La muerte de Boris Yeltsin

Boris Yeltsin murió alejado del poder, recluido en un amplio caserón a orillas del mar en donde según los informes de las revistas políticas se dedicaba a leer, a escribir algo parecido a sus memorias y comentar con sus amigos los pormenores siempre dramáticos de la política rusa.

Ese hombre inquieto y colérico fue el protagonista de uno de los episodios más importantes del siglo XX; y junto con Gorbachov, el líder político del pasaje del comunismo al capitalismo, proeza histórica que puso en tela de juicio los postulados de historiadores marxistas que sostenían que el comunismo sucedía al capitalismo y no a la inversa.>

En rigor, aún está pendiente una investigación seria acerca de las causas que dieron lugar al derrumbe del comunismo en la URSS. Los contemporáneos no hemos medido todavía en su real dimensión lo que representó la caída de uno de los mitos fundantes de la cultura del siglo XX. Para la derecha, la conclusión sigue siendo lineal: la derrota del comunismo significó la victoria del capitalismo y el fin de la historia, tal como lo postuló Fukuyama.>

La izquierda aún no ha salido de su atonía y en sus versiones más inescrupulosas lo que hace es mirar para otro lado o recurrir a teorías conspirativas alejadas del rigor analítico del marxismo. El registro más delirante acerca de esta puntualización, lo produjo el propio Fidel Castro cuando afirmó en tono de arenga que la caída de la URSS demostraba "que el imperialismo estaba acorralado".>

Yeltsin, a diferencia de Gorbachov, no era proclive a las meditaciones filosóficas. Su campo de acción estuvo delimitado por el poder y la intriga. Formado en el comunismo, aprendió en el PCUS a disimular sus pensamientos, a conspirar y a conseguir los objetivos sin reparar en menudencias morales. Los límites y los vicios de los herederos del comunismo son los que impuso el propio comunismo. Gorbachov, Yeltsin o Putin, entre otros, se formaron en ese sistema y el hecho de que lo hayan liquidado no autoriza a suponer que lo hicieron porque renegaron de sus creencias; por el contrario, se puede postular que el rumbo que tomaron fue inevitable y sólo dirigentes preparados en las exigencias impiadosas del poder rojo podían hacer lo que hicieron. Sólo los herederos de un régimen que para industrializarse asesinó a más de diez millones de campesinos pudieron proponerse liquidar al comunismo no para perder el poder sino para reconvertirlo.>

La imagen de Yeltsin parado en un tanque arengando a los soldados para no ceder ante el golpe de Estado planificado por los seguidores de Stalin, quedará grabado en la historia como una de las escenas más representativa del siglo pasado.>

Durante casi diez años Yeltsin manejó a Rusia con mano de hierro, valiéndose de los mismos instrumentos que usara en su momento en nombre del comunismo. Desactivó la URSS pero inició la guerra contra Chechenia; disolvió a la siniestra KGB pero su heredero fue Putin, el hijo favorito de ese antro de tortura y muerte creada por Stalin y reactualizada por Breznev. Sus contradicciones fueron las del sistema y las de su propia vida. Hoy ya es historia, aunque esa historia aún no se terminó de escribir.>