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"Apología de Galileo"

El autor de la "Ciudad del Sol" fue un ferviente cristiano, "un teólogo convencido de que es posible y necesario avanzar en el conocimiento de la obra de Dios como una de las formas más perfectas de adoración y Fe", como escribe Sebastián Torres en el prefacio a la "Apología de Galileo", que con traducción y notas de Nicola Tudisco acaba de publicar El Cuenco de Plata. Sin embargo, Tomasso Campanella (1568-1639) fue un hombre perseguido por la Inquisición. A los trece años entró en la orden dominicana. Sus inquietudes intelectuales lo llevaron a leer tempranamente a Erasmo, Ficino y Telesio. Al primer proceso inquisitorial lo sufrió siendo todavía un niño, por la sospecha de haberse contactado con el demonio, dado que resultaba inconcebible su sabiduría. Condenado a muerte, se salvó merced al recurso de fingirse loco.

La Iglesia había condenado las teorías copernicanas en 1616. Campanella redactó la "Apología de Galileo" en la cárcel y fue publicada en 1622. Allí intenta defender la doctrina filosófica de Galilei, estudiando si ella "es conforme o contraria a la Sagrada Escritura". Lo hace en cinco capítulos; en el primero, reproduce los argumentos en contra de Galileo; en el segundo, plantea una defensa; en el tercero, formula algunas tesis; en el cuarto, responde a los argumentos en contra de Galileo; en el quinto, establece "en cuál lugar se deben tener las razones de su defensa".

Como señala Torres, la "Apología está inspirada en un proyecto político-filosófico que excede el tema de la verdad de la teoría galileana, para inscribirse en una contundente defensa de la libertas philosophandi". La relación entre teología y filosofía es quizás uno de los temas más apasionantes de este libro capital para penetrar en el corazón de los conflictos de una época en que el oscurantismo comienza a ser horadado por "furores heroicos".