La voz de una experiencia de años
Una vida en el camino
Carlos Werlen cumplió 40 años en la venta de tractores en toda la región. En ese período le tocó vivir el apogeo de la industria nacional y el amargo ocaso que causaron las políticas neoliberales. Hoy se ilusiona con un resurgimiento del sector, aunque todavía falta mucho camino por recorrer.

Federico Aguer

El hombre no puede negar su condición de vendedor. Apasionado por los fierros y por la gente de campo, se pasó una vida recorriendo los caminos, hablando con los productores y vendiendo tractores.

En esa vasta experiencia de vida, Carlos Werlen conoció casi todos los pueblos de la provincia, y se dejó llevar por esa voluntad férrea de trabajo de nuestros gringos, quienes demandaron sus productos y aún hoy continúan haciéndolo.>

Para Carlos, sin embargo, en ese bagaje acumulado de nombres, lugares y máquinas, se destaca la manera informal y amena con la que "conquistó" a sus clientes a lo largo de los años: en una buena sobremesa, con la música de la verdulera y de alguna guitarra que se sumaba a lo que era en realidad una peña de amigos.>

Por eso, hoy puede seguir transitando los caminos que tan bien conoce, deteniéndose en esos pueblos para seguir "tomando la temperatura" de los colonos en cada momento de nuestra economía.>

>

Los inicios

Lo interesante de la carrera de Carlos es que se puede trazar un paralelo con la industria del tractor en nuestro país. "Cuando yo arranco sólo trabajaba la Fiat y se estaba armando en Granadero Baigorria la Hanomac, importando los modelos 45, 55 y 35 y fabricando aquí solamente el 40", recuerda.

Claro que es bueno recordar que en esos años 60, los campos de la provincia eran transitados por tractores a grampa, de la década del 30, 40 y 50. Así llegaron los primeros engomados, de 25 a 30 caballos que eran mirados con desconfianza por aquellos productores que creían que esas cubiertas se iban a pinchar. Incluso no había bancos de prueba, los primeros los hizo Grossi (eran a pedal), y los mecánicos sabían poco y nada de motores diésel.>

Esos primeros productores eran en su mayoría tamberos, ganaderos, y hacían algo de agricultura, pero limitados al trigo, maíz o al lino. A mediados de los 60, algunos productores del sur llegaron con la novedad de la soja, y los tractores empezaron a reflejar ese cambio.>

"En esos años 70 había 4 fábricas produciendo tractores en la Argentina: la Fiat de Sauce Viejo, Deutz en Haedo (Buenos Aires), John Deere en Granadero Baigorria haciendo el 730 y el 445, y Hanomac. En el 71 Massey Fergusson absorbe a esta última y produce la línea 65 y 75 hasta el día de hoy. John Deere cambia la línea y empieza a producir la línea 20. Fiat empieza la 700 y la 800, produciendo el mejor tractor de la época por su potencia, calidad, estructura y durabilidad", recuerda.>

En el año 1976, los tractores nacionales mueren con la llegada de las políticas de Martínez de Hoz, que con la recordada 1.050 "tumba" de un plumazo a las fábricas nacionales. Fiat es la primera que se va, John Deere cierra, Massey Fergusson desaparece y comienza Zanello haciendo tres o cuatro tractores por mes (con motores 1114), que andaba bastante bien. Era el principio del fin. "En ese entonces no vendíamos ni un solo tractor", se lamenta Carlos.>

Por esos años se resuelve traer el tractor "Universal" de Rumania, cuya línea chica era de excelente calidad, pero esa política también dejó también de ser rentable. "Hasta el día de hoy no tenemos tractores nacionales, salvo Pauny que sobrevivió a la Zanello y ojalá que dure muchos años más. Fiat, Case y Ford hoy se llaman New Holland, una marca de implementos que ahora fabrica tractores".>

>

El cambio del mercado

Es importante destacar el enorme cambio sufrido por el mercado. "El actual Massey es brasilero o inglés, pero el mercado actual es distinto a lo que vivimos los viejos. Antes con 70 hectáreas tenías dos tractores, y hoy necesitás un tractor de 140 HP a 160 HP con doble tracción al que le enganchás los nuevos implementos de siembra directa y hacés todo en una sola pasada.

Ya no se venden tractores quinteros, cuando antes se comercializaban 150 tractores por año. Hoy vemos quinteros que tienen equipos de 140 HP con soja en 8 hectáreas, una cosa increíble", analiza.>

La realidad ha cambiado también en cuanto a la propiedad de los campos, que fueron subdividiéndose entre numerosas familias. "Hoy la gente joven trae maquinaria de alta tecnología y se van a Entre Ríos, a Chaco, a Santiago, y en la cantidad está la diferencia. El hombre de campo de hoy está pasando un momento espectacular a diferencia de aquel entonces. La política neoliberal para el campo nunca sirvió. Se necesita algo de inflación y que tu producción valga. Pero en este momento sigue siendo un buen negocio, aunque estén sacando menos litros de leche que antes y pese a la injusticia de las retenciones. El grueso de la gente estaba gravemente endeudada, y hoy por suerte esa situación ha mejorado notablemente".>

>

Financiación

En este momento el peso brasilero cuesta mucho más que el dólar, y acá viene todo en base dólar. Si importo un tractor de 40.000 U$S, la concesionaria tiene que mandarle como 55 mil.

"Creo que va a volver a ser negocio fabricar en el país. Es increíble el fenómeno que destruyó la industria nacional. En los 90, el que trabajaba era considerado un idiota", dice.>

Con respecto al a financiación, Carlos evoca los años en que el Banco de la Nación te daba a 5 años el 80 % del valor del tractor al 6 % de interés anual; el provincia a tres años con el 8 %, y la Fiat con 2 años. "El interés no se movía jamás, hasta la llegada de Martínez de Hoz. Hubo gente que murió de tristeza por perder todo. El país, y tal vez e l mundo se transformó en financista", se lamenta.>

Para Carlos, el dilema pasa por saber qué continuidad en el tiempo tendrá esta tendencia, como para favorecer un proceso inversor en este sentido. En el país hay unas 600 mil bocas de agricultores ganaderos y lecheros, y cada vez se está reduciendo más, y se debe fabricar en gran cantidad para que la ecuación sea rentable y poder exportar. Además, no tenemos gente especializada para trabajar, no hay maquinistas, tractoristas, torneros, etc. y revertir ese proceso lleva tiempo. Se necesita una política de apoyo a la producción y a la industria que persevere en el tiempo, para respaldar al que quiera trabajar, y que así tenga garantizado un futuro y un presente con trabajo. "Hace falta marcar las pautas de trabajo, y a eso nadie lo quiere hacer, no sé porqué", finaliza.>