"Postango" recargado

En una noche excepcional, Gerardo Gandini dirigió al Santa Fe Jazz Ensamble, Néstor Marconi y Carlos Nozzi. Foto: MERCEDES PARDO. 

Estanislao Giménez Corte - [email protected]

Ya por el amplio recinto en el que se desarrolló el espectáculo, ya por la formación de big band tan poco usual en estos días, ya por el póker de tangos gardelianos que el maestro Gandini deshizo sólo para volver a armar según su percepción "postanguera", en fin, ya por ese particular sentimiento que se despega de los poderosos vientos del Jazz Ensamble, la apertura del festival santafesino, el pasado jueves, se asemejó por momentos a un intenso y espectacular viaje en el tiempo.

El programa era por demás tentador. Incluía la presencia de dos grandes figuras: Gerardo Gandini (piano) y Néstor Marconi (bandoneón), un solista de reconocida carrera, Carlos Nozzi (cello) y el estreno de una obra no editada en la Argentina, "Tangos y Postangos" (2002), que el compositor escribiera para una big band alemana y a la que él mismo definió como una "cosa extraña", a razón de los cruces entre el jazz y el tango que allí se evidencian. El Paraninfo universitario, colmado en la ocasión, vino a refrendar una vez más, por si hiciese falta, lo que se sabe desde el comienzo de los festivales del género en la ciudad: que hay un público ávido de este tipo de eventos y que asiste con regularidad, pese a que algunas autoridades lo desconozcan.

La noche se inició sobre las 21 con la apertura a cargo del Santa Fe Jazz Ensamble, que desgranó tres obras notables, con Carlos Michelini como solista de saxo y Francisco Lo Vuolo al piano. Impactó particularmente la composición de Charlie Mingus, "Canción de pelea haitiana", de una notable fuerza. Al menos en tres ocasiones por cada una de las obras, el público irrumpió en aplausos.

GANDINI GARDELIANO

Una entrega intimista, compleja, delicada, entregó Gandini al momento de su set de piano solo. Como otras veces, eligió a Gardel, "Ese extraordinario melodista", como dijo alguna vez. La emprendió con cuatro de sus clásicos: "Soledad", "Volvió una noche", "El día que me quieras" y "Por una cabeza". El piano adquirió, en esos minutos, una impresionante resonancia dentro del inmenso recinto que, en silencio, con sus 20 metros de alto (o los que fueren), funciona como una verdadera caja acústica, en cuyas paredes rebotan como añoradas imágenes (de otros tiempos, justamente) los acordes gardelianos.

EL SONIDO Y LA FURIA

Una música vigorosa, movilizadora, enérgica, escuchamos en el último tramo de la presentación, ya con todos los músicos en escena. "Tangos y Postangos" mostró a un Gandini presentando cada una de las obras con una mezcla de comicidad y `honestidad brutal' que -más de una vez- levantó la carcajada de los presentes (por caso, la obra `Gata escapada' es sobre su gata... que se escapó. "No tiene nada de poesía', asumió su autor). Así también, contó que como la Radio Colonia de Alemania le pagaba por minuto de música escrita, hacía esfuerzos ingentes porque su suite fuese "lo más larga posible (...) me pagaban cualquier guita" aseveró. "Así se dio una fusión no buscada, encontrada", expresó, entre el jazz y el tango. "La Nostalgia", incluida en la película de su amigo Fito Páez, "Vidas Privadas"; "Café de La Musique"; "Después de la lluvia" y el bellísimo "Mi desgracia" completaron el primer fragmento, éste último con un gran solo de Marconi y una gran tarea del Jazz Ensamble. "Gata..." dio lugar, ya sobre el final, a "Tema de La Nube" (película de Pino Solanas) y el extraordinario "El pueblo unido (jamás será vencido)". Como regalo a los presentes, Gandini y Marconi entregaron una emocionante versión de "La última curda". La percepción desde la platea es que Gandini no se quería ir. Nosotros tampoco.