Jesús Martín Barbero, especialista en comunicación y filósofo

"La escuela está perdiendo su capacidad socializadora"

Para entrar a la escuela, los jóvenes tienen que dejar afuera su "corporeidad" a través de la cual se expresan, advierte el especialista. Foto: Archivo El Litoral. 

Barbero propone "agujerear" los muros de la escuela, para que penetre el "oxígeno contaminante" del exterior. Dijo que la institución escolar se empeña en estar a la defensiva, y no mira los fuertes cambios sociales que la atraviesan.

La escuela, que antaño fuera, junto con la familia, un ámbito de socialización densa y de transmisión de la herencia cultural, política y social, ha ido perdiendo esa peculiaridad y se fue convirtiendo en un espacio cada vez más dedicado "a la administración de saberes".

Con ese disparador, Jesús Martín Barbero, doctor en Filosofía, abrió su ponencia durante el Seminario Internacional Nuevos tiempos y temas en la agenda de política educativa, organizado por el Instituto de Planeamiento de la Educación (IIPE) de la Unesco.>

Barbero reside en Colombia y es reconocido internacionalmente por sus numerosos estudios en comunicación. Fue uno de los tantos especialistas que disertaron durante el seminario que se realizó en noviembre en Buenos Aires y que tenía por objetivo analizar cómo impactan sobre la escuela las transformaciones científico-tecnológicas, económicas, sociales, culturales y políticas de los últimos tiempos.>

"Tenemos una escuela cada día más cercana a un espacio de administración de saberes, en un momento en que los saberes escapan cada vez más rápidamente del ámbito escolar; por tanto, es una escuela que está a la defensiva, en una lucha por defender un modelo escolar que, en mi opinión, está cada vez más lejos de la complejidad, de las contradicciones que tiene el modelo de comunicación de la sociedad", disparó Barbero, ante un público colmado de docentes y especialistas en educación.>

Según analizó desde la experiencia colombiana, la búsqueda de los estándares de calidad -que calificó como una condición instrumental y funcionalista de los saberes- se ha convertido en una enorme trampa para una escuela "abaratada", en la que "el presupuesto nacional cada vez invierte menos, aunque las cifras suban". Esta meta, dice Barbero, la aleja cada vez más de aquel horizonte que Hannah Arendt definiera en su libro de 1965 como la primera misión del sistema educativo: la conversación intensa entre generaciones, la transmisión de la herencia cultural.>

"Esta escuela a la defensiva, sofisticadamente alza y endurece sus muros, y por tanto, implosiona -dijo el especialista-. Para no tener esa sensación de implosión se llena de aparatitos contemporáneos, de tecnologías, que la modernizan en los términos de decoración de interiores, no de transformación real, no de agujerear esos muros para que el oxígeno circule, con toda su contaminación".>

Educar hoy

Existen, para el experto, tres ámbitos de transformaciones que exigen replantear radicalmente lo que significa "educar" en la sociedad contemporánea. Uno, cambios en la sociabilidad, en los modos de "estar juntos" en la ciudad. Dos, el des-centramiento del libro y modificaciones en las sensibilidades de los adultos, de los jóvenes. Tres, los nuevos lenguajes.

Sobre el primero, Barbero destacó que fue crucial el cambio de paradigma producido en el paso del siglo XIX al XX cuando el pueblo, que tomaba las calles para festejar, protestar e ir al cine, abandonó la ciudad para quedarse con la experiencia doméstica de la televisión. "Este traspaso de los públicos-pueblos a las audiencias fragmentadas de la televisión, cada cual en su casa, marca radicalmente una sociabilidad precaria, una enorme precariedad del lazo social que los jóvenes contrarrestan a su manera a través de eso que Maffesoli llama `tribus'. Nuestros adolescentes, el sujeto de la educación, habitan una ciudad muy distinta a la de sus abuelos y bastante distinta a la de sus padres", analizó el estudioso.>

Como parte de este proceso, también mencionó la "hegemonía del cuerpo" y criticó el hecho de que, para entrar en la escuela, los jóvenes tengan que dejar afuera sus cuerpos, su "corporeidad" a través de la cual "nos están diciendo un montón de cosas, que los maestros, los adultos no sabemos descifrar ni tenemos interés en descifrar. Sus cuerpos no son sólo la voz de la moda, son el balbuceo de su propia subjetividad".>

