Maltrato infantil: un flagelo que exige compromiso social

El caso de Daiana, la nena de cinco años abusada y asesinada en barrio Alfonso, volvió a poner la mirada de la sociedad sobre el gravísimo y silencioso flagelo del maltrato infantil.

Pero Daiana no es, ni será, un caso aislado. De hecho, hace apenas algunos días la Justicia procesó a otro hombre mayor por abusos contra su nieta, de apenas nueve años. La denuncia fue presentada por los padres de la niña y el procesado se suicidó en el momento en que la policía fue a detenerlo.>

Los especialistas del Comité de Maltrato Infantil del Hospital de Niños "Orlando Alassia" brindan estadísticas alarmantes: cada semana reciben un promedio de diez chicos abusados, golpeados, descuidados, maltratados física o psicológicamente.>

El maltrato físico es el más común y el que se puede detectar con mayor facilidad, pues existen indicios indisimulables de los golpes que los chicos reciben. Sin embargo, suelen existir abusos que resultan muy difíciles de comprobar, porque en general no dejan huellas visibles.>

En realidad, resulta prácticamente imposible determinar los verdaderos alcances de este drama, pues las situaciones de violencia familiar suelen estar rodeadas de un profundo silencio producido por el temor y el sometimiento.>

El Centro de Atención a la Víctima del Delito, que depende de la Defensoría del Pueblo, es otro de los sitios donde esta realidad suele repercutir. También desde allí advierten que el problema se agrava con el correr de los años.>

Los hechos demuestran que el Estado no parece estar preparado para detectar y dar una respuesta efectiva frente a un drama que crece. De hecho, el caso de Daiana estaba "judicializado" desde 2003 e, incluso, hace dos años una asistente social visitó la casa de la niña. Pero a pesar de todo, no se actuó a tiempo y los jueces involucrados en esta causa deberán explicar por qué.>

Un dato en este sentido es clave: la mayoría de los chicos maltratados que llegan al Hospital "Orlando Alassia", ya habían estado en esa institución por el mismo problema. Esto significa que, más allá de que los casos sean detectados en algún momento, el sistema no logra prevenir nuevas situaciones violentas.>

¿Qué hacer como ciudadanos ante esta grave realidad? Una postura posible es quedar sólo en el reclamo hacia un Estado que muestra su ineficiencia o su impotencia frente a este drama. Pero seguramente con esto no alcanza.>

Los especialistas coinciden en la necesidad de que la sociedad en general esté sensibilizada acerca de la problemática, sabiendo que los casos de violencia infantil son más comunes de lo que muchos creen; y que pueden presentarse en todo momento y en cualquier lugar.>

Resulta imprescindible asumir el compromiso, dejar de lado la pasividad en este tipo de situaciones y denunciar ante los organismos competentes cualquier hecho sospechoso. Si bien ésta no será la solución definitiva al flagelo, al menos representará una posibilidad más para tantos niños que sufren un verdadero infierno del que no pueden defenderse.>