El tiempo está de su lado

Por Alfons Luna

A sus más de 60 años y, como dice una de sus canciones, el tiempo está del lado de los Rolling Stones, de los que nadie cree que va a ver en concierto por última vez y que están en mejor forma que sus admiradores de primera y segunda generación.

"Tocarán una y otra vez. Espero que hagan otra gira. La última será para sus fans, pequeños conciertos sorpresa en pequeños escenarios. No nos cansamos de verlos", dijo Engi, 33 años, un austríaco de Graz que viajó expresamente a Boston (Massachusetts, noreste de los Estados Unidos), para el primer concierto de la nueva gira mundial del grupo.

En los recitales de esta gira y con 43 años de oficio a la espalda, el cantante de la banda, Mick Jagger, pasa más de dos horas contorneándose y corriendo una y otra vez sin ahogarse por los cientos de metros de envergadura de los escenarios del mundo que reciben a la banda.

Como ocurre desde hace casi veinte años, los nuevos discos del grupo -en este caso "A Bigger Bang"- no tienen ningún peso en sus actuaciones, algo que no parece molestar a un público que acude a la cita como quien va a su viejo restaurante favorito a comer los platos de siempre.

Para introducir la actuación, presentan una breve filmación en la que una gran explosión en el espacio -alusión al Big Bang al que se refieren su nuevo disco y la gira- acababa en lo que parecían las calles de una ciudad estadounidense.

Luego, unos fuegos de artificio dan entrada a la banda y su "Start Me Up", primer título de un repertorio dominado por éxitos como "Satisfaction", "You Can't Always Get What You Want" y "Brown Sugar".

Antes del concierto de Boston, Jagger defendió ante los medios el hecho de que -por segunda vez consecutiva- empiecen su gira en esa ciudad norteamericana afirmando que el público de allí es benevolente con los errores. Pero el engranaje Stones funciona y el público sale contento, aplaudiendo detalles como la vuelta a los escenarios del baterista Charlie Watts después de que se le detectase un cáncer de garganta. "Seguirán tocando hasta que se mueran en el medio del escenario -dijo John Obrinska, de 34 años, que asistía a su decimoquinto concierto de la banda-. Cada vez es mejor de lo que esperaba, tanto a nivel escénico como de interpretación".