Si se hacen los deberes
Gran futuro para las proteínas animales
En el seminario "Argentina, un país pecuario", donde se presentó la fusión entre Biogénesis y Bagó, se analizó el potencial de la cadena agroindustrial para impulsar el desarrollo económico y social. Hay condiciones para generar empleo y riqueza.

Juan Manuel Fernández[email protected]

Dos empresas nacionales líderes en biotecnología aplicada a la producción animal, Biogénesis y Laboratorio San Jorge Bagó, se fusionaron para potenciar sus recursos y expandirse en los países de la región.

El lanzamiento oficial de la flamante Biogénesis-Bagó se hizo en el seminario "Argentina, un país pecuario", del que participaron referentes ruralistas, profesionales, empresarios frigoríficos, consignatarios, representaciones diplomáticas y funcionarios de la talla del Secretario de Agricultura, Miguel Campos, y su segundo, Javier de Urquiza.

Durante el encuentro, que tuvo lugar en el auditorio del hotel Hilton de Puerto Madero (Capital Federal), se brindó un panorama sobre la situación actual de las producciones pecuarias argentinas (bovina, ovina, porcina, equina o aviar) y se estimó hasta donde pueden llegar cada una haciendo pequeños retoques o incorporando tecnología en los procesos productivos.

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Una cadena con potencial

En el comienzo de las disertaciones, los ingenieros Marcelo Regúnaga (por la Universidad de San Andrés) y Gustavo Mozeris (de la Universidad de Buenos Aires), junto al doctor Hugo Cetrángolo (Fundación Agronegocios y Alimentos), expusieron un trabajo conjunto sobre el impacto de las cadenas agroindustriales pecuarias en el país y el modo en que estas pueden contribuir a generar desarrollo.

Para medir el impacto económico del sector el estudio tomó datos de 2004, año en el cual la producción de alimentos, cueros y lanas generó 9.600 millones de dólares, equivalentes al 15% del PBI bienes y el 6.4% del PBI; mientras que en materia de exportaciones facturaron 3.000 millones de dólares, el 8.6% de las ventas totales del país.

El mayor énfasis de los especialistas se centró en la capacidad de la cadena para generar empleos. Por ejemplo, mencionaron que las 300.000 empresas que la conforman (en su mayoría Pymes) ocupan en forma directa 1.01 millones de personas, el 6.4% del total nacional. Pero si se suman los puestos indirectos esa cifra se eleva hasta 1.5 millones.

En cuanto al valor bruto de la producción que cada rubro aporta al conjunto de la agroindustria pecuaria, en primer lugar se encuentran los bovinos (58%), en segundo los lácteos (24%) y en tercero los porcinos (7%), seguidos por la avicultura (5%), los equinos, la miel, los ovinos y los caprinos.

Luego del diagnóstico se analizaron las ventajas comparativas y competitivas que Argentina tiene para crecer en el mercado mundial de alimentos de origen animal. Al respecto se resaltó la alta productividad forrajera a bajo costo, la capacidad para agregar valor a los granos transformándolos en proteína animal y las condiciones de los recursos humanos para mejorar en eficiencia productiva y calidad. Entre las prioridades se mencionó la cuestión sanitaria, que podría agregar entre 500 y 700 dó}lares a cada tonelada exportada, y agregaría 600 millones de dólares a las exportaciones anuales, con sólo erradicar definitivamente la aftosa del país.

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Un futuro prometedor

El trabajo elaborado y expuesto por Regúnaga, Cetrángolo y Mozeris proyectó distintas hipótesis de crecimiento para el año 2014. Las más optimistas indican que la producción de carne bovina podría pasar de 3 millones de toneladas en 2004 a 4.7 millones (+57%); los litros de leche crecerían de 9.000 millones a 18.000 (+96%); la producción aviar saltaría de 870 millones de toneladas a 2.120 millones (+154%); y la industria porcina alcanzaría 590 millones de toneladas, un 219% más que las 185 millones del año de referencia.

En tanto, el valor de la producción podría crecer en los bovinos (carnes y cuero) de 16.980 millones de dólares a 30.690; en lácteos, de 6.800 millones a 14.930; en productos avícolas, de 1.420 a 3.610 millones; y los productos de origen porcino aumentarían de 28.770 a 58.195 millones de dólares.

