Planificar el mercado cárnico
Por Eloy Rodríguez

En la Argentina, el rodeo vacuno es el mismo de hace 50 años, cuando el resultado de la ecuación era de 2,5 animales por habitante. Hoy, como consecuencia del incremento poblacional, descendió a 1,3. Este estancamiento torna insuficiente la oferta y produce el aumento en el precio del producto.

Es un diagnóstico, casi unánime, que se refiere al incremento de ambas demandas: la interna, compuesta por la preferencia de carne en la costumbre del argentino más la incorporación de nuevos consumidores como consecuencia de la baja del desempleo; y la externa, por la aparición de nuevos mercados y la caída en las ventas de Brasil por el problema de la aftosa.

Ahora bien, ninguno de los participantes del negocio: ganaderos, matarifes, carniceros y supermercados, manejan individualmente el precio del kilogramo de carne.

Mientras tanto, para mantener la rentabilidad exportable, se piensa en la posibilidad de ocasionar una caída en el consumo interno que, en nuestro país y sólo la carne al mostrador, representa alrededor de 17 mil millones de pesos por año.

Ante este panorama, para frenar la suba de precios, se tomaron medidas cortoplacistas: el incremento de las retenciones, del 5 al 15% que quita estímulos en el momento en que Chile, por ejemplo, estaría dispuesto a pagar entre un 15 y 20% más a la importación de cortes argentinos, ya que cerró sus compras a Brasil y la limitación en el peso de la faena, para que en el mediano plazo la oferta se incremente aproximadamente en 100 mil toneladas, que adolece de falta de oportunismo y produce una retracción en las ventas justo en un mes clave, como noviembre, con una demanda firme tanto interna como externa. Además el resultado de esta variable se observará en abril o mayo del año próximo cuando los animales, que hoy pesan alrededor de 200 kilos, alcancen el límite establecido por la resolución.

Abrir la importación, para atender la demanda interna, no producirá mayor impacto en un mercado de tres millones de toneladas como el argentino. Hoy, sólo Uruguay nos vende pequeños volúmenes de vacío, asado y matambre.

Pensar en Paraguay y Brasil, con un precio de 65 a 75 centavos de dólar por kg. vivo, inferior a los 80 o 90 centavos de la misma moneda de nuestra hacienda, significaría correr con el riesgo de introducir la aftosa en un país como el nuestro, en el cual los controles han llevado a que sólo el 7% de la faena esté fuera del sistema.

No queda otra que planificar el aumento del rodeo nacional, incentivar nuevas inversiones, acordar con todos los sectores involucrados y reconocer que se exporta, aproximadamente, sólo el 20% de cada animal, porque hay cortes que "exclusivamente" consumen los argentinos, como el asado y algunas pulpas, sobre los cuales habría que acordar la estabilidad del precio, para tratar de mantener los valores de exportación.