En Viena
Nuevas terapias aprovechan el efecto biológico de la música
El "efecto biológico" de la música, su influencia en las corrientes cerebrales, la respiración y el talante psíquico encuentran cada vez más aplicaciones terapéuticas, y en 2006 -año de Mozart- serán objeto de un congreso internacional en Viena.

Cristina Casals (EFE)

Toda una red de investigación científica se dedica en Austria a los efectos terapéuticos y didácticos de la música, puesto que, según afirma la psicoterapeuta vienesa Gertraud Berka-Schmid, de la Universidad de Música, "el ser humano está hecho todo música".

En el centro de rehabilitación de la clínica de urgencias de Viena-Meidling, los terapeutas consiguen la mejora y recuperación de pacientes gravemente traumatizados a causa de accidentes con lesiones cerebrales, relajándolos con música suave de instrumentos como el laúd oriental antiguo o un arpa celta.

Según destaca el jefe del centro, el neurólogo Walter Oder, los pacientes con traumatismo de cráneo y cerebrales, a menudo sufren espasmos dolorosos y se hallan bajo un estrés enorme, sufrimiento que se puede paliar mediante música, en contacto con las cuerdas del arpa o permitiéndoles tocar un tambor.

Varias instituciones científicas han comprobado que el efecto de la música en el organismo humano es mucho más amplio de lo que se pensaba hasta ahora.

Los expertos de la Universidad de Pavía, en Italia, y de Oxford, en Gran Bretaña, han descubierto, por ejemplo, que el disfrute de la música influye positivamente en la circulación sanguínea y en la actividad cardíaca.

Otros estudios confirman que cantar o tocar un instrumento puede mejorar el sistema inmunológico, cambiar la percepción del dolor y el estrés e incluso aumentar el rendimiento en los estudios.

En una entrevista con el semanario "Profil", de Viena, Berka-Schmid se lamenta de que el hombre moderno tenga un déficit en la expresión de emociones, lo que la experta relaciona con la incapacidad de servirse adecuadamente del instrumento de la voz.

La gran mayoría de los niños hoy en día no consiguen respirar bien, lo que, según Berka-Schmid, aumenta la frecuencia cardíaca y de la respiración, más aún en tiempos como los nuestros, que exigen cada vez más rendimiento en menos tiempo, en detrimento de la creatividad.

Von Karajan

Las investigaciones promovidas por la red Mensch&Musik (Hombre y Música) se remontan a una iniciativa del director de orquesta Herbert von Karajan tras un accidente trágico en el año 1968, cuando su colega Joseph Keilberth se desplomó, mientras estaba dirigiendo la ópera wagneriana "Tristán e Isolda" en Munich y murió en el acto.

Karajan encargó a un equipo de médicos que analizaran los factores del estrés a los que se somete el director durante un concierto, y en 1969 se estableció en Salzburgo un instituto de la Fundación Karajan para psicología experimental de la música, donde el propio director se ofreció como sujeto de experimentación.

La red Mensch&Musik coordina trabajos científicos como el de Hans-Ullrich Balzer del Mozarteum Salzburgo, que ha estudiado física y se dedica a la así llamada cronobiología, cuyo objeto es el transcurso temporal de los procesos biológicos.

Balzer afirma que la música ofrece posibilidades mucho más amplias de influir, por ejemplo, en los trastornos del sueño, que los medicamentos.

Mediante una terapia especial según criterios cronobiológicos, que recurre a una almohada especial con programa musical, ha conseguido ayudar a pacientes con hipertensión.

En el marco de un proyecto del Seguro General contra Accidentes AUVA, unos obreros de la construcción fueron sometidos a un programa para reducir el estrés con movimientos rítmicos, lo que les permitió reducir considerablemente la frecuencia de los accidentes laborales.

Según explicó el jefe del programa, Max Moser, el movimiento rítmico ahorra energía, y por eso los obreros en tiempos antiguos cantaban en el trabajo, a lo que se debe el estilo musical del "blues".

Los resultados de la investigación realizada por la red serán presentados a principios de octubre del año próximo, en el congreso internacional de Baden, donde se cuenta con la participación del investigador cerebral americano Antonio R. Damasio.