Arrancó 20 días antes
La cosecha de frutilla levanta revoluciones en Coronda
Velocidad y resistencia. Entre las 8 y las 10 de la mañana, los cosecheros recorren los lomos juntando y seleccionando la fruta. Foto: Juan Manuel Fernández. 

Gracias al clima se adelantó la recolección y la fruta fluye sin cesar hacia los mercados del país. Una actividad que demanda altos costos y mucho sacrificio. Esperan la instalación de una planta de congelado para dinamizar la demanda y estabilizar los precios.

Juan Manuel Fernández - [email protected]

Este año el color de la pasión se instaló antes de lo previsto en supermercados y verdulerías, así como en los tradicionales puestos a la vera de las rutas. Es que las condiciones climáticas hicieron que el inicio de la cosecha de frutilla se adelante 20 días en Coronda, capital nacional de esta fruta fina que moviliza la economía en la cabecera del departamento San Jerónimo y su zona de influencia.

Sumando los distritos de Desvío Arijón y Arocena, entre 70 y 75 productores cultivan una superficie superior a las 500 hectáreas y dan empleo directo en las quintas a unas 1.700 personas, que alcanzan las 3.000 si se tienen en cuenta los puestos de trabajo indirectos en tareas administrativas, empaque y transporte de la fruta.

Coronda es el centro

Datos provistos por el municipio corondino indican que en la presente campaña, que se inició en junio y finalizará en diciembre, la producción oscilaría entre 12 y 14.000 toneladas. Tradicionalmente, el 60% de la fruta se comercializa fresca y se envía, en mayor medida, al Mercado Central de Buenos Aires; pero también a otros como Avellaneda, Beccar, 3 de Febrero, Rosario, Córdoba y Santa Fe. El resto se congela o se procesa para obtener pulpa, mermelada, almibarados o un dulce sólido -invención corondina- como el de membrillo.

La superficie y los rindes fueron creciendo durante los últimos años, a pesar de algunas complicaciones. Los productores critican el sistema de pago ya que -como ocurre con los tamberos- entregan la mercadería sin conocer el precio, y se enteran del valor de la cosecha una vez que se vendió en el mercado.

Además, la fruta se deprecia rápidamente a medida que avanza la cosecha y se va saturando el mercado. Por ello, en Coronda se espera con ansiedad la concreción de un proyecto, que ya lleva 7 años de demora, para montar una planta de congelado IQF (Individually Quick Frozen) con la cual se abriría la puerta a la exportación y la demanda se haría sostenida -al igual que los precios- mientras dure la campaña.

Una fruta costosa

El cultivo de frutillas es muy particular y costoso a la vez, a punto tal que se necesitan alrededor de $50.000 para sembrar una hectárea. La siembra se inicia entre marzo y abril, una vez que llegan los plantines desde Esquel, donde se radican los viveros multiplicadores. Los de 1°, más precoces para desarrollarse y empezar a dar fruta, cuestan alrededor de $0.30 o $0.35 -se pagan por anticipado, en noviembre o diciembre- y se siembran unos 46.000 por hectárea.

Para preparar el terreno se utiliza una máquina alomadora que -como su nombre lo indica- arma los lomos en los que se ubicarán los plantines, pero también esteriliza la tierra con bromuro de metilo, entierra el caño plástico de riego y coloca el mulching, ese plástico negro que impide el contacto de la fruta con la tierra. Además, se instalan arcos de alambre por sobre los cuales se extiende el nylon LDT que forma un túnel para proteger a las plantas de las contingencias climáticas, pero sobre todo de las heladas.

Estos elementos, aunque no representan todos los costos, hacen que la actividad requiera una inversión elevada, por lo que es raro encontrar productores que dediquen muchas hectáreas al cultivo.

Empezar de cero

En Coronda, Francisco Moreno y sus hijos, Roberto y Diego, explotan sólo dos hectáreas y media, pero con un esfuerzo casi sobrehumano. El emprendimiento, bautizado "Los 3 Moreno", surgió 7 años atrás por iniciativa del jefe de la familia, que antes trabajó como peón en otra quinta durante 26 años, y cuyo patrón le dio una mano para que empiece "de cero" con su propia empresa.

