El peor día de tu vida
Darío Pignata[email protected]
Muchas veces el fútbol, que dicho subjetivamente es el deporte más lindo del planeta, suele ser un calco de lo que es la vida. Y ayer, este dignísimo Colón de Bauza lo vivió en carne propia. Suele pasar. Como cuando uno comió demasiado el fin de semana y se fue a dormir con resaca el domingo a la noche. Al otro día, no suena el despertador y uno se duerme. De paso, no lleva los chicos a la escuela y discute con su mujer. Llega tarde al trabajo y, obviamente, se pelea con su jefe. En la jornada laboral en sí, como no podía ser de otra manera, comete errores no habituales y le generan más trastornos. Cuando sale del laburo, un "zorro" le hace una multa. Camino a casa, buscando que por fin la jornada termine, pincha una cubierta y no tiene la auxiliar en condiciones. Al volver al hogar, uno de los chicos tiene fiebre, la madre sigue con cara de pocos amigos por la primera discusión de la mañana. En el paquete, se olvidó de pagar los impuestos. "Nos van a cortar la luz, ya te lo dije", son las primeras palabras conyugales del día. De rebote, camino al baño, la cereza que decora el postre: "Apuráte en bañarte que tenemos que comprar comida porque viene mamá -o sea, la querida suegrita- a comer a casa", son las palabras siguientes que intercambia el matrimonio. De más está decir que el delivery llega tarde y el pedido está frío. Cuando la jornada está por terminar y el protagonista se acuesta, ya tapado, se acuerda que se olvidó de sacar la basura. Final del día. Todo mal. Como si fuera el peor día de tu vida.
Pero, la pérdida más importante de ayer no se refleja en los números. Porque el resultado, en diferencia y justicia, no admite esta vez discusión de parte de nadie. Lo que el equipo perdió ayer, más allá del invicto, las rachas y la punta, fue su identidad. Es que ayer Colón no pareció Colón. Entonces, el tantas veces elogiado "patrón de juego" se extravió en medio de tanta pasión por verlo como único puntero en el fútbol argentino.
Gimnasia de Jujuy lo termina "quebrando" estratégicamente en la más floja de sus tres líneas: el sector clave del mediocampo. Porque hasta acá, Colón era oficio más solidez en el fondo para defender, del mismo modo que exhibía desequilibrio individual y contundencia para atacar.
Allí, en la zona de medios, Zurita fue menos de lo que venía, Capurro profundizó sus falencias para el carril, Romagnoli fue superado en cantidad de guerreros y Giovanny directamente dejó al equipo con un jugador menos en términos de recursos para intentar jugar.
A nadie puede sorprender el planteo que hizo Mario Gómez, que dejó sin habla a más de uno, sacando del once titular al mejor de todos sus volantes: Israel Damonte (¿será cierto que lo hizo porque se enteró de que Colón lo tiene apuntado para el próximo torneo?).
Si bien el fútbol moderno ya casi no sabe de marcajes individuales, los jujeños cerraron todos los caminos. Desde arriba, donde Balvorín y Silva no son punteros y tampoco livianos, empezó un verdadero homenaje al "catenaccio" italiano: cuando Colón salía, los pesados delanteros jujeños tapaban a Chitzzof y Vargas respectivamente.
El candado siguió en el medio, donde Oyola le pegó un baile bárbaro a Capurro. Allí, chocaron los polos: Capurro siguió sin corregir esa tendencia de volante central que lo lleva a cerrarse hacia el centro del campo y Mario Gómez -viejo zorro- no hacía otra cosa desde el banco que decirle al zurdito Oyola que jugara pegado a la cal. En consecuencia, recibió libre toda la tarde. Del otro lado, Quinteros ganaba y perdía con Zurita. En el fondo, Medero sobraba con su viejo sello: le metió de entrada una patada a Denis de ésas que el hincha de Colón aplaudía cuando jugaba con la sangre y luto.
Dos stoppers a presión: Sosa con Fuertes y Ramón con Denis. Así, al partido del mano a mano le quedaba la parte de la llave del candado. Faltaba encerrar a Giovanny. La verdad, no hicieron demasiados esfuerzos los jujeños para anular al "10", a pesar del despliegue de volantes. Si el colombiano iba a lo ancho, había dos "5": Juárez y Pieters. Y si se le ocurría avanzar, cosa que hizo poco, lo esperaba Ramasco, algo así como un líbero barriendo delante de la línea de tres y a espaldas de los cuatro volantes.
Para que el plan fuera perfecto, Jujuy necesitaba usar mejor que Colón la primera bala. Y fue así nomás, cuando Silva ganó la espalda desnuda de Vargas, clavó el centro perfecto y Balvorín usó lo mejor que tiene: el frentazo seco para poner el 1-0. Colón, entre el candado jujeño y las limitaciones propias, quedó envenenado como consecuencia de un cóctel mortal. Porque Elizondo -árbitro que indudablemente fastidia a los jugadores de Colón- inventó una falta en la puerta del área que Oyola canjeó por gol. Al toque, la roja a "Bichi". Y si bien quedaba más de media hora por delante, Colón sabía que esta vez ya no había margen para escribir ninguna hazaña de ésas que hicieron un poco más grande su centenaria historia.
Así, el peor día de tu vida había terminado para este Colón del "Patón" Bauza, un equipo superado en todo y al cual ayer no le salió nada de nada.