SOCIEDAD / HISTORIAS DE VIDA
Un barco construido con las propias manos
Hugo Corrao.

Quiso tener un barco y decidió fabricarlo. Cuando la obra estuvo concluida, "Lázaro", como llamó a la embarcación, emergió del galpón donde fue tomando forma a lo largo de siete años. Ahora, se prepara para navegar.

textos de Nancy Balza. fotos de Néstor Gallegos y gentileza de Hugo Corrao.

Siete años casi exactos le llevó a Hugo Corrao, un vecino de esta ciudad, completar la construcción de su propio barco. Y lo hizo paso a paso; primero, con el auxilio de un ayudante y, más tarde, con el apoyo ocasional de expertos en distintas tareas, que se convirtieron luego en amigos.

De la fabricación de la "cuna" de hierro en la que se asentaría luego el casco hasta la última soldadura fueron mudos testigos los muros de un galpón cercano a su casa de barrio Fomento 9 de Julio. De allí emergió el 3 de marzo pasado "Lázaro". Así llamó Corrao a su creación. El nombre tiene directa relación con el personaje bíblico y con su propia experiencia. Pero eso puede quedar para después.>

Lo cierto es que para este hombre, que en poco tiempo cumplirá 75 años de edad, darle forma a semejante estructura nunca fue un sueño a cumplir, sino "una obra más". Y ahora que la terminó, lo único que quiere es no quedarse quieto. Es que la pasión por construir no se despertó luego de la jubilación, a fines de 1989, cuando se encontró con más tiempo disponible para crear. Viene desde su época de estudiante en la Escuela Industrial, de la fabricación de un auto y de una camioneta en la que protagonizó, junto a su esposa, el viaje de bodas del que pronto se cumplirán 50 años. Otro festejo más para añadirle a 2007.>

Prototipos

Para rastrear su primer y único antecedente en trabajos relacionados con la náutica hay que remontarse a varios años atrás, "cuando fabricábamos, con un amigo, lanchas con resina sintética y fibra de vidrio. Tampoco he sido de navegar", confiesa Corrao, quien tiene el carné de conductor de barco, pero sin mucho uso. "Siempre estuve más relacionado con el automóvil y, cuando era estudiante de la Escuela Industrial, fabriqué uno, partiendo de cero. También hice una camioneta... Y al primer carro para un verdulero con techo y gomas neumáticas lo hice yo en el año 1950".

De aquel auto quedó la foto encuadrada sobre una pared del estudio de su casa. Y al lado, otro de sus orgullos: un pergamino de sus compañeros de la Escuela Industrial en reconocimiento a su "capacidad y rectitud". De aquella casa de estudios fue docente, "el más joven en la historia de la institución", afirma.>

Diseñado por expertos

¿Cómo nació la idea de construir una embarcación? "Quise tener un barco y lo más simple era comprarlo. aunque no tan simple porque los barcos son caros. Y en un momento dado pensé: "¿Por qué no hacerlo?". Además, la inmensa mayoría de los barcos de paseo es de resina y fibra de vidrio, y yo quería tener uno metálico, que es mucho menos común. Hay algunos en Santa Fe, pero muy pocos. Me puse en contacto con un señor que sacaba un aviso en una revista especializada sobre unos diseñadores holandeses y, a través de él, compré los planos, que llegaron directamente a la Aduana de Santa Fe. De modo que éste es un barco diseñado por expertos, de los mejores del mundo".

Así, con los más de veinte planos en la mano, comenzó la tarea de acondicionar el espacio y comprar los primeros materiales, que en un primer momento consistieron en chapas de acero inoxidable. De allí salieron las tiras que forman el casco y que, unidas, llegan a más de 12 metros de largo.>

El barco se llama "Lázaro" por el personaje bíblico y por aquello de "levántate y anda", que fue lo que pensó Corrao cuando se cayó del techo del galpón de Pje. Rodríguez al 4300 en el que se desarrolló toda la tarea. "Ese día, cuando vi que no me había hecho nada a pesar del golpe, decidí que había encontrado un nombre para el barco".>

El galpón también tiene su historia: "Debe tener unos 100 años. Cuando era pibe, funcionaba allí un depósito de leña y carbón. En ese mismo lugar se reunía la comparsa `Los luceros del Norte'. Después, me fui del barrio y ese lugar se convirtió en una carpintería". En los últimos siete años, su uso cambió de manera notable.>

Motores y automóviles

Corrao se jubiló en la Empresa Provincial de la Energía, pero provenía de Agua y Energía Eléctrica. "En esa empresa era montador de grandes motores diésel. Ése era mi oficio. Yo soy recibido en la Escuela Industrial. Después de unos años de trabajar en otras cosas, entré en Agua y Energía y me dediqué a montar máquinas diésel de las usinas de los distintos pueblos y a reparar algunos motores grandes también. Pero estuve siempre relacionado con la mecánica del automóvil". Tanto, que una vez egresado de la Escuela fue a trabajar como operario en la agencia Ford, "detrás de quien fuera mi profesor, el legendario Domingo Ochoteco.