El libro no es más el eje de la cultura

En cuanto al segundo cambio, Barbero argumentó que estamos viviendo un "des-centramiento" del libro. "No creo en la muerte del libro, nada de eso, pero lo que sí hay es un des-centramiento, es decir, no es más el eje de la cultura", señaló. Y apuntó a la "miopía" de algunos intelectuales latinoamericanos que "en su complejo de europeos modernos siguen sin entender que la cultura de las mayorías en América latina es todavía la cultura oral".

Añadió que el saber se des-centra, aparece el texto electrónico y la hipertextualidad como nuevo modelo de organización, transmisión y aprendizaje de los conocimientos. Son cambios que no vienen a reemplazar al libro sino a relevarlo de su centralidad ordenadora de las etapas y los modos de saber que la estructura-libro había impuesto a la escritura, a la lectura y al proceso entero de aprendizaje. "Estamos ante un des-centramiento culturalmente desconcertante, y que la mayoría del mundo escolar en lugar de buscar entender, se contenta con estigmatizar", señaló.>

El tercer cambio fundamental, radica en la aparición de nuevos lenguajes entre los adolescentes. Sobre este punto, pidió desterrar "esa obsesión, esa pesadilla francesa" de que "los jóvenes no leen". Aseguró que éstos leen y mucho, pero en términos de revistas, comics, letras de rock. "Las experiencias culturales de los jóvenes de hoy (vinculadas a lenguajes sonoros, orales, textuales, visuales, digitales) no pueden ser equiparadas en ningún sentido con el papel del libro", remarcó.>

Segunda oportunidad

Como conclusión, Barbero reclamó reconocer la "sociedad multicultural" en la que vivimos, que significa no sólo la existencia de la diversidad étnica, racial o de género, sino también aquella otra heterogeneidad que se configura entre la cultura letrada y la cultura oral, la audiovisual y la digital.

En este punto, aseguró que la escuela podría reubicarse estratégicamente si se decidiera "a ser realmente el lugar del destilaje fuerte entre las diversas culturas que han sido despreciadas, minivaloradas: las culturas orales, sonoras, gestuales, visuales de la mayoría de la gente, que tienen sus propios códigos, saberes y narrativas, y que hoy están interactuando con la tecnología".>

Llamó, finalmente, a transformar el sistema educativo, hoy excluyente cuantitativa y cualitativamente, para que la escuela pueda cumplir con sus dos grandes misiones: socializar ciudadanos, y capacitar a todos, abriendo ámbitos nuevos de creatividad, innovación y producción.>

Los padres ya no son el modelo

Jesús Barbero hizo hincapié en el des-ordenamiento de las jerarquías culturales. Según explicó, "Josua Meyrowitz estudia cómo a finales del siglo XVII, la niñez adquiere visibilidad, emerge la infancia como un mundo aparte, con un estatuto social particular por medio de la aparición de literatura para niños. Pero, a partir de la televisión, se les permite a los adolescentes estar presentes en la vida de los adultos, es como si la sociedad entera hubiera tomado la decisión de autorizar a los niños a asistir a las guerras, a los infiernos, a los modos de seducción, a las intrigas criminales, a las hipocresías de los adultos, todo aquello que los adultos les ocultaron durante siglos a los niños, todo aquello que le ocultaron los libros para niños".

"La televisión expone a los niños desde que abren los ojos, al mundo que antes les fue vedado por los adultos", añadió.

Es por eso que, en su apreciación, la televisión provoca un cortocircuito en los filtros de la autoridad parental, transformando los modos de circulación de la información en el hogar. "Hay un cambio radical en la relación entre adolescentes y adultos, que tiene mucho que ver con el hecho de que los padres ya no son el modelo. No lo son ni los padres, ni los maestros, si no sus pares, que triunfan en la música, en el deporte. Ésta es una clave que rompe radicalmente la relación con la cultura de los mayores, por tanto, con la organización cultural", destacó.

De la redacción de El Litoral