Cuando el hombre le habla al hombre

Trabajar a teatro lleno es una constante quimera de los teatristas y el deseo permanente -cuando existen- de los empresarios. Si, además, en las plateas puede reconocerse ese murmullo que va más allá de la pura diversión de carcajada; si los llenos se consiguen con una oferta que es testimonio (más o menos) de nuestro tiempo; arriesgada, reflexiva, moderna, el teatro puede congratularse. Si, por último, todo eso sirve para que el público empiece a considerar entre sus planes habituales la asistencia al teatro, entonces cabe pensar que nos encontramos en los inicios de una ansiada recuperación.

Es necesario advertir el peligro que supone creer que la recuperación de la que hablamos pasa, necesariamente, por la sorpresa, el "estrellato" o el empujón puntual, cuando lo cierto es que el crecimiento en el número de espectadores que asista al teatro vendrá de la mano de un trabajo continuado, del esfuerzo permanente por sentar las bases de una producción reposada, que no se vea constantemente sometida a los más o menos volubles caprichos de una u otra opción política.>

Los espectáculos presentados en el III Encuentro Argentino de Teatro organizado por la Universidad Nacional del Litoral a través de su Dirección de Cultura han demostrado su mayor o menor calidad. Se puede discutir sobre ellos; y se debe. Sobre todo, se debe discutir hacia adelante, a favor de lo que se puede hacer para que no signifiquen un número en las frías estadísticas o éxitos aislados o incompletos. Porque sólo el soporte público es capaz de mantener el esfuerzo necesario para re-inventar la tradición que sí tenemos.>

Cuando no queda más remedio que confiar en el talento de un creador, algo está fallando por debajo. Es evidente que la finalidad del teatro es el público, el resultado. Pero no hay resultado sin proceso. Como mucho, habrá destellos que el espectador apoye y aplauda porque, a pesar de la incesante invasión audiovisual, es completamente sensible al arte más vivo, al teatro.>

Uno de los caminos debe ser el apoyo decidido a proyectos inteligentes y rigurosos. ¿Cómo hacer para olvidarse por un momento de los resultados inmediatos y asegurar una infraestructura permanente, capaz y creativa? La respuesta no solamente debe estar en los creadores, sino también en los responsables de la Cultura, como lo hace indiscutiblemente la UNL.>

Se debe calar profundo en el imaginario cultural de una sociedad que, aunque progresivamente se tecnologice, difícilmente vaya a perder el deseo de seguir escuchando y viendo sencillas o complicadas historias contadas desde un escenario. Porque, finalmente, es en el teatro donde el hombre le habla al hombre.>

Roberto Schneider