La mujer en el poder


"El poder no es un objeto del que apropiarse y sostener con fuerza, sino una red de relaciones dinámicas en permanente movimiento". M. Foucault.

Angela Merkel ha sido la última mujer en asumir el poder en un país tan poderoso como Alemania. Sabemos que la lucha fue ardua, pero no podemos atisbar si la elección fue acertada y cómo hará para desenvolverse en un ambiente mayoritariamente masculino de la Unión Europea.

Merkel se suma así a una selecta lista de féminas que a lo largo de la historia consiguieron ubicarse en el podio del poder. No siempre su desempeño fue feliz, pero lo cierto es que el protagonismo femenino tiene claros y oscuros, éxitos y derrotas, fruto de un largo proceso que nació en los albores de la humanidad.

La pierna quebrada y en casa

Así reza un proverbio español, cuya explicación sobra. Pero la mujer se las ingenió para cambiar la historia. Si bien es cierto que le ha llevado un tiempo, también vemos que su protagonismo se va consolidando. Durante siglos fue la sombra detrás del trono, con chispazos de primeros planos y nombres que el tiempo se encargó de borrar. Sin embargo, la historia abunda en perfiles destacados que los investigadores y estudiosos muchas veces pasaron por alto por no considerarlos dignos de ser mencionados.

Así hubo médicas, literatas, religiosas, científicas, escritoras, reinas, políticas que tuvieron que esperar la evolución del mundo para nuevamente ver la luz gracias al empuje de las nuevas generaciones que, desembarazándose de prejuicios absurdos, venciendo obstáculos increíbles, hablando, gritando, trabajando, estudiando, han podido encontrar el lugar que les corresponde en la sociedad y en la nueva historia.

La mirada hacia atrás

¿Hubo una ausencia de mujeres a lo largo de los siglos? Por supuesto que no, allí estuvieron siempre. Desde Gala Placidia a Cleopatra, desde María de Molina a Isabel la Católica, desde Olympe de Gouges a Madame Curie, su presencia fue una constante en el trabajo y la conquista del mundo de los hombres.

Madres, esposas, hijas abnegadas, siervas, intrigantes, reinas, regentes, cortesanas, abadesas buscando siempre los intersticios que les dejaba el hombre.

¿Quién recuerda el nombre de Bellayna, médica judía de la segunda mitad del s. XIV, que desarrolló su trabajo en el reino de Aragón? En la Europa medieval existieron médicas y cirujanas, comadronas y parteras. Muchas veces tuvieron que pedir autorización al soberano de turno para poder ejercer su profesión. (1).

Antes de Isabel la Católica, hubo varias mujeres que ejercieron el poder desde el trono. Pero fue ella, sin dudas, la figura destacada de todo su tiempo y más allá. Su férrea voluntad, su carácter pertinaz la llevó a ocupar el sitial más importante en la historia de su país y de su tiempo. Con aciertos y errores no ha nacido aún otra figura que se le iguale.

El destino natural

La guerra, la principal ocupación y el divertimento del hombre, sirvió paradójicamente para elevar el protagonismo de la mujer. Dueña y señora de su feudo, en ausencia del amo comenzó a tomar las riendas de la organización familiar y, como un silencioso juego de círculos, extendió su influencia hacia los márgenes de la sociedad.

La Revolución Francesa le dio el raro privilegio de compartir el patíbulo con sus pares y el siglo XIX escuchó las primeras voces de rebelión.

La mujer "irracional, intuitiva, afectiva" quiso tener participación en la elección de las autoridades. La palabra pública había estado históricamente vedada a ese grupo insignificante que comenzaba desde abajo, desde el silencio, a hacerse oír en las calles, en las reuniones sociales, peticionando, exigiendo, reivindicando un protagonismo retaceado a lo largo de los siglos.

"El hombre impone a la mujer leyes en cuya redacción ella no participa. El hombre hace de la mujer una muerta cívica". Palabras de Lucrecia Mott, en el Primer Congreso Femenino en Nueva York en 1848.

