Toco y me voy
Una de relaciones públicas
Hay gente que se especializa en conocer, coleccionar y usar personas y tarjetas personales para fines comerciales o los que fueran. Viven de eso: son relacionistas públicos. Ah..., mucho gusto.

Días pasados, para una convocatoria de algo en medio del campo (pero campo-campo: nada de Internet, ni celulares ni nada: campo puro y pelado), recibí el inquietante mensaje de un master en relaciones públicas: me iban a entregar un press kit ahí mismo, en medio del campo. Uno es desconfiado y primero temí por mi integridad física. ¿Lo qué me van a dar? Luego, superada esa primera abrupta impresión, me puse a pensar y a repasar los pobres conocimientos de Inglés que uno tiene y entonces me di cuenta de que esa persona me iba a dar en medio del campo-campo (etc.) no la tradicional pedestre y provinciana gacetilla de prensa, sino el kit, bolso, paquete o carpeta de prensa, algo que es mucho más chic y fashion que una mera hoja con los datos. Ese kit tiene folletería de primera, gorrita empresaria, merchandising variado, quizás hasta un regalo tipo llavero o birome y, al final, también una gacetilla.

La anécdota, en realidad, sirve para conocer cómo funciona esto de las relaciones públicas. Uno conoce a mucha gente, entrega y recibe tarjetas personales o da y recibe alegremente el número de celular o la dirección de e-mail.

Pues, esa gente vive de eso: cobra. De su colección de tarjetas y relaciones. Y mientras vos sos amable y te parece natural dar tu tarjeta o número, para el otro es su negocio. Y mientras uno agenda pudorosamente o no, el otro te tiene y sos un trofeo más en su colección (aunque se trate de caza menor, en mi caso) y una "relación" que alguna vez relacionará, incluso antes de lo que vos pensás...

Por lo general, son vagos o vagas agradables, seductores innatos, tipos y tipas que andan siempre en la cornisa del coqueteo profesional.

Les ha pasado también aquello de conocer a alguien que los conoce a todos, y vos no sabés si es o no un tipo importante, porque maneja determinados discursos con una seguridad o ambigüedad, según los casos, increíble. El señor, a los tres minutos de conocerte, atiende un llamado no de Néstor (el uno) pero sí de Julio (el amigo del uno), con quien es culo y camisa. O charla con el "Turco" y le anticipa que el lunes lo visita.

Este tipo dice hicimos, un plural colectivo al que se sube con toda impunidad, aunque con los fracasos o las cosas turbias se separa milagrosamente y con la misma facilidad: lo que pasa es que ahí hicieron (los otros) tal y tal cosa y se equivocaron (los otros) en tal otra.

Maestro del aramos (como el mosquito), del embrague y desembrague, los tipos también van a caballo de las ideologías: son progresistas, de izquierda, amigos de algún líder, pero por otra parte tienen un puesto o puestito impreciso en la estructura estatal, de cuyos viáticos no se privan, etcétera. Viven también de las relaciones públicas.

Tenés, por otra parte, el abogado del foro local que, inexplicablemente, ha ido escalando posiciones y de golpe es ¿¿¿íííqué cosa!!!??? Vos no podés creer que el mismo Carlitos, un nabo que daba pena en la escuela primaria y secundaria, hoy tenga los humos (y los autos y la casa) que posee. Nos quedamos pensando en el tipo de país que de golpe consagra de esa manera a un inútil y lo lleva por los azarosos caminos del primer mundo, el jet set y todo, todo, gracias a las famosas relaciones públicas.

Por último, hay que admitir que la matriz de los public relations, está enquistada en la propia familia: siempre hay una prima, una tía, un temprano jubilado por invalidez (que no tiene un carajo) que se encarga de contactar a todos, reunirlos, anoticiar sobre el ataque de escorbuto del primo segundo de la tía Tonona, que vos no conociste pero que era la compañera de escondidas de tu bisabuela Clarita. Gente así tiene, además, un quiosco, o pasa muchas horas en la vereda y conoce con lujo de detalles la vida de todo el mundo. También él (aunque no cobra) es un especialista en relaciones públicas.

Me gustaría finalmente conocer qué piensan ustedes sobre este tema. Les ruego que me envíen sus datos, su tarjeta, su e-mail y su número telefónico. Con eso solo, estoy hecho. Y encantado de conocerlos.

Textos: Néstor Fenoglio[email protected]: Luis [email protected]