La vuelta al mundo
Las elecciones en el imperio

Rogelio Alaniz

Perdieron los republicanos y ganaron los demócratas. Así anunciada la noticia, daría la impresión de que lo sucedido en Estados Unidos no hace más que cumplir con las elementales reglas de alternancia que distinguen a la política norteamericana desde hace por lo menos cien años, salvo algunos escándalos resueltos con magistral discreción.

Es la experiencia histórica la que enseña que después de un período republicano le toca gobernar a los demócratas, quienes a su vez dejarán el poder en manos de los republicanos en la próxima ronda política. Lo que se debe indagar son las causas que explican la derrota de un partido o la victoria del otro, aunque en principio no se debe subestimar el desgaste inevitable de la acción de gobierno de una administración, sea demócrata o republicana.>

Valgan estas consideraciones para poner en su justo lugar la influencia que ha tenido en la conducta del electorado la guerra de Irak. Si bien este tema ha influido, sería arriesgado concluir que el pueblo norteamericano está movilizado reclamando el retiro de las tropas y, mucho menos, suponer que esta sociedad considera ahora que el fascismo islámico ha dejado de ser un peligro para Estados Unidos.>

Cuando el gobierno de Estados Unidos ordenó el retiro de las tropas de Vietnam, lo hizo porque la situación en el frente interno era insostenible, pero ello no significaba que la sociedad simpatizase con el comunismo. Bush en su momento ganó una elección presidencial y una elección parlamentaria agitando la bandera de la lucha contra el fascismo islámico. Hoy el electorado le dio la espalda, pero nadie olvida que cuando se tomó la decisión de invadir Irak los demócratas apoyaron mayoritariamente a los republicanos y se equivocarían de punta a punta los que creyesen que la llegada de un demócrata a la Casa Blanca alteraría bruscamente esta estrategia.>

¿Por qué fueron derrotados entonces los republicanos? La respuesta está más relacionada con la situación social y económica interna de Estados Unidos que con lo que está sucediendo en Irak. Corrupción, caída de los planes sociales, retroceso en la calidad de vida, explican el hartazgo de la sociedad norteamericana con la gestión de Bush.>

Irak ha sido uno de los factores de la derrota republicana, pero uno de los factores, no el único y no sé si llegó a ser el más importante. Sin duda que hay insatisfacción en la opinión pública por el desarrollo de los acontecimientos en Irak. Los soldados norteamericanos muertos ya suman tres mil y no hay indicios de que la guerra marche hacia un desenlace más o menos previsible.>

Entre la clase dirigente yanqui existe un amplio consenso de que en Irak no se puede seguir haciendo lo mismo. Todos los observadores admiten que Estados Unidos se ha enredado en un conflicto del cual ahora no sabe cómo salir. Los "neocons", la fracción republicana de derecha que asesora a Bush, son los que van a pagar los platos rotos, entre otras cosas porque fueron ellos los que teorizaron sobre una estrategia belicista que desconociese la legalidad internacional.>

La renuncia de Ronald Rumsfeld debe inscribirse en ese contexto. La derrota de los "neocons" no significa el suicidio o la desaparición de la derecha norteamericana; en todo caso, lo que entrará en crisis será la versión de ese relato derechista elaborado por brillantes intelectuales que en su juventud militaron en las filas del trotskismo y que ahora pregonan una suerte de revolución permanente, pero en clave capitalista.>

Los integristas cristianos, ese coro de pastores rancios y conservadores que merodean alrededor de Bush, probablemente seguirán ejerciendo su influencia espiritual, pero cada vez más alejados de la política práctica, políticas cuyas riendas serán retomadas por la sobria y tradicional burocracia republicana que nunca se dejó seducir por los cantos de sirena de los "neocons" y los "aleluyas" de los pastores electrónicos.>

Los demócratas ya se están preparando los trajes para asumir el control político del país dentro de dos años. Siempre se ha considerado que este partido expresa políticas sociales y económicas más progresistas que los republicanos. Esta consideración es válida siempre y cuando no se exagere. Hay diferencias entre demócratas y republicanos, negarlas sería un reduccionismo, pero a esas diferencias hay que saber hallarlas, porque muchas veces funcionan de acuerdo con categorías culturales o políticas que no son las que privilegian los latinoamericanos, por ejemplo, para establecer estas distinciones.>

Hillary Clinton o Nancy Pelosi pueden ser las nuevas huéspedes de la Casa Blanca. Sería una novedad que una mujer llegase a la presidencia, aunque los humoristas señalan que muchas veces las esposas de los presidentes fueron las que tomaron las decisiones más importantes. También el candidato podría ser un mulato que ha ganado en su Estado. Negros, mulatos y latinos hace rato que ocupan altas funciones en la política norteamericana.>

Faltan casi dos años para las elecciones presidenciales y atendiendo a la gravedad de los problemas pendientes, los escenarios pueden alterarse de manera significativa. Irak es un problema serio, pero es un problema para todo el sistema político norteamericano, no sólo para los republicanos. En Estados Unidos la política exterior se rige por el principio de la continuidad, no de la ruptura. Los cambios que se producen son muy graduales y la mayoría de las veces no tienen que ver con la supuesta ideología progresista o conservadora de unos u otros, sino con los intereses de Estado, de los grandes lobbies o de las alteraciones del cada vez más imprevisible y fascinante escenario internacional.>

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