Toco y me voy
íEl brindis en el laburo!

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La rutina laboral, la inercia que los días generan, pueden quebrarse de pronto en el insignificante y por lo mismo trascendente chin chin de fin de año. Que dios te dé el doble de lo que me deseas. Brindo por eso, también.

En el último día laboral del año, el cima ya viene distentido desde el vamos: es el día del brindis. El laburo se hace lo mismopero más rápido y con piloto automático, vamos, vamos, rapidito, qué quiere señor, cómo no señor, elquesigue y así van pasando rápido las horas, entrando en el tobogán que desemboca en el brindis.

Una mano entrenada y piadosa descuelga de pronto los teléfonos o les baja el sonido (que es lo mismo), cierra la puerta, cuelga el cartelito de vuelvo enseguida y aparecen por fin los sánguches (a fin de año no son delicados sandwiches sajones; son sánguches castellanos), mientras el patrón real y concreto o la patronal irreal y difusa se hace cargo del inhabitual champagne, que empieza a correr desenfrenado por copas y gargantas.>

Suceden cosas. Por ejemplo que la atildada jefa de lo que sea, de pronto esté a los abrazos con todo el mundo, incluso arrugándose el trajecito hasta ese momento del año impecable. Sucede que los vagos también descubren impensadas guardias bajas, puertas entornadas donde siempre hubo murallones impenetrables y avanzan distancias prometedoras en su relación con Marita, Dorita o la ita que tengan en su trabajo. En el mío, hay unas cuantas itas, lo digo a los fines aclaratorios internos y externos.>

Las fronteras entre cargos, funciones, caracteres jodones o serios se esfuman y así se vive una verdadera fiesta entre compañeros de trabajo, especie de navegantes que están en el mismo barco, bailando sobre cubierta -capitán incluido- y confiando en que alguien mantendrá la embarcación a flote igual.>

Ya el champagne del bueno se terminó y las exigencias sobre la calidad también y comienzan las segundas y terceras marcas, que son consumidas igualmente sin chistar. Conforme se van agotando las provisiones originales, los más audaces o conocedores remontan la línea de aprovisionamiento: se llegan hasta la cocina o el bar, sobornan al mozo, manotean del congelador, organizan salidas súbitas de compra. Hay una capacidad de resolución general que esa oficina ya querría tener para sus funciones específicas en el resto del año.>

Todo es posible, todo se consigue, siempre aparece una botella más o una bandeja nueva de sánguches castellanos o sandwiches sajones, bocaditos finos o vulgares milanesas, canapés mínimos u organización de asado repentino.>

Siguen pasando cosas. Aparecen por ejemplo los primeros mamados, tipos que se recuestan igualmente en una silla a la salida de las bandejas y siguen manoteando aquí y allá hasta que alguien solidario lo deposita en una piecita en que se puede dormir o lo lleva finalmente a la casa.>

Ya hay gente haciendo trencitos, aparece cotillón de la nada, y se brinda por el bienestar del mundo entero, prometiendo visitas o cosas de improbable cumplimiento (y qué: íeso era el año pasado!) en tanto campea la idea de que el año está perdido. Los dueños y los intérpretes de los dueños ya intuyeron, perspicaces, que el laburo se terminó así que se distienden también ellos, porque total al otro día no se trabaja y uno vuelve ya en otro año, dos días después, con la resaca pero serios de nuevo, y con el medio clima laboral de las licencias, los eneros y todas esas cosas.>

El brindis es el brindis, así que no importa que se caiga un plato y se rompan cuatro copas, que alguien patee sin querer el enchufe de la compu, que alguien se escape corriendo hacia el baño; el baño nuevo o el baño viejo, un chiste malo, a fin de cuentas, de gente que ha vevido mucchio y un sadudo a dodos los que me conosen. Fiz añio duevo pada toossss...íííIuuupiii!!!>

Texto: Néstor Fenoglio[email protected]: Luis [email protected]