El arte de recibir con elegancia
Cómo ser un buen anfitrión. Los detalles hacen la diferencia. De allí que sea interesante conocer el modo de servir una mesa para recibir amigos, familiares e invitados de honor.Textos de Sandra Sorbellini.Fotos de El Litoral

De un tiempo a esta parte, la ceremonia de un almuerzo o cena elegante se impone como una moda cada vez más frecuente. Esta buena costumbre de ocuparse de los detalles en los distintos pasos que lleva preparar y compartir una comida, puede hacer de estos encuentros, momentos inolvidables. Y todavía más si se trata de una ocasión especial, como la Nochebuena y el almuerzo del 25 de diciembre.

Para poder desenvolvernos con naturalidad dentro de las reglas que impone el ceremonial, es necesario ir incorporando estas buenas costumbres en los encuentros entre amigos, o simplemente en nuestras comidas diarias. Si bien las normas que rigen el ceremonial son flexibles, también es cierto que para adaptarlas a nuestra realidad hay que conocerlas. Un ejemplo de ello es el caso del fumador. Durante mucho tiempo se planteó que un buen anfitrión debía permitir fumar en su hogar, más allá de las costumbres del dueño de casa. Hoy se aconseja a los invitados que cuando lleguen a una reunión y no vean ceniceros a la vista, sepan entender el mensaje.

Para poder adaptar nuestra casa para una recepción, es necesario que estemos al tanto de cómo se recibe a los invitados en una comida formal. En este caso, los invitados son guiados por el personal hacia el guardarropa y luego hacia donde serán recibidos por los anfitriones.

En una comida menos formal, la mucama -luego de abrir la puerta- tomará los abrigos y los guiará hacia el salón, donde serán recibidos por los dueños de casa y presentados a los demás invitados.

Ahora, si la comida es informal, los invitados podrán ser recibidos directamente por los dueños de casa. Serán ayudados con sus abrigos y presentados al grupo. Si nuestra casa no cuenta con un área de guardarropa, es importante que habilitemos provisoriamente un sector o una habitación a tal efecto, así evitamos que la vivienda se llene de prendas desparramadas por todas partes que, sin dudas, no contribuirán a resaltar los adornos que preparamos para la ocasión.

El aperitivo

Antes de pasar a la mesa, se debe servir una copa o drink o copa previa. Lo correcto será ofrecer champagne, jerez, algún tipo de bebida sin alcohol. A veces puede hacerse informalmente, pero se podrá servir vino blanco en lugar de champagne. Lo que sí se aconseja evitar, son los aguardientes, porque anestesian el paladar.

Asimismo, se servirán canapés, patés, quesos, entre otros, con tostadas recién hechas, cortadas del tamaño de un bocado.

Si la comida fuera más importante, la presentación de las fuentes será más elaborada. Trataremos de que los patés sean franceses, que haya canapés de salmón y caviar.

La anfitriona será la encargada de hacer pasar al comedor a sus invitados.

Acceso al comedor

Unos 45 minutos después de lo indicado en la invitación -ya sea formal o informal- (o, como máximo, una hora) se dará inicio a la cena. En el momento oportuno, el mayordomo o el responsable del servicio abre las puertas del comedor y dirigiéndose a la anfitriona, anuncia: "La cena está servida", lo que indica que es hora de pasar al comedor.

Ajustándose al ceremonial social, en ese instante la anfitriona invita a los comensales a pasar a la mesa. El anfitrión es el primero en pasar al comedor, dando el brazo derecho a la invitada de honor (la cortesía obliga a mantener en el lado derecho a la persona distinguida, luego pasa el resto de los invitados con su pareja de mesa y cierra el cortejo la dueña de su casa con el invitado de honor. Si entre los invitados hay algún prelado, entonces el eclesiástico camina en el primer término al lado de la anfitriona sin darle el brazo).

Los caballeros siempre llevarán a las damas a la derecha hasta el sitio que le corresponda, retirándoles la silla para que sienten con comodidad. La primera en sentarse será la anfitriona y a continuación lo harán los demás. Cuando la anfitriona en primer lugar toma la servilleta en sus manos, los demás harán lo propio.

Cómo abandonar el comedor

Al terminar la cena, la anfitriona coloca la servilleta sobre la mesa en el lado derecho, en señal de que el servicio ha concluido, e indicará claramente a los invitados en qué lugar de la casa se servirá el café.

Si hay invitado de honor, éste se pone de pie inmediatamente y le retira la silla a la anfitriona, si no lo ha hecho ya el mayordomo. El resto de los invitados hace lo mismo llevando del brazo derecho a la dama que fue su compañera en la mesa.

