Amenaza de cárcel a sindicalistas en Nueva York
Primera reunión de partes por el paro de transportes
Representantes de los trabajadores y la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) estaban reunidas por primera vez desde que empezó hace tres días la huelga de transportes de Nueva York y justo cuando pende una amenaza de cárcel sobre los líderes sindicales.

AFP

El comité ejecutivo del Sindicato de Trabajadores de Transporte (TWU) de Nueva York y el jefe negociador de la MTA, Gary Dellaverson, se encontraban en el hotel Grand Hyatt del centro de Manhattan tratando presumiblemente de hallar una solución que ponga fin al paro, que afecta cada día a siete millones de usuarios potenciales.

Las negociaciones tenían lugar antes de que los líderes sindicales, con el presidente de la TWU, Roger Toussaint, a la cabeza, comparezcan ante un juez que evocó la posibilidad de encarcelarlos por no haber acatado su orden de poner fin a un paro prohibido por las leyes de Nueva York (los empleados públicos no pueden hacer huelga).

Al mismo tiempo, se repetían las escenas que en los últimos días han configurado el paisaje neoyorquino.

Cientos de miles de personas se lanzaron a la calle en patines, bicicleta o calzado deportivo, fuertemente abrigados, para afrontar un trayecto de horas hasta su trabajo.

La temperatura (-1° centígrado en Brooklyn) era mejor que en días anteriores y, al contrario de lo que se pensaba, la desesperación aún no se había apoderado de los ciudadanos entrevistados.

"Hay bastante tráfico", explicó Sean Moriarty, de 36 años, que debía cruzar el puente de Brooklyn hasta Manhattan para ir desde ahí a Nueva Jersey en una de las líneas de tren que no pertenecen a la MTA y que por lo tanto no han parado.

"Es el primer día que patino al trabajo y el tercero que tendré que volver patinando", agregó. "Espero que (la huelga) acabe pronto por la gente, pero a mí no me importa hacer ejercicio".

John, a secas, de 24 años, empezaba una marcha de casi una hora a paso enérgico y escuchando música: "Es mi segundo día, ayer caminé también. No me importa, me pongo el iPod y camino unos 50 minutos. El frío no me importa porque soy de Minnesota", el Estado del norte caracterizado por sus inviernos gélidos.

"Volaba como el viento"

George Shea, presidente de la Federación Internacional de Concursos de Comer, era uno de los ciclistas que trataba un día más llegar a su oficina en Manhattan desde Brooklyn, un paseo de dos horas.

"Déjeme decirle. En un momento dado, volaba como el viento, con los pájaros sobre mi cabeza y los gritos de los huelguistas más allá. En otro momento, me encontré a un lado de la carretera, inclinado, a punto de vomitar por el cansancio", dijo sobre su experiencia y con el temor de que se vuelva a repetir.

Colleen, de 25 años, que trabaja haciendo libros infantiles, dijo estar "extremadamente cansada" en su segundo día de pedaleo.

"No soy una ciclista, en realidad he aprendido a pedalear en los dos últimos días, me he caído de la bicicleta no sé cuántas veces. Y aún me queda para llegar a la calle 37 y la Quinta Avenida en Manhattan", dijo con preocupación.

El alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, también atravesó de nuevo el puente de Brooklyn hasta Manhattan para solidarizarse con los afectados.

En una conferencia de prensa posterior, Bloomberg pidió el fin inmediato de la huelga esgrimiendo el daño que está causando a los negocios.

La huelga "tiene que acabar y tiene que acabar ahora", dijo Bloomberg, antes de calificarla de "desgraciada e innecesaria".

El alcalde explicó que la asistencia a los museos ha caído un 80 %, a los restaurantes un 40 %, y sigue por niveles inferiores a los normales en las escuelas.

Deseo presidencial

La Casa Blanca también expresó su deseo de que "las dos partes puedan resolver sus diferencias de manera que la gente de Nueva York pueda desplazarse de acuerdo con sus necesidades", dijo el portavoz Scott McClellan.

En sus primeras portadas sobre la huelga, los diarios de la ciudad fueron extremadamente críticos con los huelguistas.

El New York Post los tildó de "ratas" y el Daily News afirmaba: "Aún quedan cuatro días para las fiestas y ya estamos de los nervios". Mientras, The New York Times calificó de "innecesaria" la huelga en un editorial.

Tampoco faltaron expresiones de apoyo entre los ciudadanos, como las de la abogada Sheryl Dickey, que se dirigía de nuevo a Manhattan explicando que apoya "totalmente al sindicato".

"Es duro con estas temperaturas, pero mire a todos estos ciclistas, a mí me parece bien", sostuvo.