Para hacer realidad tales hipótesis, los especialistas señalaron algunos puntos a considerar en cada uno de los rubros analizados y marcaron objetivos parciales para cada subsector.

En el caso de la producción bovina, las buenas perspectivas del mercado interno más las ventajas de producir a pasto deberán tener correlato en mejoras de las etapas de procesamiento y comercialización; mientras que la producción debería aumentar 15% la carga animal, 17% la tasa de extracción y 15% el peso de faena. Si esto se logra, el aumento en la producción de carne haría posible que las exportaciones crezcan entre 0.6 y 1.6 millones.

Por su parte, la cadena láctea cuenta con un alto dinamismo y capacidad de respuesta en todos sus eslabones, cualidades que le dan grandes posibilidades de potenciar el crecimiento. Para alcanzar las estimaciones trazadas, los autores del estudio señalaron que debiera aumentar 20% la productividad (elevar el promedio de 14.9lts/vaca en ordeñe a 18.1lts) y 53% el rodeo (de 3.45 millones de cabezas a 5.3 millones). Así se lograría aumentar entre 64 y 96% la producción; cifras que no suenan descabelladas al considerar que en sólo dos años, de 2004 al presente, ya hubo un incremento de 15%.

En tanto, la carne aviar necesitará incrementar inversiones y elevar el consumo interno hasta los 30kg/hab/año; mientras que en el sector porcino habrá que ganar en eficiencia y llevar el consumo doméstico hasta 11kg/hab/año. Ambos rubros cuentan con la misma ventaja la amplia disponibilidad de alimentos, en especial soja y maíz, a bajo costo.

Una alianza estratégica

El doctor Patricio Roan, director comercial de la flamante firma, relató que ambas compañías venían trabajando en conjunto desde 2000 en el mejoramiento de su estructura de recursos humanos, investigación, desarrollo y comercialización, por lo que se decidió la operación para potenciar estos resultados "y tener las posibilidades de ir por más tanto en Argentina como en el resto de Latinoamérica".

En cuestiones estrictamente tecnológicas, el ejecutivo destacó que hoy el productor cuenta con la posibilidad de acceder a cualquier insumo de los que se usan a nivel mundial y lo que se busca es "cambiar el concepto de sanidad por productividad, que es lo que el país necesita". Al respecto, convino que "todos (los profesionales) debemos ser mejores extensionistas" ya que las tecnologías están disponibles y lo que hace falta es que el ganadero las utilice. Para ello, Roan consideró que es el veterinario la pieza clave para alcanzar logros tales como elevar los bajos índices extractivos que tiene el país.

Por su parte, el director de Biogénesis-Bagó, Alejandro Gil, destacó durante su discurso de bienvenida que la flamante empresa buscará "potenciar los recursos y habilidades de ambas compañías para adelantarse y responder con soluciones a la medida de las necesidades de la producción".

Entre los empresarios presentes, Enrique De León Belloc, presidente del Grupo Pilagá y del frigorífico AB&P -radicado en Hughes, departamento General López-, comentó que la fusión de ambas firmas genera expectativas, sobre todo para el sector ganadero. "Estas dos empresas son líderes en productos para el sector y la unión seguramente será en beneficio del toda la actividad", opinó el empresario, quién resaltó la iniciativa de apostar a la producción animal aún a pesar de las dificultades surgidas de las disputas con el gobierno.

Por su parte, el director del consorcio exportador ABC, Héctor Salamanco, consideró la alianza como "una estrategia de inversiones para seguir creciendo y tener una ganadería destacada en el futuro como proveedores del mercado mundial"; y resaltó que "hoy la tecnología es fundamental para ser competitivos', aunque subordinó el éxito de su aplicación al margen de rentabilidad y la previsibilidad con que cuente la cadena de ganados y carnes.

Sensaciones encontradas

A pocos minutos del anuncio oficial de ampliación de las exportaciones cárnicas que la Ministra Miceli formuló en la mañana del lunes, De León Belloc se mostró entusiasmado con la posible recuperación de los precios de la hacienda. "No está siendo buen negocio producir ganado vacuno en la Argentina a $2.20 el kilo vivo", dijo, y recordó que antes de la veda los animales para exportar llegaron a cotizar hasta $2.75.

