Cartas a la dirección

La verdad policial

Señores directores: La nota aparecida en la página 15 del diario El Litoral del 25 de agosto ppdo. mes con el título de "La policía vista por el lector" deja al descubierto el interrogante que los ciudadanos se plantean en la evaluación tan delicada como es la función de nuestra policía. Una función que hay que clarificar para que sea efectiva, desechando lo inicuo de lo positivo.

Los ciudadanos deben saber que la policía fue creada para asegurar el orden y el bienestar de las personas, como brazo ejecutivo de la Justicia, auxiliar en hacer cumplir lo ordenado por un juez. De nada sirve opinar por qué la corrupción en sus cuadros. Hay que garantizar que la cúpula que la conforma sea idónea, capacitada, con sueldos equitativos, con alto grado de disciplina interna y externa, con academias en cada dependencia, insuflando respeto a sus superiores y a sus compañeros durante los servicios. Si no hay disciplina entre sus cuadros tampoco lo habrá con la ciudadanía. La inseguridad de hoy depende en gran parte del hecho que a la policía se la sacó de su función específica para utilizarla en custodias políticas y otros fines similares. Tenemos una policía que está pero que no cumple su misión para la que fue creada. La ciudadanía está harta de promesas y día a día más llena de inseguridad.

Pedro Sgarbossa

LE: 6.336.354. Ciudad.

Felicitación

Señores directores: Felicitaciones a Rogelio Alaniz por su artículo del Islam y el Papa del 18 de setiembre ppdo. No había tenido muchos datos al respecto hasta entonces (soy un cura algo desinformado) pero los dichos de ese artículo me parecieron dejar un par de cosas claras. Quizás sea injusto culpar a los musulmanes in génere de esta reacción absurda y tan sentida por Benedicto XVI, y coincido con Alaniz que la cosa corre más por cuenta de (así enseña él) "imanes, sultanes, jeques, mullás y sheiks", cobijados por multimillonarios no muy solidarios con el musulmán de a pie (íel del desierto!...).

Lo que dejaré para otra sabrosa ocasión es cómo es el diálogo de un kantiano (¿quedan?) con este Papa maravilloso de humilde y de sabio.

Pbro. Félix M. Debuchy.