George W. Bush de vacaciones de fin de año

EFE

El presidente de los EE.UU., George W. Bush, comenzó en su rancho de Crawford (Texas) sus vacaciones de fin de año, a sabiendas de que a la vuelta le acechan los mismos problemas que antes, como el escándalo del espionaje gubernamental.

Bush, que pasó la Navidad en familia en la residencia presidencial de descanso de Camp David (Maryland), se trasladó a Texas, donde aprovechará las fiestas para practicar algunas de sus actividades favoritas, como los paseos por su rancho.

El presidente tiene previsto regresar el próximo lunes a Washington, donde le aguardan problemas como el escándalo del espionaje gubernamental a los sospechosos de terrorismo, que ha suscitado las protestas de la oposición demócrata.

El pasado día 16 y después de una información publicada por el diario The New York Times, Bush reconoció haber autorizado en 2002 la intervención de las llamadas telefónicas y correos electrónicos desde o hasta los EE.UU., tanto de estadounidenses como de extranjeros, sin una orden judicial.

El presidente dijo que tenía la potestad para poner en marcha ese programa de espionaje de acuerdo con la Constitución y la resolución adoptada por el Congreso tres días después de los atentados del 11 de setiembre de 2001.

Esa resolución permitía el uso de "toda la fuerza necesaria y apropiada" en respuesta a los ataques.

Algo más de una semana después, el asunto aún colea y los demócratas insisten en que "ningún presidente está por encima de la ley" y esperan la celebración de una sesión extraordinaria en torno del caso en el Congreso, para poner los puntos sobre las íes.

Bush también se encontrará, el 9 de enero, con las audiencias para la confirmación del juez Samuel Alito como magistrado del Tribunal Supremo, una materia tampoco exenta de polémica por sus opiniones, objeto también del ataque político de los demócratas.

Alito se ha enfrentado a una campaña en contra por parte de los demócratas y grupos afines por sus opiniones sobre el aborto y otros asuntos.

Además, el nuevo año político deparará a Bush, nada más comenzar enero, la extinción definitiva de la ley antiterrorista, la llamada Ley Patriota, pues el Congreso decidió hace unos días prorrogarla sólo por un mes.

La Casa Blanca considera que se trata de una pieza "vital", tal y como ha reiterado Bush, para luchar contra el terrorismo.

Pero antes de que finalice el año, no es de descartar, y tal como ocurre desde el pasado verano cada vez que se traslada a su rancho de Texas, que el presidente estadounidense se encuentre con las "clásicas" protestas de opositores a la guerra contra Irak.