Editorial

La Feria del Libro

El inicio de la Feria del Libro en la ciudad de Buenos Aires debe ser reconocido como una buena noticia, en tanto siempre estas iniciativas son una apuesta a favor de la lectura, la inteligencia y la sensibilidad. La presencia de escritores, críticos y docentes con los correspondientes paneles y mesas redondas, brindan a la ciudadanía, a jóvenes y mayores, a hombres y mujeres, la posibilidad de reflexionar sobre la calidad de la producción estética, sus alcances e incluso sus límites.

En la feria del libro se expone lo que se está produciendo. Esto permite conocer el nivel de la llamada industria cultural, un punto controvertido a la hora de reflexionar sobre estos temas, pero cuya presencia es inevitable al pensar en la producción en masa, para un público consumidor de objetos culturales de diversa calidad.

Más allá de las consideraciones que se puedan hacer, lo que importa rescatar es esta iniciativa, cuyo objetivo es la relación con el libro. El tema importa porque, si se cumplen los niveles de asistencia de la feria anterior, el hecho estaría demostrando que, a pesar de los pronósticos pesimistas que se hacen acerca de la lectura, la gente seguiría interesada en el libro, o en los libros, para ser más precisos.

El despliegue de recursos, las inversiones realizadas, la labor comercial de las editoriales, demuestran que el libro sigue siendo un objeto valioso. Según las informaciones disponibles, la demanda es cada vez más alta y crece el número de lectores.

Un tema a discutir, que además estará presente en los paneles, es la calidad de los libros y si la masificación no va en desmedro del rigor intelectual. El debate no es sencillo, ya que admitiendo que se consumen muchos libros -considerados peyorativamente como best-sellers-, no se pretende desconocer el interés por la lectura.

Es verdad que como toda producción orientada hacia el mercado, la oferta y la calidad del producto son diversos. Más de un intelectual llegó a lamentarse sobre el consumo masivo de libros de baja calidad literaria, pero no se puede desconocer que siempre es preferible leer aunque el texto elegido no sea de la mejor calidad, ya que en más de un caso, las novelas mediocres han sido el punto de partida para lecturas de mejor nivel o más exigentes.

Como muy bien lo señala Thomas Merton, hay que poner de relieve en estos hechos multitudinarios que ese público que supuestamente consume objetos de baja calidad, antes no consumía absolutamente nada, por lo que hay que admitir que, desde el punto de vista cuantitativo, ha habido un avance y que las ferias del libro, con su oferta masiva y la presencia de un público heterogéneo pero masivos, dan cuenta de esta realidad.

En definitiva, es importante que se honre la lectura en un mundo y en un momento histórico en donde desde diferentes lugares se ataca a la lectura o se la pretende sustituir por la llamada cultura de la imagen. Borges, precisamente reivindicaba el acto de leer como más importante que el de escribir: "Es más sereno, más reflexivo, más civilizado" decía.