"El Museo Americano" o libro de todo el mundo


La obra de César Hipólito Bacle constituyó uno de los documentos iconográficos más valiosos para reconstruir la vida de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XIX.

Prof. Nanzi Sobrero de Vallejo (*)

La Gaceta Mercantil del 19 de noviembre de 1828 da cuenta de la llegada al país del suizo, oriundo de Ginebra, César Hipólito Bacle. Lo acompañaba su esposa Andrea Macaire, que había estudiado Bellas Artes en su país de origen "adquiriendo gran habilidad para el dibujo y las técnicas del grabado", la que secundará eficazmente a Bacle en su labor.

Instala en la Calle de la Catedral Nº 17 el "Taller de Litografía e Imprenta del Estado" que se convertirá prontamente en uno de los talleres litográficos más prolíficos y cuya obra constituyó uno de los documentos iconográficos más valiosos para reconstruir la vida de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XIX.

Si bien es considerado el introductor de la litografía en la Argentina, debemos recordar que hubo dos intentos anteriores. El primero fue el del inglés John Quenby Beech, contratado por el gobierno de Buenos Aires por medio de sus representantes en Londres en 1824. Éste no cumplió con el rol de impresor por el que había sido contratado y debió abandonar el proyecto.

En 1826 arriba el francés Juan Bautista Douville, comerciante y naturalista, quien al poco tiempo adquiere una prensa litográfica y decide dedicarse al oficio con la asistencia del pintor francés Luis Laisney. De su taller surgen piezas iconográficas importantes, pero abandona el oficio por considerarlo complicado y poco remunerativo.

En 1831 el citado Bacle compra al gobierno argentino los materiales de una imprenta litográfica en desuso, la que explota con la ayuda de su mujer, Andrea Macaire. Apenas instalada su imprenta concretó novedosas iniciativas, siendo las más importantes la publicación de la "Colección General de las Marcas del Ganado de la Provincia de Buenos Aires" y los "Trajes y Costumbres de la Provincia de Buenos Aires", constituida esta última serie por un conjunto de cuarenta y seis láminas. Contó con la asistencia de prestigiosos dibujantes como Arturo Onslow, Hipólito Moulin y Carlos Enrique Pellegrini, además de su ya citada esposa Andrea.

Por circunstancias políticas de la época se gana la enemistad de Rosas, que lo encarcela. Esta situación de encierro perjudica notoriamente su salud motivo por el cual logra su libertad. Muere el 4 de enero de 1838. Como consecuencia de ello su familia vuelve a Europa; sus bienes se rematan quedando como legado su valiosa obra gráfica.

El primer tomo

El 4 de abril de 1835 Bacle anuncia la aparición del primer tomo de "El Museo Americano" y advierte que su contenido comprenderá temas referidos a la historia, viajes, historia natural, historia religiosa, biografías, misceláneas.

"... Queremos que en él se hallen materias de todos los precios, de todos los gustos: cosas antiguas y modernas, animadas e inanimadas, monumentales, naturales, civilizadas, salvages, pertenecientes á la tierra, al mar, al cielo, á todos los tiempos, procedentes de todos los países...", "... en una palabra imitar en nuestros grabados, describir en nuestros artículos todo lo que sea digno de fijar la atención y las miradas...", expresa el autor en la introducción de su obra. Objetivo que logra en este primer tomo que cuenta con cuatrocientas dieciséis páginas ilustradas con ciento veintisiete impresos de diferentes tamaños resueltos en la técnica del grabado litográfico.

El grabado de mayor dimensión está dedicado a la portada y cubre toda la superficie de la hoja. Llaman la atención los elementos que lo componen y que responden a los objetivos trazados por el autor. Un gran portal de estructura arquitectónica sirve de marco a una escena de amistoso diálogo entre una dama romana y un aborigen ricamente ataviado. La dama señala hacia un ángulo, donde como por azar descansan elementos de todo tipo: instrumentos musicales, un globo terráqueo, un ancla, herramientas y útiles que hacen alusión a las artes, las ciencias, el comercio, la industria. Todo ello enmarcado en un templete circular compuesto por elementos de la arquitectura griega y romana y que sirven de sostén al título del libro "El Museo Americano".

Entre los grabados de sus páginas interiores se encuentran gran variedad de retratos: Goya, Voltaire, Humboldt, Chateaubriand ilustran los textos dedicados a la vida y obra de hombres célebres por su aporte a la música, la literatura, las ciencias, la religión.

Otros de tipo científico sirven de apoyatura a descripciones de aves, animales, plantas, flores, frutos. Esquemas descriptivos correspondientes a diversos aparatos novedosos para la época, croquis arquitectónicos y otros de características diversas.

Sin duda los más atractivos corresponden a las vistas de ciudades de diferentes sitios del mundo. Con maestría y oficio se encuentran representadas postales de Gibraltar, Roma, Burgos, Salta, Milán, París como también narraciones de viajes, rituales, costumbres domésticas, labores varias, fenómenos naturales. En sus páginas encontramos tanto apuntes gráficos de la América meridional como un monumento a Confucio, una receta para hacer tinta, consejos para primeros auxilios, escenas de caza de los esquimales y el lenguaje de señas para los sordos.

Oficio de los grabadores

En todas las ilustraciones se destaca de manera elocuente el oficio de los grabadores intervinientes; la acertada composición de las escenas, la justa acentuación de los valores y el diestro manejo de las herramientas coadyuvaron al logro de estampas de gran interés artístico, más allá del documento iconográfico.

La edición de la presente obra no redituó a Bacle los beneficios económicos esperados, y a ello se sumó una serie de observaciones críticas referidas a la elección y distribución de los temas que constituían cada una de las entregas del libro. Bacle apeló a una manera muy original para la época que fue la entrega en fascículos a través de suscripciones, pero los lectores no siempre cumplieron con los debidos pagos, lo que obligó al editor a reclamar en forma reiterada el mismo.

Los avatares económicos lo obligaron a suspender su edición, la que es reemplazada por otra entrega similar que titula "El Recopilador". Alcanza a imprimir veinticinco números pero luego debe suspenderse ya que la escasa venta no le permitía cubrir los gastos mínimos.

"El Museo Americano" o "Libro de todo el mundo" es considerado el primer libro ilustrado que surgió de una imprenta litográfica argentina. Un ejemplar excelentemente conservado se encuentra en la Sala del Tesoro de nuestra Biblioteca Nacional, rubricado en su portada por una firma perfectamente legible: Angel Carranza-1848

(*) Miembro del Centro Transdisciplinario de Investigaciones de Estéticas de Santa Fe. 1) En la página 96 del libro anuncia la finalización de la suscripción del primer trimestre e informa sobre la entrega posterior de los siguientes y su precio, a lo que añade "Avisamos también a las personas que todavía no han pagado el importe del primer trimestre que no recibirán los números sucesivos hasta haber efectuado el pago".En la página 104 informa a los lectores sobre lo referente a innovaciones producidas y ofrece una encuadernación "a la rústica". Reitera la necesidad de cumplimiento del pago y anuncia que en lo sucesivo se hará por adelantado.En la última entrega comunica que "quienes quieran hacer encuadernar el Museo en pasta ó media pasta, pueden mandarlo á la imprenta, á donde recibirán una carátula y el Indice General. Lo que completará el Tomo I".