TEMA CENTRAL / DÍA DEL PADRE
El padre que contenemos
A propósito de un día. Como cada fecha marcada en el calendario, ésta no es más que una excusa para echar algunas palabras al viento acerca de lo que implica la paternidad. Aquí, dos "expertos" en las artes de ser padre divagan sobre esa maravillosa experiencia de vida. textos de Néstor Fenoglio y Emerio Agretti.

A lo largo de los años, más de veinte en esta profesión y algunos más en los barrios de la palabra, he tenido que escribir sobre muchos "días de..." Especie de mercenario de la palabra, sofista, escriba en su versión más ajustada; cronista de época cuando quiero apelar a un eufemismo; observador, periodista, escritor en sus versiones "más altas" (no me creo ninguna de ellas y puedo convivir sin fe ni escepticismo con todas); desde luego varias veces debí referirme al omnicomercial día del padre.

En su momento, escribí sobre el día del no padre, porque entendía entonces que también los hombres que no fueron todavía padres (o no lo serían nunca) llevaban en sí mismos la potencialidad de serlo, biológica o realmente, y merecían por lo mismo también su día o por lo menos cierto respeto por la patotera popularidad del día "oficial" del padre.>

Repudié previsiblemente el carácter netamente comercial de la propuesta, renegué de las plazas y comedores llenos ese único día, como si todos los días no fueran de la madre o del padre.>

Después tuve hijos.>

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Pienso que la verdadera vida de las personas comienza con los hijos, casi una contradicción si consideramos que alojamos o damos sentido a nuestra propia existencia (sólo) a partir de otras existencias, nuestros hijos.

A veces transferimos esa pesada carga: que nuestra vida, como si no fuera valiosa por sí sola, cobrara sentido sólo con nuestros hijos, que vendrían a ser especies de legitimadores ("honor" que nunca pidieron, por cierto) de existencias ajenas, queribles pero ajenas...>

Hasta la paternidad, uno vive un poco impunemente, es desprejuiciado, banal, inmortal incluso. Pero la presencia de los hijos te comunica por primera vez quizás con los límites de la propia existencia: he conocido la palabra impotencia recién ante un hijo enfermo; el verdadero sentido de aflicción, con algún problema que nuestro hijo tiene; he sentido miedo sólo después de tener hijos; he comprendido el alcance de las palabras cuidado, protección, preocupación sólo después de ser padre.>

Y he tomado a la paternidad en serio y en broma (en esos escritos que llevan el nombre absolutorio de Toco y me voy, en esta misma revista, desde hace mucho tiempo), según los años, los pedidos, la sucesión de días de...>

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Y disfruto de mis hijas claro: Valentina tiene siete años y las dos paletas delanteras y definitivas de sus dientes afirmadas contra el simpático vacío de algunos otros sectores de su boca. Chiara tiene un año y medio y ya aprendió a seducirme.

Valentina es apasionada y algo tímida. Ya conté alguna vez que lloró con pasión cuando se enteró que Belgrano, hasta la escuela una calle conocida de su barrio, no sólo era el prócer que creó la bandera y todas esas cosas, sino que además había muerto. "Yo no quiero que Belgrano esté muerto", dijo claramente en medio de estremecedores sollozos. Debí apelar a toda mi paciencia, olvidar de reírme o siquiera sonreírme por tanta candidez y explicarle que Belgrano se murió nomás pero lo recordamos con cariño. Y que todos nos vamos a morir un día. Y felizmente reprimí la idea de decirle que también el de la peatonal murió, y el Marcial Candioti de su calle y de su barrio y todas las calles en general: todos muertos. Enterarse el mismo día que Belgrano y San Martín juntos están muertos hubiera sido demasiado.>

La más pequeña aprendió a decirme "papuuu" alargando la u y formando un piquito seductor que es un beso alargado. Y me pide que le limpie el momo (moco, perdonen ustedes) mientras no se priva de mostrarme la calidad del producto con su dedito o de refregar la nariz en el pantalón limpio. Mientras, la veo abrirse paso con seguridad y confianza como la personita que es, consumidora y productora masiva de amor.>

Por mis hijas he aprendido a ir resignado a una reunión con la camisa arrugada por un abrazo, un llanto y unos brazos tendidos de última. Por mis hijas me reinventé y quise y quiero ser mejor persona; pues si alguna vez no me importó, ahora, por ellas, me importa lo que digan de mí.>

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Pero hablaba de la paternidad. Me tocaron hijas y los griegos, sabios ellos, rápidamente instalaron junto al complejo de Edipo (que tiene más fama y aparentemente más adeptos; descreo de esa afirmación), también el de Electra. No hace falta abundar sobre algo que está popularmente legislado y es la relación especial entre padres y sus hijas mujeres.

Soy de los que creen que los padres dejamos demasiadas marcas y pretendo, siquiera filosóficamente, no apabullar a mis descendientes con algunos rasgos cuya construcción les es propia. No quiero que sean mis hijos de mi equipo de fútbol, apenas quiero que compartan mi forma de pensar. Demasiadas cosas ya les dimos "gratis", sin comerla ni beberla, a nuestros hijos como para ahondar en otras muchas más.>

Creo en consecuencia en una paternidad presente y continua, cercana -no cercada-, creo en contención (como los padres de ahora) y en límites (como los de antes) y en la nueva re construcción de esas "certezas" que sólo pueden tamizarse y mezclarse en la propia experiencia y sobre las ruinas mismas de nuestros errores.>

Quiero a mis hijas por el camino ancho y seguro en sus primeros años de vida, para que tengan la seguridad de abrirse su propio camino. No quiero ahorrarle padecimientos; sólo no quiero agregarle tempranamente algunos.>

He leído por allí que ser padre es una presencia positiva y constante. Me gusta esa definición. Habla de apoyar iniciativas, de acompañar, de estar a la vista y al alcance de la mano.>

Convivo cómodamente con la idea de que todos somos padres o podemos serlo. Me gusta la potencialidad del acto, aunque un hombre ni piense en su vida ser padre biológico. Los griegos, una vez más, consideraban a sus grandes hombres como padres y guías, fuentes de consultas.>

En la Divina Comedia, con un cuidado paternal, Virgilio (que no tuvo hijos) guía y da consejos a Dante. Y ya sabemos, por el Martín Fierro, que un padre que da consejos, más que padre es un amigo. Así es que también me gusta la idea de un padre como alguien que, con hijos o no, puede guiar y dar consejos.>

Aun sin estar sospechado de extrema religiosidad (ni de extrema nada), me gusta que la paternitas latina refiera a la cualidad de padre y al "tratamiento -dice el diccionario- que en algunas órdenes dan los religiosos inferiores a los padres condecorados de su orden, y que los seculares dan por reverencia a todos los religiosos en general, considerándolos como padres espirituales".>

Y que entre los muchos significados de padre, si bien se remite inicialmente a quien tiene hijos, se considere también la imagen del padre como el jefe de una familia o grupo aunque no tenga hijos.>

Así es que en este día y en todos los otros, permítanme levantar mi copa por el padre que no somos y por el que somos; por el padre que seremos, por el padre que fuimos e incluso por el padre que no fuimos. Y abracen, abracen mucho a sus muchos hijos, por todo el padre que cada uno de nosotros contiene.>