Por su parte, Salamanco desmereció la importancia del Plan Ganadero que el gobierno tiene listo y consideró que el país necesita tener una mayor vinculación de las carnes con el mercado global, lo que derivará en mejores precios y mayor rentabilidad. "Eso es lo que realmente moviliza las inversiones y el crecimiento y no tanto la provisión de créditos subsidiados como se pretende a través del Plan Ganadero", criticó.

Una historia a la deriva

En el arranque del seminario el doctor Carlos Pacífico, docente de la Universidad Católica Argentina, hizo una recorrida histórica de la actividad pecuaria en la Argentina y concluyó que el desarrollo alcanzado por el sector, siempre que se dio, fue gracias a la iniciativa privada antes que por políticas públicas de fomento.

En primer lugar se refirió a la llegada de los primeros animales -equinos y vacunos- que los españoles introdujeron mientras fundaban ciudades durante el siglo XIV y que luego ganarían campos y montes para hacerse cimarrones. En su estado salvaje los propios animales mostraron, al proliferar sin inconvenientes, las "ventajas comparativas" de la región.

Con las vaquerías (cacerías de vacunos) como medio de hacerse de carne y cueros, en las estancias se criaron equinos y mulares; mientras que los ovinos y porcinos sólo se desarrollaron para autoconsumo.

Los saladeros constituyeron el primer atisbo de la futura industria frigorífica, ya que -en el mismo siglo- comenzaron a procesar la carne de los animales que se sacrificaban únicamente para extraerles el cuero.

Ya en el siglo XVIII, relató el especialista, surgieron algunos inconvenientes que bien podrían operar como precedente de situaciones actuales. A raíz de la gran exportación de cueros el Cabildo decidió regular este comercio y decidió fijar un cupo de acopio. "Esto provocó tanta tensión en el sector privado que tuvieron que dar marcha atrás", relató Pacífico.

También el consumo interno y la demanda externa, tanto de cueros como de carnes, generan desarrollo en las estancias y el negocio de la carne salada (destinada a los esclavos de Brasil y Cuba) empieza a desplazar al del cuero.

Más adelante, en el siglo XIX se dan algunas invenciones tecnológicas como el alambrado, los frigoríficos y los ferrocarriles; estos últimos con gran protagonismo político a partir de la campaña del desierto y la conquista de nuevos territorios.

La gran expansión agropecuaria, hacia fines del siglo XIX y principios del XX, llevó a la Argentina a un lugar de privilegio que compartió -en el contexto mundial- con Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

Pero la bonanza terminó con la crisis global del 30. A partir de entonces el sector pecuario empieza a ser regulado, se da un cambio de paradigma y comienzan las políticas pendulares. "Lo complicado es cómo se adapta el sector a estos cambios", señaló Pacífico, y mencionó que con la creación de la Junta Nacional de Carnes (1932) y la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP), en 1935, comenzó una nueva etapa. "En 40 o 50 años Argentina relega el posicionamiento que tenía en mercado de carnes y Australia, uno de sus competidores, pasa a ser el primer exportador de carne vacuna del mundo".

Finalmente, el especialista se refirió a la década del 90, marcada también por un cambio de paradigmas (abrupta apertura económica y ajustes estructurales). Sólo entre entre 1992 y 1997 -explicó- se cerró el 31% de los establecimientos agropecuarios, en algún momento hubo entre 12 y 13 millones de hectáreas hipotecadas por el Banco Nación y la cantidad de tambos activos cayó de 22.000 a 13.000, hasta tener que importar leche en el 2003. "Los vemos es que, muchas veces, hay una desarticulación entre las necesidades del país y las realidades que se van viviendo", diagnosticó el especialista.

Tras el repaso histórico, Pacífico concluyó que el sector pecuario como negocio es moderno (surge recién en el siglo XIX), por lo que recalcó la responsabilidad de las generaciones actuales "de hacer algo leyendo un poco lo que ha pasado en la historia".

Además, consideró que no se observa un hilo conductor entre el desarrollo agropecuario y políticas de estado por encima de los vaivenes del país."Lo que vemos más que nada son innovaciones tecnológicas -como en su momento pudo ser el alambrado y hoy alguna semilla resistente- que desarrollaron negocios pero sin una política que garantice el mantenimiento en el tiempo", dijo, y remarcó la ausencia permanente de cualquier planificación estratégica contínua de gestión y compromiso para el sector.