Falleció en 1987
John Huston, el mito centenario
Hoy cumpliría cien años uno de los más importantes hombres que dio el cine de Hollywood en toda su historia. Actor, guionista y director, a su genio se le deben algunas de las películas más reconocidas de todos los tiempos.

Rocío Ayuso (EFE)

El director, actor, guionista e incansable aventurero John Huston hubiera cumplido hoy cien años, en un Hollywood que no se cansó de rendirle homenajes en vida y en donde vive aún el mito de esta leyenda del cine.

Maestro del cine, director de "El halcón maltés" para empezar como primera película y "Los muertos" como última, Huston es de los pocos casos en esta industria que pudo recoger sus laureles en vida.

Ayudó el hecho de ser un cineasta que murió con las botas puestas, el 28 de agosto de 1987 a los 81 años, mientras rodaba "Mister North".

Para ese momento ya eran muchos los años que llevaba afectado por los problemas respiratorios y cardíacos que sufría desde la niñez, necesitado de oxígeno y de un director suplente no para que hiciera lo que él no podía, sino para que los estudios le dejaran seguir rodando.

Pero de la misma forma que siguió fumando hasta el final de sus días, Huston disfrutó de la vida y del cine hasta el último segundo.

"Se trata de la persona más atrevida, impredecible, alocada, mística y probablemente el hombre más encantador del mundo", le dijo Lauren Bacall en uno de los últimos homenajes que recibió.

De hecho cuando Huston cumplió los 80 todos se volcaron en su honor con homenajes en el Instituto del Cine Americano, la Sociedad de Cine del Lincoln Center o los Festivales de Cannes y Venecia.

Todos admiraron "la maravillosa persistencia de esta inteligencia cinematográfica de primera línea, la variedad de sus filmes y su consistencia con la que recuperaba la fortuna con una película buena después de alguna mala", resumió el crítico Vincent Canby en The New York Times.

Su obra

Todas estas cualidades son apreciables con un vistazo a su filmografía de 41 títulos como director en 46 años además de su obra como actor y guionista.

Desde su debut con "El halcón maltés" (1941) hizo de todo.

Explotó el nepotismo con su padre Walter Huston en "El tesoro de Sierra Madre" (1948) y con su hija Anjelica Huston en "El honor de los Prizzi" en 1985 y a ambos les consiguió el Oscar.

De Humphrey Bogart no se cansó; junto a él en "El halcón maltés" y "Sierra Madre" o "Cayo Largo" (1948), "La burla del diablo" (1953) y "La reina africana" por la que le consiguió el Oscar en 1951.

También adaptó con más fidelidad que nadie los clásicos de la literatura: "Moby Dick" (1956), "La Roja insignia del coraje" (1951), "Bajo el volcán" (1984) y sobre todo esa pequeña historia de Rudyard Kipling que le devolvió la credibilidad en la taquilla con "El hombre que pudo ser rey" (1975).

Condecorado durante la Segunda Guerra Mundial, Huston también destacó en el género bélico, aunque en su momento algunas de sus películas fueron consideradas demasiado pacifistas y fueron censuradas.

Como declaró en vida, a Huston le aterraba el peligro de "canibalismo" de la nueva generación de directores que insiste en hacer cine sobre otras películas o sobre personajes en lugar de sobre el mundo real.

Al director nunca le faltó la inspiración, igual de conocido por sus películas que por su afición a la bebida, al tabaco o al juego.

Considerado el Hemingway del cine, antes de ser director Huston probó suerte como boxeador, periodista como su madre, actor como su padre además de ser un lector voraz y dedicarse a la pintura.

La bebida contribuyó a lo que en su autobiografía "Un libro abierto" describió como "una serie de infortunios y fracasos", entre ellos el accidente de coche con el que mató a una joven en 1933.

Sólo la política consiguió alejarlo de Hollywood en un exilio voluntario a Irlanda, tierra de sus antepasados, entre 1952 y 1975 para apartarse de la "carcoma moral" que sacudía su país durante la llamada "caza de brujas".

Incluso pasado ese momento, Huston buscó en la costa oeste de México la vida que le gustaba para leer, pintar y ver pasar a las ballenas mientras daba "la espalda a la jungla y mirar el mar".

Para jungla ya tenía la de Hollywood donde, pese a las críticas que también recibió, por ecléctico, comercial y difícil de encasillar, tuvo la fortuna de saberse querido cuando todavía vivía.