El lúcido regionalismo de Martiniano Leguizamón

Martiniano Leguizamón fue un exponente singular de un nacionalismo literario "acérrimo" canalizado a través de una exaltación del regionalismo. Como escribe Ana Ojeda BŠr, que prologa una nueva edición de un libro capital de Leguizamón, "Páginas argentinas. Crítica literaria e histórica", el cultivo del regionalismo fue para Leguizamón el basamento para construir una literatura propia, "dado que `si hemos de crear alguna vez una literatura nacional, ella tendrá que empezar por ser netamente regional'. Es a partir de esto que Leguizamón critica la labor de aquellos escritores jóvenes que, fascinados por `las creaciones enfermizas y carentes de emoción de los tomadores de ajenjo', desdeñan las posibilidades literarias que el terruño pone a su alcance. Si la función de la literatura nacional es salvar del olvido cercano e irreparable esas `cosas tan típicamente nuestras' que es posible apreciar sobre todo en la región, Leguizamón propondrá no sólo la utilización de temas propios, sino también la de una lengua particular, que no desdeñe los giros características de las hablas populares. Así, polemizará amablemente con Rafael Obligado, autor de `Santos Vega', quien desestimaba la gauchesca como eslabón primigenio de la poesía criolla, realmente argentina, en pos de `La cautiva' (1837) de Esteban Echeverría. Uno y otro no coinciden porque para Leguizamón, `criollo' tiene que ver con todo aquello que es de la tierra o propio y originario de los países de Sudamérica. Dado que el gaucho, a su entender, era un producto original del suelo argentino, merecía en buena ley el calificativo en cuestión. Por esta razón, la genealogía de escritores nacionalistas que Leguizamón construye y dentro de la cual se inserta, arranca con Hidalgo, a la cabeza de la lista de los poetas gauchescos, y pasa por Alberdi, Sarmiento, Mármol, Mitre, el propio Obligado, Joaquín V. González, Lugones y Ricardo Rojas, entre otros. Todos estos autores, de diferentes maneras y en distintas épocas, se consagraron al documentar `lo argentino que se va' ".

Martiniano Leguizamón nació en Entre Ríos, en Rincón de Calá, en 1858. Su padre había combatido contra Rosas, como oficial de Urquiza en el Ejército Grande. Estudió en el prestigioso Colegio del Uruguay, y en 1880 se transfirió a Buenos Aires, donde fue periodista, jurisconsulto, jefe de Registro Civil, presidente del Consejo Escolar N° 10, impulsor importante del teatro nacional en sus inicios (su obra "Calandria" conoció la puesta de los hermanos Podestá en 1896). Falleció en 1935.

Respecto de sus escritos históricos, Ojeda BŠr nos recuerda que "Leguizamón concibe la `crítica histórica' como la única manera de destruir errores y prejuicios relacionados con episodios gloriosos o simplemente significativos del pasado regional y, por lo tanto, también del de la Nación. Aborda la historia con la escrupulosidad de un científico y toma las siguientes palabras de Groussac como guía: `El saber ignorar representa, en historia, el primer paso hacia la seriedad científica"'.

Así, en el ensayo "La persistencia del error histórico", subtitulado "A propósito de la muerte de Garay", Martiniano Leguizamón se dedica a discutir "el año de la muerte del insigne Juan de Garay, que ha puesto sobre el tapete del debate una de las tres leyendas del ya famoso retrato original del fundador de Buenos Aires y Santa Fe, pintado del natural según siguen creyendo los devotos admiradores de esa supuesta reliquia pictórica".

En tal pintura, se daría como fecha de la muerte de Garay la de 1584, mientras Leguizamón busca demostrar que el conquistador terminó sus días en 1583, evidenciando de paso la dudosa autenticidad de un retrato que se dice pintado d'aprés nature.

En las inscripciones, Leguizamón individualiza "lapsus risueños" que revelarían la impericia del "falsificador", como la caligrafía y escritura moderna. Recuerda que esa "equivocada" fecha de la muerte de Garay fue escrita por el reverendo P. Lozano, y repetida sin discrepar por Guevara, Azara y Domínguez.

Leguizamón esgrime como prueba los datos ilustrativos para ubicar la época y el motivo del postrer viaje en el que pereció Garay que ofrece el "escritor más antiguo", el arcediano Barco Centenera, en el canto XXIV de "La Argentina".

Luego Leguizamón refuta a "un escritor santafesino" que escribe el 1° de enero de 1911 en La Semana un artículo donde esgrime como argumento que "el adelantado lo nombró sucesor a Garay sencillamente porque Garay había terminado su período".

Entre los otros textos de estas "Páginas argentinas" de Leguizamón, que acaba de reeditar ediciones Simurg, hay uno celebrando la aparición de "Los gauchos judíos" de Alberto Gerchunoff, por su conmovedora historia de la modesta colonia de Rajil, etapa por etapa, "con el clásico viejo judío de anchas barbas y la nariz aguileña, con sus mujeres tristes, de rostro surcado por hondas arrugas de sufrimiento, al lado de las cuales surgen a la luz radiosa del sol que les dora la faz, las garbosas muchachas hebreas, morenas de ojos rasgados, misteriosos y profundos, o las rubias que tienen en la dulce mirada `el azul que tiembla en las pupilas de la Virgen', con las trenzas pesadas y densas y el cuerpo escultural que modela el pampero bajo los toscos vestidos de percal.

"El autor las ama con cariño fraternal y las dibuja con ternura conmovida, porque despiertan en su espíritu el recuerdo de las bíblicas campesinas que apacentaban los mansos ganados en la paz de las praderas".

Entre los otros textos presentes en el libro destacamos los títulos: "La cuna de Andrade"; "La Australia argentina"; "El primer libro impreso en las Misiones"; "Nuestro orígenes literarios"; "El Fuerte de la Ensenada" y "Buenos Aires antiguo".

De la Redacción de El Litoral