El principal sospechoso admitió haber estado junto a la víctima en el lugar y en la hora del crimen, sin embargo dice que el diablo le jugó una mala pasada y no recuerda qué pasó después.
El crimen se consumó en la zona de bañados, detrás de la Plazoleta Evita. El suboficial corría tras los ladrones cuando un disparo mortal lo alcanzó en el rostro.