En distintas regionales del país

La UTN instaló sensores para registrar la radiación solar

En la terraza de la FRSF, está ubicado uno de los diez solarímetros rescatados por la UTN, que ya mide la radiación solar de la zona y que formará parte de la red nacional. Foto: Gentileza FRSF. 

Después de que fueran desfinanciados los sistemas de monitoreo en el país en los '90, la casa de estudios lanzó la primera etapa de la "red solarimétrica nacional". Para ello recuperó viejo instrumental y desarrolló modernos mecanismos de medición, a muy bajo costo.

Lorena Menaker

Saber cuál es la radiación solar que llega a la superficie terrestre sirve, entre otras cosas, para prever cómo puede aprovechar el país lo que es una "energía renovable" o "limpia", en un contexto donde el desarrollo industrial y demográfico ya puso en jaque (al decir de los expertos) la oferta de energía con relación a la incipiente demanda.

El uso masivo de la energía solar no es rentable en la actualidad en comparación con fuentes convencionales, es decir, aquellas generadas a partir de combustibles fósiles. Sin embargo, debería ser política de Estado invertir en el desarrollo de proyectos que anticipen una crisis de mayores dimensiones que la que padece el país.

En este escenario y con una historia que habla de inconstancias en las políticas públicas de investigación y desarrollo en el campo de las energías renovables, la Universidad Tecnológica Nacional puso en marcha la primera etapa de un programa que prevé, a mediano plazo, dar forma a la "red solarimétrica nacional".

Así lo explicaron el Ing. Julio Doyharzábal, coordinador de la secretaría de Ciencia y Tecnología (CyT) del rectorado de la UTN, y el Ing. Carlos Silva, coordinador del área de Energías Renovables de la Regional Santa Fe (FRSF).

"Trabajamos en la constitución de una red solarimétrica con el objetivo de dar forma a un mapa solar de la Argentina. La idea es que todas las facultades puedan tener un solarímetro como el que tenemos en funcionamiento en la FRSF", aclaró Doyharzábal.

Agregó que el proyecto comenzó con tres facultades: "Podemos proveer siete solarímetros más, por lo que serán diez las regionales que intervendrán en red. En un segundo momento, está previsto que sean veinte, con la meta de que las 29 regionales tengan esos instrumentos". El proyecto está coordinando desde CyT de rectorado, a cargo del Ing. Ricardo Scholtus.

Recuperar lo hecho

El solarímetro mide la radiación solar en la superficie de la tierra (que es energía), en wats en m2, minuto a minuto. Parte del instrumental que utiliza la UTN es heredado de un antiguo proyecto de red solarimétrica desarrollado en el país décadas atrás: son diez piranómetros termoeléctricos, con un valor que oscila entre los tres mil y cuatro mil dólares cada uno.

"La UTN aporta el recurso humano para el desarrollo tecnológico y la fabricación de los registradores, es decir, los aparatos electrónicos que procesan la información de forma constante y la almacenan en un chip. Nosotros la extraemos periódicamente y la cargamos en una computadora, a partir de lo cual la procesamos y analizamos", explicó Silva.

El logro de la UTN no sólo radica en aprovechar su distribución en todo el país (son 29 facultades) para instalar en red los sensores, sino en haber rescatado equipos valiosos y haber creado -a un costo ínfimo- registradores electrónicos que convierten en datos la información que capta el sensor.

"Si los hubiéramos comprado, la erogación habría rayado en los dos mil dólares. Pero la UTN fabricó a un costo de 800 pesos los diez sensores termoeléctricos", advirtió Silva.

Según explicaron los expertos, la Argentina necesita contar con un mapeo actualizado de la radiación solar (las últimas cartas datan de los años '80) para evaluar económicamente el recurso energético con fines prácticos, además de científicos. "Esto significa utilizar la información para evaluar su aplicación en la producción de energía eléctrica, calentamiento de agua, calefacción de inmuebles, secado de granos o de especias, desalinización de aguas, purificado de agua, entre otros", fundamentó Silva.

Diversidad climática

En la Argentina existe información con un grado de confianza que no es el deseado, pero que ofrece un nivel mínimo de conocimiento del recurso solar. En una segunda etapa, se pretende alcanzar un grado óptimo de evaluación de la energía solar tanto en las zonas centrales como en el sur del país.

Los mapas solares permitirán evaluar económicamente esa energía en forma precisa: "Los costos de masificar los paneles solares son altísimos. énicamente se justifican para zonas muy aisladas, donde la red eléctrica no llega. Y sólo son rentables para el acondicionamiento de ambientes o calentamiento de agua", aclaró el Ing. Silva.

Para el especialista, la importancia de concretar el proyecto en una extensión geográfica tan variada como la nacional "permite enriquecernos con una situación climática que no todos tienen y que habilita los más diversos desarrollos técnicos sobre recursos renovables", expresó Silva.

Si bien pareciera que el sol nunca cambia, sí lo hace la atmósfera, como consecuencia de la intervención humana. La medición constante permite pronosticar alteraciones, conocer la evolución de ciertos indicadores de radiación, su modificación, magnitud, temporalidad o perdurabilidad.

Un paliativo a la crisis

-Esto, ¿ayudará a solucionar la crisis energética?

-En la coyuntura, no, porque no es rentable si se la compara con energías convencionales o si se tiene en cuenta que en la Argentina pagamos energía muy barata -explicó Doyharzábal.

Según los docentes de la FRSF, la crisis es resultado de varios factores: falta de inversión, de previsión y de un programa nacional energético. "En la Argentina no hay suficiente oferta para tanta demanda; tampoco hay forma de generar más. Las inversiones necesarias deben pagarse con la venta, pero, como la energía está devaluada, no se visualiza como un negocio rentable", sentenciaron.

"Este tipo de programas tiene que ser política de Estado, lo que significa que, si no son rentables hoy, igual deberán impulsarse porque mañana serán uno de los paliativos. Estos recursos son aprovechables si pueden ser redituables en el marco de un uso racional. Y no estamos hablando del futuro, sino del presente", concluyeron.

Medir el sol tiene su historia

La medición solar arranca en nuestro país en 1913, en el observatorio de La Quiaca. Recién en la década del 40, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) instaló 20 equipos en distintas estaciones del país. En la década del 60, el Inta forma la Red Nacional de Estaciones Agrometeorológicas, con un presupuesto que permitió instalar 30 piranógrafos (registradores), 20 piránometros (de lectura), y 6 que tenían incorporados instrumentos registradores.

En 1975, el SMN, la Fuerza Aérea y la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación armaron una reunión de la que surgió la Asociación Argentina de Energía Solar (con un crédito de la OEA), y determinaron la necesidad de mantenerla porque cada uno, de acuerdo a las variaciones presupuestarias, mantenía las mediciones al día o las perdía.

En 1978, la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) instala 50 equipos completos, integrando a Bolivia y Paraguay, que funcionaron hasta 1985. En 1986, el Estado cortó los recursos económicos para el mantenimiento de los equipos. Por este motivo, los grupos de trabajo fueron desapareciendo: en 1991, de las 50 estaciones, quedaron en funcionamiento 3. El observatorio de San Miguel de Tucumán resguardó los 10 que ahora recuperó la UTN.