Editorial
El viento de cola

La semana nos deja con el sabor del estandarte del campo en alza. Para esta gestión presidencial, o se es esclavo o se es opositor. Se sabe que le cabe a cada uno de ellos, en lo que a conveniencia y conciencia se refiere. El ruralismo optó el segundo camino, llevando adelante una medida de fuerza que golpeó al poder con la contundencia y simplicidad que le otorga la justicia y la dignidad del reclamo.

Los tamberos se volvieron a reunir a lo largo de la provincia en sucesivas asambleas para avizorar una salida a un conflicto que parece inminente y difícil de resolver. Parece mentira que después de tantos años de reuniones, asambleas y charlas con la industria no hayan podido ponerse de acuerdo para impulsar soluciones para la cadena láctea. Tal vez, el mayor problema radica en que la cadena no existe como tal. Porque así como sucede con la carne, en nuestro país, las relaciones de las cadenas productivas se han dado en carácter competitivo y no asociativo, derivando esto en un conflicto que enfrenta a sectores que se necesitan imperiosamente para subsistir y crecer, y que le hace el "caldo gordo" a quienes desde las esferas políticas se regodean cerrando sus puertas.

Desde el contexto internacional soplan vientos de cola que prometen condiciones favorables para el crecimiento del sector productivo del país. La Argentina se posiciona frente al mundo con sus recursos únicos en el mundo como productor de agroalimentos, con precios mundiales increíbles, pero que no van a durar para siempre.

Se trata de saber leer el contexto geopolítico mundial y actuar en consecuencia, resolviendo no sólo las coyunturas urgentes sino también los grandes problemas de fondo que el país necesita, aplicado las políticas de estado que el sector reclama como única bandera. Mantener a raya la inflación no justifica todo tipo de atropellos, inventos ni superpoderes.

Para la lechería se viene un panorama hostil, con una prórroga caprichosa de las retenciones como respuesta al paro, y unos precios que se reducirán por parte de la industria hasta en un 5%. Algunos hablan de un centavo por litro del leche. Dicho de esta manera no parece ser una cifra imponente, pero si tenemos en cuenta los 29 millones de litros diarios producidos, son 280 mil pesos por día, es decir, unos 8 millones y medio de pesos menos para el productor, quien ya hasta ahora venía trabajando por debajo del límite de su rentabilidad.

Una buena noticia la constituyó el aporte del gobierno provincial para el centro genético de Las Gamas. Esos $ 50.500 van a a permitir la instalación de un laboratorio para mejorar los planteles y se anunció uno similar para la producción láctea en Rafaela. El aporte constituye una parte de los $ 78.000 prometidos, destinados a la Asociación Cooperadora del Centro Operativo. Sería bueno que esta energía sea aplicada también en el plano político frente a la Nación en respaldo a los productores, quizás la única y más grande deuda pendiente del gobierno provincial para con el sector primario.