"Ésa es la historia de cómo fue naciendo la idea de hacer cosas. Este rancho donde estamos ahora -en alusión a su casa de calle 4 de Enero- lo armamos nosotros, con la colaboración de mi mujer y mis dos hijas", apunta.>

Desde el comienzo

Todo el proceso que terminó en la construcción de "Lázaro" se inició en diciembre de 1999, que fue cuando Corrao compró los planos y comenzó a buscar un lugar donde trabajar, siempre teniendo en cuenta que se trataría de una estructura de dimensiones considerables.

"El 1° de marzo de 2000 entramos al galpón y así empezó oficialmente el trabajo". El primer paso fue armar la "cuna" donde luego se asentó el casco: "Y para eso los holandeses también me mandaron el plano". Luego, la tarea siguió paso a paso, aunque con una interrupción obligada al año siguiente por motivos de salud: "Me hicieron tres by pass, me repuse y en dos meses estaba en el galpón, trabajando.>

"Seguimos y seguimos, conseguí un carpintero para que me hiciera lo básico y luego continué solo", recuerda ahora, mientras reflexiona acerca de lo difícil que resulta hallar "gente de oficio".>

"Con el tiempo conocí al que es prácticamente la única persona que hace carpintería de ribera en Santa Fe, que ya ni se dedica a eso y con quien me hice amigo".>

Con la obra terminada

El barco salió del galpón el 3 de marzo por la mañana para ser trasladado a un club náutico. "Va a oler el agua cuando lo echemos a navegar", pero antes habrá que armar aquello que tuvo que ser desarmado para que pueda pasar por la edificación. A propósito, hubo que derribar una parte de la pared del galpón para sacar a "Lázaro" y levantar la altura del portón.

"La idea es usarlo para paseo", aprovechando la comodidad que ofrece para que seis personas puedan "dormir bien".>

"No sé cómo va a ser mi tiempo con el barco, porque yo tampoco hice vida de ese tipo. A mí me interesaba más hacerlo que navegarlo y esa parte está cumplida. Pero, naturalmente, después de toda la tarea que hemos hecho pienso que, si todo funciona, lo vamos a usar", analiza.>

La estructura tiene un peso de entre 7 y 8 mil kilos. "Es un barco muy liviano para el tamaño que tiene: 11,50 metros de eslora y 3,40 de manga", con comodidad para que duerman seis personas. Cuenta con un camarote principal en la proa, que es el que ofrece mayor privacidad y espacio para que descansen cuatro personas más.>

Con el trabajo concluido, la pregunta es obvia: y ahora, ¿qué? "Ahora no sé", responde Corrao y aclara que "éste no es un sueño cumplido, es una obra más". Y mientras analiza dos proyectos en marcha, que por ahora prefiere mantener en reserva, asegura: "Ahora, lo que no quiero, es quedarme quieto".>

La "peña del dique seco"

Fuera de rutina

Tantos años trabajando en un mismo proyecto, que demandó por momentos el auxilio y hasta la enseñanza por parte de manos expertas, generaron una rutina fuera de horario y obligaciones. La "peña del dique seco" se autodenominó el grupo que, junto a Hugo Corrao, se reunía en forma periódica a compartir buena comida y anécdotas, al costado mismo de una obra que no paraba, literalmente, de crecer.

Entre los más habituales menciona a "Héctor Pertovt, Carlos Mraz, su vecino Pedro Virolo, otro ex compañero de la Escuela Industrial, y Juan Carlos Giliard" a quien define como "la persona que me enseñó a soldar acero inoxidable y me hizo una soldadura muy importante en la quilla". Luego se sumó otro vecino, Oscar Arce.>

Pero en ningún momento se olvida del apoyo más importante, ése que le proporcionó su esposa, Elsa Piaja. "Y cuando digo que me acompañó en todo, es en todo".>