ANALISIS
Sin "animus societatis"
Por Emerio Agretti

Las sociedades pueden formarse por afinidades o conveniencia, por gusto o por necesidad, por amor o por espanto.

La primera opción de cada término responde a lo que los romanos llamaban "animus societatis", dotando al vínculo de una predisposición especial. En el caso del Partido Socialista y la Unión Cívica Radical, las razones parecen haber estado ubicadas en las segundas opciones. Por eso, el discurso de la unidad programática fue perdiendo espesor y dejó traslucir un escenario donde el conflicto se plantea, y tiende a dirimirse, en base a una cuestión de fuerza.

En ese sentido, el socialismo sabe que tiene la carta ganadora, el "nuevo gran elector". Considera -habrá que ver con hasta qué grado de razón- que se las puede arreglar sin su socio para ganar en la provincia y que, por lo tanto, no necesita hacer tantas concesiones. Que son los radicales quienes más tienen que perder si quedan afuera de la coalición y que, por lo tanto, no están en posición de sostener sus reclamos.

Los radicales, a su vez, se apoyan en la estructura que tienen en toda la provincia, en el ascendente territorial de muchos de sus dirigentes, en el peso histórico del partido -si bien en la actualidad está bastante por debajo de eso- y en el hecho de que la coalición funcionó, tal como estaba planteada, para ganar las elecciones de 2005.

Hay algunos pronunciamientos que, por torpezas de manejo o intencionalidad, llevaron la situación a un punto de muy difícil retroceso: desde el socialismo se dejó en claro que Binner quería a una mujer santafesina como vice y el radicalismo eligió orgánicamente a un representante que no cumple con ninguno de los requisitos. Ahora, por un lado dicen que no se puede obligar al candidato a desdecirse sin debilitarlo, y por el otro, que una decisión orgánica y unánime de una fuerza política no puede ser revisada porque lo diga un dirigente de otro partido. Unos acusan a otros de poner las candidaturas por encima del proyecto y los otros replican que no se cumple con los acuerdos.

Ambos insisten en que el Frente sigue siendo la opción y que por el camino del diálogo se puede encontrar una salida a la encerrona. Aunque, como en cualquier instancia asociativa, siempre es más difícil programar un futuro en común cuando, más que una verdadera vocación al respecto, lo que rige es el cálculo de costos y beneficios. Como decían los romanos.