La vuelta al mundo
George W. Bush y la paz en Irak
Por Rogelio Alaniz

La gran derrota política de Bush no es en Irak sino en Estados Unidos. En Irak no podría decirse que Estados Unidos está siendo derrotado, salvo que alguien crea que la incapacidad de los yanquis para impedir la guerra civil sea una derrota. Es muy probable que las tropas norteamericanas en algún momento deban retirarse sin cumplir con los principales objetivos que se habían propuesto, pero de allí a inferir que la guerra la ganó Irak hay una larga distancia, en la medida que en Irak nadie por el momento puede atribuirse una victoria.

Para decirlo con otras palabras: en Irak no existe un pueblo alineado en la lucha contra la ocupación norteamericana y conducido por un ejército de liberación nacional como hubo, por ejemplo, en Vietnam o en Argelia. Lo que allí existe es una guerra civil entre sunitas y chiítas, entre diferentes facciones chiítas y entre chiítas, sunitas y kurdos. El desenlace de esa guerra civil ni Alá lo conoce, pero más allá de los detalles es muy probable que la conclusión de tanto fanatismo y tanta sangre sea el despedazamiento de lo que alguna vez se llamó Irak.>

La responsabilidad histórica de Estados Unidos -entre otras responsabilidades- fue haber destapado una olla que liberó rencores, resentimientos y luchas tribales que hoy nadie puede controlar, ni siquiera sus principales protagonistas. Saddam Hussein era un déspota, un genocida, pero a su manera mantenía unida la nación aplicando los únicos métodos que esos pueblos conocen: el terror y la muerte.>

Bush padre no se había equivocado cuando en 1990, después de darle una paliza a Saddam decidió no derrocarlo. No fue ni la debilidad ni la compasión lo que motivó esa conducta, sino la prudencia de quien sabía que caído Saddam lo que venía iba a ser igual o mucho peor. El precio a pagar por esa mesura fue la masacre de kurdos y chiítas ordenada por Saddam, masacre que fue perpetrada con armas que curiosamente se las había vendido Estados Unidos.>

La experiencia enseña que la prudencia de los padres no la heredan los hijos, pero en el caso que nos ocupa, habría que señalar que entre un gobierno y otro ocurrieron varias cosas, entre las que merece mencionarse en primer lugar, el derrumbe de las Torres Gemelas, acontecimiento que le dio lugar a Bush (h) para invadir primero a Afganistán y luego a Irak con el apoyo de todo el sistema político y la adhesión de la mayoría de la sociedad.>

Fue allí cuando se teorizó sobre la guerra preventiva y se inventó el tema de las armas atómicas. También fue allí cuando Estados Unidos decidió desconocer las normativas internacionales que ellos mismos habían establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Lo que se conoce menos es la hipótesis trabajada por los neoconservadores (neocons) a favor de una intervención militar en el Golfo que asegure la presencia norteamericana para la defensa de dos grandes objetivos estratégicos: el control del petróleo en una región que provee casi el ochenta por ciento del petróleo mundial y asentar una base militar y política que permita mantener a raya la posible expansión china.>

La cuestión de la democracia no fue un tema menor, pero sería exagerado decir que fue el principal. Seguramente para Estados Unidos siempre es preferible un sistema democrático a uno despótico, pero lo preferible no siempre se compadece con lo útil y mucho más entre los países árabes en donde lo que predominan son los regímenes despóticos, las teocracias y las satrapías con las que es necesario hacer buenos negocios porque esos despreciables reyezuelos, califas o imanes tienen la llave de las riquezas energéticas.>

Irak no fue invadido por ser una dictadura fuerte, beligerante y peligrosa, fue invadido por razones exactamente inversas: era una dictadura débil, aislada y jaqueada por otras potencias musulmanas. Saddam Hussein al momento de ser invadido era un tigre de papel y, además, un tigre con malos reflejos, un tigre que calculó muy mal su relación de fuerzas y supuso que los yanquis nunca iban a intervenir.>

Por supuesto que cuando esto ocurrió su poder se derribó en pocas horas y al poderoso y temible dictador lo capturaron meses después escondido en una suerte de vizcachera. Desde ese punto de vista Estados Unidos ganó la guerra contra Saddam, pero ahora está perdiendo la guerra contra Irak o, por lo menos, no puede decir que el balance le está resultando favorable.>

Decía al principio que de todos modos Bush no está siendo derrotado en Bagdad sino en Washington. Los demócratas, que apoyaron la intervención militar en su momento, hoy piden el retiro progresivo de las tropas. La cercanía de la campaña electoral influye en esta decisión, pero todo esto es posible porque hoy la opinión pública norteamericana está mayoritariamente en contra de la guerra y, además, hace bien en estarlo, porque en el actual contexto los beneficios que Estados Unidos puede obtener son cada vez más difusos.>

La otra oposición interna de Bush es la que proviene del propio Partido Republicano y de sus sectores más conservadores. Para ellos lo correcto hubiera sido no invadir, mantenerse alejado de cualquier operación militar de ese tipo. En su momento estos sectores fieles al tradicional aislacionismo conservador se opusieron a la intervención militar, pero una vez producida la apoyaron con una sola condición; que una vez derrotado el dictador retirasen las tropas. Su razonamiento era el siguiente: contribuimos a devolverle la libertad a Irak pero la definición de la democracia es un problema de los iraquíes. Para los intelectuales del Cato Instituto, la institución más representativa de la derecha conservadora, la consigna se resumía en esta frase: la libertad es una exigencia de todos, la democracia es un problema de ustedes.>

De todos modos los yanquis no se van a retirar de Irak de un día para el otro. Los intereses comprometidos y los gastos son muy altos como para creer que todo esto se resuelve con un lacónico "nos equivocamos". La retirada inmediata de Estados Unidos hoy incentivaría la guerra civil, el derramamiento de sangre y la secesión territorial. Por otra parte, Irán, Arabia Saudita, Siria, Egipto, Turquía y los Emiratos están muy interesados en que haya una solución medianamente razonable, porque tal como se presentan las cosas, cualquiera de los desenlaces previsibles en el actual contexto puede provocar desequilibrios mayores en la región.>

Digamos, a modo de conclusión, que hoy la paz en la región no depende ni de las tribus iraquíes ni de Estados Unidos, sino de un acuerdo regional que ponga en caja las aspiraciones de los diferentes contendientes. Por esas sorprendentes ironías de la historia la única posibilidad que tiene Estados Unidos de salir bien parado de la aventura militar que emprendió depende de las teocracias y satrapías musulmanas de la región.>