En Colonia Aldao
Los Barberis, sinónimo de excelencia en leche
Cabaña, tambos, centro de inseminación artificial y trasferencia embrionaria: en menos de medio siglo, los Barberis construyeron una marca y un estilo de trabajo de primer nivel.

Federico Aguer-Néstor Fenoglio

Colonia Aldao (Enviados Especiales). - ¿Qué es lo que hizo que un tambero "común" -uno más entre miles en esta zona de la cuenca lechera santafesina- y un tambo "normal" se convirtieran, en menos de medio siglo de vida, en un apellido -Barberis- y una marca -La Lilia- reconocidos a nivel nacional? Hoy, "los Barberis" y "La Lilia" trascienden el pequeño pueblo que les dio origen y desde allí se atreven a jugar con cartas fuertes en primera: sus animales cosechan grandes premios tanto en Palermo como en la Fiesta Nacional del Holando o en cuanta muestra o exposición se presenten y los embriones de su creciente Centro de Inseminación son reclamados de todas partes, incluso del exterior.

No hay magia: don Onelio Barberis habla de "continuidad", sus tres hijos -Juan Luis, Horacio y Fabián- hablan de "aprovechar los momentos" y de "mejorar" y todos, Onelio y sus hijos y seguramente los pibes de la tercera generación que vienen empujando, hablan en realidad un mismo idioma: despacio, sobre seguro, pero para adelante y sin pausas. Hoy los Barberis conforman un equipo sin fisuras: Don Onelio con sus vitales y sabios setenta y pico y sus tres hijos con una división de tareas y un compromiso que los hace eficientes. Juan se encarga "de los números", Horacio -uno de los hombres que más sabe de Holando Argentino en el país- de los tambos y del funcionamiento general del establecimiento y Fabián, del Centro de Inseminación. Y todos se encargan de todo, todos saben qué está haciendo el otro, todos empujan -siempre- para el mismo lado.

Una historia para contar...e imitar

En un puñado de metros, cuando se avanza por la ruta 280 S (desde Sunchales hacia el oeste) y antes de llegar a Colonia Aldao, están, en ese orden el Centro de Inseminación, la cabaña y, pasando el pueblo, el tambo modelo. En el primero de esos sitios, el flamante e impecable Centro de Inseminación, nos detenemos y nos recibe un señor afable, de boina blanca, pulcro y sonriente. Es Don Onelio en persona (una característica repetida en los mejores campos, producciones y fábricas de nuestra región: el dueño está presente) y, mientras esperamos a los hijos que andan resolviendo cosas por ahí, vamos respirando el ritmo tranquilo y eficiente de La Lilia, donde todo está en su sitio y donde lucen Holandos de excepcionales características.

Esta Pyme fue fundada por el propio Onelio y su esposa Lilia -de allí el nombre del establecimiento- en 1958 y, en ese entonces, se trataba de un esforzado tambero, uno más entre muchos, en la época en que todo se hacía a mano y a pulmón. "No hay que parar -dice Don Onelio-, nuestro secreto no es ningún secreto: nunca, ni en los peores momentos, paramos. Acá en la zona, hay y hubo muchos tamberos, gente valiosa y trabajadora. Pero o no pudieron o no supieron continuar. La continuidad es lo que hace que puedas aprovechar las oportunidades, en el momento justo, cuando se presentan".

Cinco pajuelas...

Los hijos venían ayudando y empujando, La Lilia era un buen tambo, pero uno más de una zona eminentemente tambera. Parece que los muchachos lograron convencer a Don Onelio para incorporar la inseminación artificial. El inicio fue conservador y modesto: se autorizó la compra de -sólo- cinco pajuelas con semen importado. Hoy lo cuentan como una anécdota risueña pues en el Centro propio que tienen desde el año 2.000 hay 65.000 pajuelas que se venden como pan caliente pues La Lilia, a fuerza de premios y mejoras genéticas sin pausa logró hacerse un lugar en el competitivo y exclusivo mundo de las mejores cabañas.

Corría 1985 y de esa modesta compra inicial nace una vaca que en su nombre llevaba cifrado un mensaje: Esperanza. Ahí se pegó un salto cualitativo, por entonces sólo pensando en mejorar el propio rodeo. Por Esperanza se llega a Navidad, otra vaca (la "Navi": los Barberis conocen a sus animales uno por uno, con nombre, apellido, apodo y todo) importante. Y en 2.000, ya pisando fuerte y pensando en grande, convencido Don Onelio por "los chicos" de que ése era el camino para diferenciarse y darle valor agregado a su ya consolidado tambo, trajeron desde Canadá a la imponente "Kate" y esta vaca le dio tres Palermos y metió a los Barberis "en las grandes ligas". De hecho, la Kate, es la única vaca viva del país que ganó tres grandes premios en la máxima muestra del país.

Presente y futuro

Hoy los buenos productos se multiplican, desde la armoniosa "Blanca", que se ganó todo en los últimos tres años, hasta los animales que le dan prestigio a la Cabaña y aportan al Centro de Inseminación y Transferencia Embrionaria.

Hoy la Lilia tiene tres tambos -uno totalmente computarizado- con rodeos de 250 animales de primer nivel y encontró en su crecimiento una escala y un modelo a seguir, con propuestas esperanzadoras de crecimiento, que incluyen ventas a China, y ofertas de países limítrofes que reconocen ya el prestigio de esta firma familiar, que supo incorporar tecnología a tiempo -y hoy la produce, la consume, la vende, la exporta- y que cuenta con un eslogan que los identifica: "una forma de trabajo". Así hay casi 2.000 hectáreas de pasturas para las Holando, más un plus ganadero de 3.000 hectáreas en Curupaytí.

No sabemos si es la continuidad a la que apuntaba don Onelio, la unión que se refleja en todos, la eficiencia en el "reparto de tareas", la educación y formación de todos, objetivos claros, cambios justos, aprovechamiento de oportunidades... Todas esas cualidades explican y representan sin dudas a "los Barberis". Pero, disfrutando de un buen asado y un tercer tiempo con nombres de vacas, pedigree, historias de tambos y tamberos, en familia y con todos presentes, se nos formula la palabra que acaso más los represente, aunque ellos no la nombraron: pasión. Porque los Barberis tienen pasión por su trabajo y por las Holando. Y por eso, y por los atributos que ellos mismos refirieron, se puede trascender desde un pequeño tambo de Colonia Aldao a todas partes. Es que la pasión hace cosas importantes.