Pero el elemento aglutinador de las distintas corrientes de mujeres fue, sin dudas, el reclamo por el sufragio femenino.

El camino transitado

A la sombra de la última década del s. XIX, en 1893, Nueva Zelanda hace un quiebre en el camino de las reivindicaciones femeninas al otorgar el voto a las mujeres. Fue como una rajadura en un dique. Argentina se sumó recién en 1947. El último país fue Suiza, en 1971.

No nos alcanzan los pocos centímetros de un artículo periodístico para nombrar tantas mujeres que solamente en el s. XX formaron parte de la "mitad invisible de la historia".

En 1904, Rosa Luxemburgo, polaca-alemana, ingresa por primera vez al comité directivo de la Internacional Socialista. En 1907, en Finlandia nos encontramos con las primeras parlamentarias del mundo. En 1917, Alejandra Kollantay es incorporada al Comité Central del PC, primera mujer que ocupaba un puesto político tan importante en Rusia. En 1921, Mary Ellen Smith en Canadá se convierte en la primera mujer del mundo que llega a ministra. En 1930, Victoria Kent es nombrada ministra de Justicia en España. En 1959, Indira Ghandi en la India es elegida para presidir el Partido del Congreso. Luego sería elegida primera ministra. Inaugurando una década de cambios en 1960, Simiravo Bandaranaike, de Sri Lanka, se convierte en la primera mujer en el mundo que llega a primera ministra. Los '60 se cierran con la asunción de Golda Meier en ese mismo cargo en Israel, con la elección de una parlamentaria en Irlanda del Norte, y con la primera mujer negra que gana una banca en el Congreso en los EE.UU.

A esta altura de los acontecimientos la mujer sabía que podía, sentía que su voz comenzaba a oírse y escucharse en los sitios mundiales de decisión y la marcha continúa sin pausas.

Comienza la década del '70 con Simone Weil como primera secretaria general del Congreso de la Magistratura en Francia. En Alemania Anne-Marie Tenger es elegida para presidir la asamblea legislativa. En 1976, Inglaterra comienza un capítulo muy destacado de su historia al elegir a la que sería conocida luego como "La Dama de Hierro", Margareth Thatcher. Se cierra la década en 1979 con María de Lurdes Pintassilgo como Primera Ministra de Portugal.

Las dos últimas décadas del ajetreado s XX son el marco brillante de la conquista de un protagonismo femenino que se ve por primera vez y ahora sí, consolidado.

Vidgis Finnboggadotir, presidenta de Islandia; Benazir Bhutto, Primera Ministra de Pakistán es la primera mujer que gobierna un país musulmán; Tansu Ciller, primera ministra de Turquía; Hillary Clinton, dándole un nuevo perfil al rol de primera dama, comienza a situarse en los peldaños del poder. Edith Cresson en Francia, Mary Robinson y Mary Mcaleese en Irlanda, Gro Harlem Brundtland en Noruega. Hanna Suchocka en Polonia, Ruth Dreifuss en Suiza, Hashina Wajed en Bangladesh.

Una perlita para matizar la lista: en Sri Lanka, entre 1994 y 2000, madre e hija gobernaron juntas el país, Sirimavo Bandaranaike como primera ministra y su hija Chandrika Kumaratunga, como presidenta. (2).

América en femenino

Y mientras tanto ¿qué sucedía de este lado del planeta?

Sólo siete mujeres han gobernado en América. Los argentinos tenemos el "privilegio " de haber inaugurado la lista con María Estela Martínez, viuda del Gral. Perón. Lidia Gueiler Tejada en Bolivia fue diputada, presidenta de la Cámara Baja y en noviembre de 1979, presidenta interina. Fue depuesta en 1980.

Violeta Barrios de Chamorro estuvo durante siete años al frente de Nicaragua. Sila María Calderón fue la primera gobernadora boricua durante cuatro años en Puerto Rico. En Panamá, Mireya Moscoso, viuda del derrocado presidente Arnulfo Arias Madrid, llegó a la presidencia en 1999.

