Darío Pignata[email protected]
Es cierto que los defectos y virtudes se dan la mano sistemáticamente en este equipo, como dijo el propio entrenador. Es cierta también -estás perdonado, Carlos- la frase de "somos tontos todavía", al explicar que Pereyra se estaba abrazando con Barreto cuando Instituto sacó del medio y en pleno cotillón tatengue llegó al empate con tres pases. Es innegable esa evidente "ansiedad" que tiene Unión, cuando sale pasado de revoluciones a jugar de local, viendo y escuchando la cancha al palo en las tribunas de un 15 de Abril que parece más un templo que un estadio de fútbol en los últimos tiempos de esta religión sin Dios. Pero también es cierto, justo y real que este equipo busca siempre hasta morir, cargándose en la mochila exigencias impropias, que están más emparentadas con la historia, con este "especial" 2007 por los 100 años y con un montón de cosas que son más platónicas que reales. Porque esta imposición de "ascender o ascender" por cumplir un siglo de vida es más platónico que real, lo cual no invalida que pueda darse porque por algo el fútbol es el deporte más lindo del planeta. Tan platónico como suponer en medio de otro valorable esfuerzo de este interminable Angel Malvicino, que puede ser viable la unidad metiendo a todos los candidatos y a todos los sectores en la misma bolsa. Bolsa que por otra parte, a la luz de lo que hicieron con el club en los últimos 15 años (en la "B" y con 20 millones de pesos de deuda), es lo más parecido a una bolsa de gatos.
En medio de este manojo de nervios, presiones y ansiedades que es el club, de cara a los 100 años primero y a las elecciones después, está parado este equipo sencillo, humilde y de bajo perfil que moldeó Trullet. Acaso haciendo carne aquella idea que "no hay equipo que no se parezca a su técnico". Porque este Unión está hecho a imagen y semejanza de su entrenador. Sólo con un técnico como Trullet, firme de convicciones, hoy el club puede disfrutar de los Assef, Yacob, Canuto, Sartor, Acosta y compañía. Sería bueno preguntarse ¿qué le falta, entonces, a Unión para ser un equipo más competitivo? Y la respuesta es una sola, no hay margen de errores, equivocaciones ni distracciones. Lo que Trullet y Unión necesitan es TIEMPO, una palabra que no sobra en un club donde todos están apurados. Algunos por los 100 años, otros por su caprichoso deseo de "soy presidente o nada" y varios directamente por ser ya, a esta altura, "incorregibles", sin darse cuenta de que fueron protagonistas exclusivos de la peor clase dirigencial en años y sin embargo no escarmientan: se hacen los giles cuando leen esta frase, miran para el costado y salen de paso con la misma previsible mentira: "Yo ya no estaba", "Yo no manejaba el fútbol", "Yo no compartía las decisiones que se tomaban".>
Por eso es que en este camino claro y concreto que, con valentía, trazó el "Cabezón" cuando salió desprolijamente de Ben Hur de Rafaela, el único pecado que no se le permite a Trullet es que se deje "enroscar la víbora", ni mucho menos "dorar la píldora" a esta altura del partido. Primero, porque está grande. Segundo, porque a ese caramelito de "Carlos, si yo gano, vos seguís, porque yo a vos te banco a muerte" ya lo escuchó más veces que al mismo saludo. Tercero, porque nadie mejor que él, su cuerpo técnico y sus laburantes jugadores para defender la idea. Porque un equipo de fútbol es, ante todo, una idea. ¿Qué se quiere, cómo se quiere, cuándo se quiere? Y lo que está claro, sin margen de dudas, es que este grupo siempre quiere. Entonces, técnico y equipo deben salir inmaculados de estas cuestiones. Tan inmaculada como es la pasión de un hincha que está dando todo hasta que duela. Porque como canta la gente, esperanzada, alguna vez "las buenas ya van a venir...".>
