposa-, Gloria -la madre- y otros deudos expresaban su dolor entre gritos y llantos ante las puertas de la cochería de Obispo Gelabert, donde el muchacho fue velado esta mañana.

En gran número los remiseros de Express y otras empresas del ramo acompañaron los restos de Sañudo hasta su última morada haciendo sonar -a modo de reclamo y despedida-, las bocinas de sus móviles.

En tanto esto ocurría camino al Cementerio fuentes policiales aseguraron que hasta el momento no aparecieron testigos del hecho y agregaron que tampoco se practicaron detenciones en el marco de la investigación del bárbaro crimen.

Movilizados en Casa de Gobierno

Una larga caravana de remises llegó esta mañana a la Casa de Gobierno. El grupo, compuesto en forma mayoritaria por choferes, coincidió ante los medios de prensa en un pedido común: seguridad. Una delegación encabezada por el titular del sindicato que los nuclea Alejandro Haedo, se reunió con el secretario de Gobierno Walter Gálvez y el jefe de la policía Alejandro Forzare. Pidieron básicamente integrar el Consejo Consultivo de Seguridad Comunitaria, cuestión que fue aceptada y por ello se los convocará la semana próxima; que la Municipalidad profundice el control de vehículos truchos, y que se restablezca el sistema de comunicaciones.

Afuera se sucedían los testimonios de quienes trabajan todos los días y las noches al volante: Marcelo Casanova pidió que la policía también patrulle la entrada a los barrios del norte y el oeste, en lugar de concentrarse solamente en las calles céntricas y avenidas principales. "Los hechos de violencia se suceden día tras día. En el transcurso de la semana apuñalaron a otro remisero en Lamadrid y Salvador Caputto, y se salvó porque tiene un Dios aparte".

En coincidencia, Rodrigo Toledo definió como puntos estratégicos de control las entradas a los barrios, y particularmente en la zona de Camino Viejo a Esperanza. Como muchos de sus colegas expresó que los chequeos se hacen sobre los choferes pero no sobre el pasaje. Y propuso "empezar a seguirnos entre nosotros, acompañarnos, seamos de la empresa que seamos, y bajar al pasaje que se vea como sospechoso".