Claves del 11-S

Magín Ferrer (*)

Cinco años han pasado y el mundo ha cambiado notablemente. Un nuevo tipo de guerra se ha establecido, la guerra contra el terrorismo. Específicamente una guerra contra algo que se denomina Al-Qaeda y que está liderado por Ben Laden. Esta denominada "guerra" ha generado un cambio en la configuración del sistema internacional e introducido el concepto de guerra preventiva.

Este pequeño párrafo introductorio concentra las claves e interrogantes que han puesto en jaque al mundo. Por ello y por el objetivo mismo de estas líneas debo hacer las aclaraciones pertinentes: "Guerra contra el terrorismo", en principio es muy difícil encontrar una explicación debido a que las guerras son entre Estados, entre dos bandos bien diferenciados. El terrorismo no tiene Estado, no tiene cara visible; el terrorismo es una estrategia que usa un grupo determinado a través de la violencia o amenaza contra una comunidad no beligerante, buscando obtener respuestas favorables a sus demandas.

Por lo pronto, este grupo debe sí o sí, por cuestiones operativas y de apoyo ideológico, financiero, logístico, tener un asentamiento en un determinado territorio (puede ser uno o varios al mismo tiempo). Puede que aquí encontremos una entidad visible, un Estado como en el caso de Afganistán o Irak, como pretendió EE.UU., al que se identifique. Aun así la cuestión no es tan sencilla.

Luego: "Algo que se denomina Al-Qaeda". Físicamente Al-Qaeda no existe, no es una organización jerárquicamente estructurada, no tiene oficinas, no es identificable, pero sí es una "red..." identificada con voluntarios que participaron desde mediados de los 80' en Afganistán en contra de la ocupación de la Unión Soviética. Podríamos decir que en aquellos años era un movimiento que luchaba por la liberación de Afganistán. Al-Qaeda significa Base, infraestructura; concretamente es una base de entrenamientos y de los datos de aquellos voluntarios.

En los '90, desintegrada la Unión Soviética, EE.UU. pasó a tener mayor presencia en Medio Oriente y, como consecuencia, mayor confrontación. De hecho, tras la guerra del Golfo puso el pie en la península arábiga, incrementó su alianza con Israel y terminó por asfixiar a Irán y a Irak. Esto irritó sobremanera al movimiento islámico, fundamentalmente a Hezbola, Hamas y al Frente Islámico de Salvación. El único movimiento o red que surgió como factor de oposición global a los EE.UU. fue Al-Qaeda. Hoy es el enemigo público número uno, y la mayoría de los atentados terroristas en diversos puntos del planeta llevan su sello: los ataques a los buques americanos en Yemen, los aviones contra las Torres y el Pentágono, las bombas en Atocha, en colectivos de Londres y en diversos centros turísticos del Pacífico.

Párrafo aparte merece "Ben Laden". Es la figura central de Al-Qaeda y referente político para el movimiento islámico (aunque no ha logrado encolumnar a todo el islamismo). Es un producto, en primer lugar, de la lucha contra los soviéticos y todo lo que ello significó hasta que éstos se retiraron en 1989 y en segundo lugar, de la lucha contra EE.UU. Ahora bien, decir que Ben Laden es el perpetrador de todos los actos terroristas conocidos de los últimos años es un atentado a nuestra inteligencia.

Focalizar a Ben Laden como el enemigo número uno, intervenir Afganistán y ofrecer una recompensa para su captura tuvo una consecuencia lógica: darle un héroe al pueblo musulmán. Esto generó que gente de 40 nacionalidades y de 74 países distintos formen parte de esta red. Hoy por hoy, cualquiera puede ser miembro Al-Qaeda activo. Esto es lo más desconcertante ya que sus miembros operan en varios países a la vez y cualquiera puede ser calificado de Al-Qaeda.

Con la expresión "cambio en la configuración internacional", los internacionalistas nos referimos a cuando cambian las posiciones de los actores estatales y no estatales y comienza un nuevo juego de alianzas y contra-alianzas, que provocan un cambio en la estructura de poder del sistema internacional. Al decir de Roberto Alfredo Miranda "... los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y Washington dieron lugar a una nueva configuración internacional. Más allá del análisis de las características de los atentados y de sus consecuencias, quedó claro que el sistema estatocéntrico volvió a cobrar la importancia que había perdido desde el inicio de la posguerra fría. Precisamente, desde el comienzo de la posguerra fría se había planteado un debate en torno de la crisis del Estado-nación".

Es claro que aquel tremendo golpe al corazón de los EE.UU. provocó profundos cambios y trajo aparejados efectos que implicaron la vuelta al sistema estatocéntrico, como dice Miranda. Esta vuelta se traduce en políticas de seguridad nacional, aumento en los presupuestos militares; resurgimiento de categorías de análisis como amenaza (ahora entendida en términos de globalización como conductas de actores no estatales contrarias a los intereses foráneos de los Estados centrales), estrategia militar, relación de fuerzas, capacidades, etc.

Al mismo tiempo, encontramos que en el sistema estatocéntrico hay rupturas o quiebres en las alianzas establecidas durante la Guerra Fría. Precisamente, en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las principales potencias mostraron sus diferencias y los bandos quedaron definidos: EE.UU. e Inglaterra, por un lado; Francia, Rusia y China por el otro. Incluso en la OTAN, Francia y Alemania fueron los que se enfrentaron a los demás miembros que estaban en la senda americana y que participaron de la invasión a Irak.

Es claro que se está gestando una reestructuración del sistema y que hay un equilibrio de poderes que viene dado por tres polos: EE.UU. e Inglaterra; Francia, Rusia, Alemania y China; y por último, aquellos que Bush denominó "El eje del mal", identificando a países como Corea del Norte e Irán por su proyecto de armas nucleares.

La doctrina de "Guerra preventiva", una acción que se contradice con todo el Derecho Internacional, promovida por EE.UU. y utilizada para justificar la invasión a Irak, constituye un acto de guerra ante una posible amenaza. Es decir, la potencialidad de una amenaza hacia el territorio de EE.UU. o Gran Bretaña los autoriza a utilizar la fuerza y a intervenir en otros Estados sin responder a límite alguno. Entiéndase que es una guerra contra el terrorismo, que éste no tiene un Estado definido y esta doctrina les justifica cualquier invasión e intervención a Estados sospechados de darle apoyo.

El uso de la fuerza está prohibido por la Carta de Naciones Unidas en su artículo 2 inc. 4, y la única excepción a esta prohibición es la legítima defensa ante un ataque armado. Es evidente que la guerra preventiva no puede ser encajada dentro del concepto de legítima defensa, ni aun como defensa preventiva. Además, es paradójico que tanto EE.UU. como Gran Bretaña, en tanto miembros permanentes del Consejo de Seguridad, deban velar por la paz y la seguridad internacional.

En base a este análisis, creo que tendremos Al-Qaeda por mucho tiempo. La mayoría de los países árabes e islámicos están gobernados por regímenes autoritarios. De modo que mientras los objetivos de EE.UU. impliquen guerra preventiva e intervención, la presencia Al-Qaeda estará asegurada. A esto debe agregarse que los intereses económicos y geopolíticos de EE.UU. seguirán ligados a la región del mundo árabe, lo que agrava más la cuestión.

Para finalizar, Bush tiene mandato hasta fines del año entrante y Blair tiene la presión instalada para dar un paso al costado y dejar el gobierno. La pregunta es: ¿cuál será la política de los nuevos gobiernos en lo que respecta a estas claves, las profundizarán o las apaciguaran?

(*) Lic. en Relaciones Internacionales.