En este contexto, el desahogo de anoche sobre la hora contra Instituto fue un demorado premio para tanto cariño popular desde las tribunas, en los últimos tiempos. Porque la gente no podía verlo ganar a Unión en Santa Fe. No pudo cuando jugó mal contra Chacarita, pero tampoco pudo cuando jugó bien y fue más contra el Olimpo campeón de Madelón. ¿Si tuvo suerte en los dos últimos partidos por ganar sobre la hora? La respuesta se cae de madura. Pero ya lo escribimos hasta el cansancio: nadie sale campeón por mucha suerte y nadie se va al descenso por falta de suerte.>
La seguidilla de lesiones de Nereo Fernández, Renzo Vera y Gastón Carabajal ponían en duda el sistema defensivo. Se trataba de dos viejos titulares (el arquero y el stopper) y un nuevo líbero en reemplazo de Mosset. Sin embargo, se la bancó el equipo con el recambio. Porque Unión, que tiene a Nery en la gigantografía histórica, pareció tener un enorme vacío de arqueros propios en los últimos 20 años, que sólo rompieron Oscar Passet y el mismo Nereo. Sin embargo, las castigadas inferiores parecen estar ahora bien regadas en un puesto clave: Assef muestra condiciones en la adversidad y el pibito Ojeda es la figura de la Sub 17. A este bloque, se sumaron dos puntos individuales altos: el "invento" de Canuto como líbero y el número "5". Cuando uno veía a Canuto en el medio se daba cuenta, a la legua, de que era un buen jugador. Pero era como que siempre le faltaba algo. A ese "algo" lo encontró Trullet, un poco por accidente, otro poco por su intuición como entrenador. En cuanto a Sartor, la mejor virtud es que conoce su defecto. No es Redondo, ni siquiera es Battión. Entonces, no hace giladas con la pelota: la quita y la entrega. Se tira al piso, corre, marca, pega. No está para jugar y él es el primero en saberlo.
Lo que en el fútbol se consigue con mucho tiempo de trabajo en la defensa, en apenas un ratito se consigue en ataque con la impronta técnica del futbolista. Y si bien hoy Unión no tiene ningún "ancho bravo" para ganar con una sola carta, parece encontrar con Paulo Rosales y César Pereyra el mismo efecto que ligar el 7 de espadas y el 7 de oro en la misma mano. Por sí solos no aseguran ganar la mano, pero juntos sí. Está en veremos el tema de sus respectivos socios por ahora. Anoche impresionó mejor Zapata que Casanova como auxilio de Rosales y Weiner más activo que Rami para acompañar a Pereyra. Lo que es importante para ambos es llegar al gol. Porque el gol siempre agranda a un futbolista, mucho más si está facultado con libertades totales para atacar.
Sería importante para Trullet que las circunstancias -juego y resultado- lo ayuden para insistir con la idea de los "cuatro petisos": Rosales, Zapata, Pereyra y Weiner. Y que la enfermería del fondo pase de largo con los atacantes naturales del equipo.>
Unión iniciará, seguramente, la mejor semana en meses después del resultado de anoche y de mirar la tabla. Su punto más fuerte es el alto estado anímico que regala, a los planteles, este tipo de gritos agónicos, mucho más cuando se sabe de equipos parejos en torneo súper-parejo. Ojalá Unión pueda hacer pesar su prepotencia de trabajo. Porque anoche, sin ir más lejos, el Unión de Trullet lo ganó de puro "Cabezón" que es. Porque este equipo es tan o más porfiado que su propio creador; o sea, su entrenador. En los defectos y en las virtudes. En las buenas y en las malas.>
La de los 100 años.
La marca europea Kappa ya elevó un prediseño de la histórica camiseta de Unión por los 100 años que se avecinan. Como hicieron los grandes clubes, Unión producirá una edición limitada, con textura de otros tiempos, a dos colores: rojo y blanco. Como será un recurso extraordinario para la castigada economía rojiblanca, el costo de venta será de 190 pesos en el mercado. Si bien parece caro... es para toda la vida.
ASSEF (7): la más sólida aparición de las divisiones inferiores del Club Atlético Unión en el plantel superior. Contagia seguridad, toma decisiones cuando sale a buscar los centros y otra vez fue clave con un par de tapadas importantes.