El momento del café

La costumbre de prolongar los placeres de la mesa es muy antigua y todos los pueblos, a través de la historia, se han encargado en hacer de la comida, algo más que la acción filosófica de saciar el apetito.

El momento de la sobremesa se inicia con el café. En este clima posterior al café, surge la necesidad de paladear un cognac o brandy, un licor o un digestivo como el fernet, bebidas que favorecen el proceso de la digestión.

A diferencia del servicio de mesa, el café es ofrecido por los anfitriones. El mayordomo presenta las bandejas con el servicio de café, té, y las coloca en la mesa más adecuada y se retira, iniciando el servicio la anfitriona con el café; luego ofrece las bebidas alcohólicas.

En caso de que los anfitriones así lo deseen, se ofrecen al mismo tiempo cigarrillos, puros o habanos, cuidando de que haya suficientes ceniceros en la sala. Este momento de relajamiento puede durar alrededor de una hora. Nunca está bien visto retirarse inmediatamente después de comer y, como lo sabemos, nunca antes del invitado de honor (si lo hubiera).

Servicio de la mesa

La estética en la presentación de las mesas: en el orden general, el arreglo de las mesas, la clase de la mantelería, de la vajilla, de la cristalería y de los cubiertos, señalan la jerarquía y buen tono de los anfitriones, así como el arreglo floral y los candelabros u otros adornos que engalanan la mesa.

En las mesas tendidas a la francesa, se acostumbra -en el mejor estilo- colocar centros de mesa de plata o plata dorada y cristal, cuyo conjunto debe ser bajo para no entorpecer la más amplia visión de los comensales que se encuentran delante.

Los candelabros pueden ser suministrados por objetos de un arte refinado, como porcelanas orientales y otras piezas de metales preciosos o pequeños instrumentos musicales antiguos. Todo está librado, naturalmente, al gusto estético de quienes ofrecen el agasajo o del encargado del ceremonial.

Para los arreglos florales hay una regla de oro, y es que éstas deben ser frescas: se deben tener en cuentas el formato y las dimensiones. Si la mesa es muy larga, es conveniente hacer varios arreglos, 2 ó 3, en vez de poner uno solo en el centro. No lo hagamos tan ancho que se encime con la vajilla, incomodando a los comensales.

La altura es muy importante, ya que puede haber personas bajas que están enfrentadas y deben estar moviendo continuamente la cabeza. Las flores no deben tener un perfume muy fuerte o persistente, para que no anulen el olor a la comida.

Con respecto a las velas, se deben usar como complementos de los centros florales y sólo si la reunión es de noche. Aquí también se debe tener en cuenta la altura de las mismas.

Para lograr un aspecto armónico de la mesa, siempre tendremos en cuenta combinar el color de las flores con los colores del mantel y la vajilla.

El mantel

En un comida de jerarquía, el mantel debe llegar hasta la mitad de distancia que hay entre el borde de la mesa y el piso.

Debe estar inmaculadamente limpio, bien planchado, y debe extenderse con todo cuidado y uniformidad sobre la mesa, sin que se noten marcas ni dobleces. Cualquier arruga debe plancharse, con ayuda de un lienzo húmedo.

El blanco es el color clásico, porque su elegancia y neutralidad permiten que la vajilla, cristalerías, centros de mesas y, especialmente, la comida, destaquen sin competir entre ellos.

El ceremonial y sus ramas

Podemos considerar tres ámbitos de aplicación específicos del ceremonial: el público, el privado y el social.

El ceremonial público, también llamado ceremonial de Estado, etiqueta oficial o protocolo. Esta última palabra tiene varias acepciones, pero en la materia que nos ocupa puede definirse como la "regla ceremonial establecida por decreto, que regula muchos aspectos de la vida pública de las naciones y, que en consecuencia, influye en toda la sociedad, que de alguna manera se ve reflejada en las personas que la representan". Por ejemplo, los decretos 2072/93 ó 333/85 regulan las normas establecidas en nuestro país para ceremonias y formalidades de carácter oficial, diplomático, militar, institucional social.

El ceremonial privado o etiqueta social implica las normas relacionadas con el buen tono social, pero dentro de las relaciones privadas de los individuos, normas de comportamiento como: saber vestirse, saber comer y servir, entre otras.

Por último, el ceremonial social es el mejoramiento de las relaciones públicas y de las virtudes cívicas de los individuos que viven en comunidad; tales disciplinas son la urbanidad y la cultura cívica.