Slavoj Zizek y el cine

Télam

El filósofo Slavoj Zizek, conocedor del universo cinematográfico y de la influencia de los medios de comunicación en la sociedad contemporánea, reflexiona en su flamante libro "Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio" respecto de la filmografía de realizadores como Alfred Hitchcock y Andrei Tarkovski y sus motivaciones a la hora de situarse detrás de la cámara.

Leninista y lacaniano, Zizek es un autor de culto para algunos, aunque para otros no es más que un producto obsoleto de la Europa del Este, que sabe muy bien cómo hacer ruido en la sociedad globalizada y posmoderna.

Enmarcar al pensador no es tarea sencilla, aunque tal vez se lo pueda situar en lo que los anglosajones denominan estudios culturales. En todo caso, su obra está tejida en torno de las proposiciones de la industria cultural y los medios de comunicación, entre ellos, el cine.

En "Lacrimae rerum..." el esloveno reflexiona, entre otros temas, sobre la imposibilidad de hacer remakes de las películas de Alfred Hitchcock, el pesimismo del realizador polaco Krzystof Kieslowski, la irracionalidad y la angustia de los trabajos de Andrei Tarkovski y la posibilidad imaginaria o real de desplazarse a través del tiempo y del espacio como los personajes del filme "Matrix".

Zizek advierte al lector que el capitalismo del siglo XXI ha engendrado un complejo abanico de seducciones destinado a mantener al ser humano fuera de lo "real" (lo real lacaniano). El empeño del filósofo en las páginas de "Lacrimae rerum..." -que alude al nombre que daban los antiguos a las lágrimas de la escena, las únicas que soportaban porque las reales provocaban pavor- y, en general, en toda su obra reside en expedirse contra lo que denomina la "interpasividad", una actitud producida por la seducción mediática y tecnológica del capitalismo, que rompe la temporalidad y engaña al individuo haciéndole creer en cambios que nada cambian.