Polución visual en el Parque del Sur

Hace años, cuando comenzó a insinuarse en Santa Fe la enfermedad urbana que la polución visual genera, El Litoral cuestionó la incipiente tendencia y encendió el alerta. Dijimos entonces -y luego lo repetiríamos muchas veces- que si no se tomaba el problema en serio y se lo contrarrestaba con velocidad y decisión, podía convertirse en pandemia. Y así ocurrió.

No obstante, como nada es lineal, hoy se dan situaciones paradójicas: mientras la calle San Martín se despeja, se limpia, permite ver los edificios antes tapados por los carteles comerciales, revalorizando el espacio aéreo; se recupera tanto la calidad urbana como la comercial, y da a cada quien su lugar, otros lugares públicos son invadidos por carteles de ciudadanos que emiten mensajes preeminentemente comerciales, aunque no falta la expresión humanística.>

Este último es el caso de una extensa pancarta de chapa instalada en el parque General Belgrano, al que todos llaman Del Sur. En ella, caminantes y deportistas -que recorren habitualmente su circuito- pueden leer una reflexión de Publio Benuzzi sobre la vida y la felicidad.>

Al respecto debemos decir que nadie duda de las buenas intenciones de Benuzzi, hombre honesto a quien El Litoral le ha publicado por años numerosas cartas sobre temas diversos. Pero este reconocimiento no bloquea la necesidad de analizar el problema como corresponde.>

En este sentido, se debe señalar que, por naturaleza y definición, el espacio público es jurídica, institucional y moralmente un bien común. Por lo tanto, ningún particular puede intervenir en él sin que medie una norma habilitante. En consecuencia, los buenos propósitos no son títulos suficientes para irrumpir en el espacio público y apropiárselo.>

Es fácil imaginar lo que ocurriría si cada ciudadano pudiera plantar mensajes en calles, plazas y paseos. La ciudad se convertiría en una sopa de letras; la disparidad de textos sembraría confusión, contradicción y conflicto; la variedad de formatos, materiales, tipos, cuerpos y contenidos afectarían gravemente la imagen urbana y la convivencia de quienes la habitan.>

Peor aún, la empresa que auspicia la "cartelización" de estas reflexiones humanistas, no es otra que Mecanotech, firma que acredita antecedentes de contaminación visual, y algo más. Basta recordar las diversas frases laudatorias a la figura de Carlos Menem que estampara en los muros de la ciudad cuando el riojano desempeñaba la presidencia de la Nación. Aquellas espontáneas comunicaciones a la ciudadanía aparecieron entonces en distintos puntos de la ciudad e, incluso, en el muro este del Teatro Municipal que, por supuesto, nadie se atrevió a remover.>

Es que en esos días, Menem era dueño y señor de la voluntad de los argentinos, que no dudaron en reelegirlo luego de que se forzara la reforma de la Constitución Nacional para lograr su habilitación. Se trata, en fin, de historias recientes que ya nadie quiere recordar. Pero lo cierto es que, en su momento, esas frases impresas en el espacio público violentaron innecesariamente a muchos santafesinos. Y ese error debió constituir un aprendizaje que impidiera su reiteración, máxime cuando introduce en un parque y paseo de reconocido valor paisajístico, elementos completamente extraños y altamente polucionantes. Para colmo de males, ocurre en un espacio para cuya recuperación la provincia y el municipio terminan de invertir cuantiosos recursos.>

Sin embargo, allí está la nueva "obra", que exige la inmediata actuación de la Municipalidad y de la Comisión de Defensa del Patrimonio Cultural Urbano, porque estos "gérmenes" se extienden con rapidez.>