Un freno al reeleccionismo

La progresiva incorporación del instituto de la reelección a la normativa argentina fue una constante desde el retorno de la democracia, en 1983, fecha en la cual ni la Constitución Nacional, ni sus homólogas provinciales, preveían la posibilidad de la renovación automática de mandatos. Por el contrario, hoy son muy pocas las que aún no la tienen y en cinco casos, la reelección puede ser indefinida. Se trata de San Luis, Formosa, La Rioja, Santa Cruz y Catamarca, que comparten la condición de distritos chicos y con amplio predominio del Partido Justicialista. Hasta hace unos días, Misiones estuvo en condiciones de haberse sumado a esa lista, pero el voto ampliamente mayoritario de la población lo impidió.

La historia política reciente del país demuestra que no han sido cambios discutidos o resueltos en un plano estrictamente institucional: en todos los casos, las reformas necesarias fueron impulsadas por un mandatario cuyo objetivo era remover el obstáculo que le impedía mantenerse en el poder. Por eso, todas las provincias que reformaron sus constituciones cuentan con al menos un gobernador reelecto y, de hecho, casi todos los que llevaron adelante la reforma luego pudieron usufructuarla. Las pocas excepciones corresponden al radical Ramón Mestre (Córdoba) y el justicialista Carlos Manfredotti (Tierra del Fuego), que consiguieron los votos necesarios para modificar la Constitución, pero no para ser reelectos.>

Esta relación demuestra el punto en común entre medios y fines: en cada caso, los gobernadores -o, en su momento, el presidente Carlos Menem- pusieron en marcha la campaña reformista cuando sabían que contaban con intención de voto suficiente para conseguir ser reelectos. En algunos casos, por efecto de arrastre o algún atisbo de pudor, el proceso vino acompañado de otros cambios institucionales, que en general apuntaban a modernizar los cuerpos normativos. No fue el caso de Carlos Rovira, cuyo intento quedó en los prolegómenos.>

En este marco, cabe apuntar la situación de Santa Fe, cuya suerte difiere de la mayoría del elenco de provincias argentinas. En su momento, Carlos Reutemann falló en su intento de obtener la excepción por vía judicial y no llegó a lanzar un proyecto de reforma constitucional, ante el unánime rechazo de la oposición. En tanto, y si bien tampoco hasta ahora obtuvo consenso para llevarlo adelante, el proyecto impulsado por el actual gobernador deja expresamente afuera la posibilidad de beneficiarse con una eventual reelección.>

Hasta ahora, el ejemplo santafesino constituye apenas otra excepción a una regla vastamente extendida por todo el territorio nacional. El fuerte mensaje del pueblo misionero, y los pasos dados por el presidente Néstor Kirchner pocos días después, al vetar el proyecto del jujeño Fellner y pronunciarse en contra, a través de un vocero, de fomentar debates de esta naturaleza que dividan a la sociedad, parecen orientar los pasos en otro camino. Lo que, por convicción o realismo político, resultará indudablemente lo más saludable para las instituciones.>