La convulsionada Haití también figura en esta lista en la figura de Ertha Pascal Trouillot, que además fue primera jueza y primera mujer en llegar a la Corte Suprema. Rosalía Arteaga, tal vez ostente el récord de fugacidad en esta lista ya que ocupó el codiciado sitial sólo cinco días, en Ecuador. Siendo vicepresidenta, el 7 de febrero de 1977, se proclamó presidenta tras la destitución de Abdalá Bucaram.

Solamente hemos mencionado a las que llegaron a la máxima jerarquía del poder político, pero cada vez son más las que manejan la toma de decisiones desde otros ángulos por cierto muy importantes. Mujeres que han sabido hacerse su lugar, desde puestos clave.

En Norteamérica, Madeleine Allbright, durante el mandato de Bill Clinton, como secretaria de Estado y ahora la elegante presencia de Condoleezza Rice, de 49 años, son como puestos de avanzada frente a otra fémina de fuerte presencia: Hillary Clinton.

¿Y por casa?

Las argentinas construyeron una interesante historia con roles protagónicos de marcada importancia. Un abanico variopinto de voluntades de diferente extracción unidas por el común deseo de participar y decidir.

La presencia de la mujer en la política argentina arranca desde mucho antes de 1945, pero es indudable que Eva Perón es el punto de inflexión de la saga argentina. A partir del voto femenino la mujer accede a lugares antes jamás soñados y con preparación o no, allí se ubica. Al fin y al cabo, al hombre nunca se le tomó examen para ocupar ningún puesto clave y su presencia y protagonismo de ninguna manera es sinónimo de idoneidad y honestidad.

Los últimos años vieron desfilar infinidad de mujeres que habiendo ostentado nombres de ilustre prosapia, quemaron sus alas cual mariposas efímeras, sacrificando lo que podría haber sido brillante carrera por un momento de lujo y placer. Lo que demuestra que en realidad hombres y mujeres son débiles seres humanos incapaces de resistir la tentación.

Sin duda son muchas las que no tuvieron la suerte de ver sus nombres en las marquesinas de la fama pero que han conseguido acceder al círculo aúlico a través de grandes esfuerzos, con estudio, capacitación, honestidad, ética. Ellas son las verdaderas protagonistas de un poder que aparentemente destruye y contamina a quienes beben de él.

El tiempo dirá si la presencia femenina ayuda a sacar adelante un mundo cada vez más convulsionado y enloquecido.

Tendrá razón García Márquez cuando afirma: "Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar a la humanidad en el s XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo".

Ahora, luego de la campaña electoral argentina en que las candidatas nos aturdieron vociferando epítetos ofensivos, y como siempre el juego del poder tentó con su abanico de luces y sombras, tornamos la mirada hacia el resto de América. El 4 de diciembre hay elecciones en Bolivia. La periodista María René Duchén es candidata a vicepresidenta acompañando al ex presidente Jorge Quiroga. Y en Chile existe casi la certeza de que el 11 de diciembre las elecciones consagrarán a una mujer como presidenta de ese país.

Mientras tanto en Alemania, Angela Merkel es la flamante canciller que acompañará a las tres damas que integran la selecta Unión Europea: Mary McAleese de Irlanda, Tarja Halonen de Finlandia y Vaira Vike-Freiberga de Lituania.

¿Podrá la mujer en su carrera ascendente cambiar el rumbo caótico del mundo? El espíritu competitivo no es exclusivo del hombre, pero tal vez la presencia femenina sea la cuota necesaria de equilibrio para lograr frenar el hambre, la miseria, el analfabetismo, la injusticia, el dolor.

Pero eso, sería llegar a un mundo perfecto que por supuesto sabemos que no existe.

1) Mujeres en la Historia de España - Planeta 2000

2) La Nación - Lunes 29-01-2001

Ana María Zancada