En el comienzo, arrancaron con mulching y mangueras viejas en 3/4 de hectárea. Por entonces Francisco seguía como peón y delegaba toda la responsabilidad en Roberto, que se ocupó casi solo de regar, abonar, desmalezar y aplicar agroquímicos. Al año -cuenta Roberto- "pusimos mulching nuevo y ya era más liviano el laburo, porque ya pudimos colocar herbicidas y nos ahorramos mucho de mano de obra". Así comenzaron a crecer hasta llegar a la superficie actual.

En "Los 3 Moreno" pagan el arrendamiento $2.000 por hectárea al año. Además, esta temporada se utilizaron 21 rollos de mulching a un valor de $67 pesos cada uno, y en materia de fertilizantes se invierten aproximadamente $300 semanales. Estos son algunos de los gastos que, como todos, se realizan sin financiamiento alguno y pago al contado, con el agravante de no saber el precio de la fruta al momento de entregarla. "Nosotros no decimos `vale tanto' la frutilla; vos sabés el precio cuando vienen las liquidaciones después de que la vendieron en el mercado", se lamenta Francisco, que considera necesario contar con un precio de referencia para una correcta administración.

Esperando la exportación

Esta temporada el clima resultó benigno y les permitió tener un arranque temprano de la cosecha -y están contentos por ello-, pero no será hasta el mes de diciembre cuando sepan si ganaron o perdieron plata, aunque conocen de antemano que no les alcanzará para llegar hasta la próxima campaña. "Lo que hacés con la frutilla no te alcanza para terminar de cubrir los gastos y llegar hasta la otra temporada, entonces tenemos que dedicarnos a hacer otra cosa", dice el titular del establecimiento, y reconoce que no miran para otro lado cuando hay que hacer "alguna changa".

Una posible solución a esta incertidumbre la ofreció Hugo Bianchi, delegado local de Federación Agraria Argentina y titular de la firma Compañía Agroindustrial SRL, que fabrica pulpa y dulce de frutilla -son los creadores del dulce sólido- y hace tiempo espera los avales necesarios para montar un sistema de congelado IQF. "Necesitamos esa famosa planta, que hace tantos años que la reclamamos", dijo.

Se trata de un proyecto que comenzó a desarrollarse en 1999, que contempla todos los requisitos del mercado internacional, pero aún no pudo implementarse porque no encuentran los avales necesarios para conseguir los 7 millones de dólares que la pongan en funcionamiento.

El sistema permitiría abrir el juego a la exportación y, al mismo tiempo, darle certidumbre al productor. "Con lo que nosotros proponemos aseguraríamos precio por contratos de venta internacionales", explicó Bianchi.

Alta tecnología a la hora de la siembra

Existen dos sistemas de implantación de frutillas: la de otoño, con plantines frescos; y la de verano, para la que se utilizan plantas frigo conservadas.

En Coronda predomina la primera variante, debido a su mayor precocidad y rendimiento final, aunque resulta más costosa. Se trata de plantines frescos producidos en la Patagonia, donde se multiplican desde septiembre hasta abril. Los quinteros corondinos los reciben en otoño a un precio que oscila entre los $0.30/0.35 cada uno, en el caso de los denominados "de primera" -más desarrollados y precoces para dar fruta-, o a $0.22 si son "de segunda", que se caracterizan por ser mas tiernos, menos desarrollados y, por lo tanto, más riesgosos. También existe una tercera posibilidad, las "plantas madres", de similares características que las de primera.

Los de verano frigo conservados, en cambio, son plantines más baratos que requieren una menor inversión en infraestructura. Este sistema genera una elevada producción, pero concentrada en un período más corto, de septiembre a diciembre. Estos plantines se multiplican desde octubre a junio y, una vez cosechados, se los guarda congelados en cámaras a temperaturas bajo cero hasta 9 meses.

Desde 1920, época en que llegaron los primeros plantines de frutilla a la zona de Coronda, los productores locales fueron perfeccionando técnicas y variedades, y ganaron en productividad. Según datos recopilados por la licenciada Karina Saccone, Subsecretaria de Producción y Medio Ambiente de la Municipalidad de Coronda, en la década del 60 los rindes promediaban 2.000 kilogramos por hectárea, mientras que en las últimas campañas se logró una media aproximada de 35.000, con picos de 65.000.