Al margen de la crónica
Una mano a los fumadores

Si exceptuamos aquellas leyes que tienen un alto contenido mediático y que se dictan en medio de circunstancias económicas o políticas límite, la sanción de una norma lleva un tiempo de estudio, de debate, para llegar a un consenso entre los involucrados y para que sea comprendida y respetada por la sociedad.

Detengámonos en la ley dictada el año pasado por la Legislatura de la provincia, que prohíbe fumar en lugares públicos, norma mediante la cual Santa Fe aventajó a otros Estados y que fue muy bien recibida por un amplio sector de la sociedad, incluidos los fumadores, muchos de los cuales se saben viciosos pero con dificultades para dejar ese placer. Contra los pronósticos de muchos, la ley empezó a caminar y se cumple. Hay excepciones, como en toda norma. La ley de tránsito obliga a conducir con cinturón, no cruzar semáforos en rojo y tiene límites de velocidad en cada tipo de ruta. No obstante, son muchos los que violan en algún momento algunas de esas exigencias.

Es una imagen común la salida del restaurante del fumador con el cigarrillo en la mano a la espera de llegar a la calle y prenderlo. Pero también lo es la falta de humo en el interior de esos locales.

Sin embargo, uno de los lugares donde poco se cumple la ley es en la propia Legislatura. Una norma anterior, que prohíbe fumar en oficinas públicas, apenas alcanzó a los recintos legislativos, pero no a las oficinas y salas de reuniones.

Ahora que la prohibición poco se discute en la sociedad y donde empieza a ser aceptada, sorprende la intención de cinco diputados de producir modificaciones con el aval de empresarios del rubro gastronómico. Cuando parece que lo prudencial es profundizar la norma que tiene un trasfondo sanitario, el apuro es habilitar lugares para fumadores. Éstos padecen la ley, pero deben comprender que es una mano que les tiende la sociedad para alejarlos de un vicio que, como tal, tiene sus encantos.